Entre ideologismo y tozudez: la elusiva reforma previsional
Producto del ¨¦xito econ¨®mico, Chile pas¨® de ser un pa¨ªs donde la mitad era pobre en 1990 a uno en el que casi todos dicen ser de clase media y muchos lo son. La pol¨ªtica social, sin embargo, sigue siendo para pobres
Por exceso de ideologismo de lado y lado, o por una tozudez que caracteriza a numerosos actores pol¨ªticos e industriales en nuestro pa¨ªs, Chile no ha logrado sacar adelante una reforma de pensiones que sabe que es necesaria desde hace al menos 10 a?os. Lo sabemos los t¨¦cnicos que hemos asesorado a los gobiernos planteando alternativas de diverso tipo. Lo saben los ¨®rganos reguladores que ven c¨®mo los problemas se acumulan a medida que se postergan las decisiones. Pero lo m¨¢s grave es que lo saben los chilenos y chilenas para quienes, sostenidamente desde hace m¨¢s de una d¨¦cada, ponen el problema previsional como uno de los tres temas m¨¢s acuciosos de resolver.
Usualmente se dice que los sistemas de pensiones tienen dos objetivos: reducir la pobreza en la vejez y mantener la calidad de vida entre la vida activa y pasiva. Desde la perspectiva de la prevenci¨®n de la pobreza, la creaci¨®n de la pensi¨®n garantizada universal (PGU) dio un respiro a un grupo importante de la poblaci¨®n. La PGU representa un colch¨®n de bienestar valioso porque, como el acceso a ella no depende de otros requisitos, cualquier aporte individual significa que la beneficiaria termine con un nivel de pensi¨®n por sobre la l¨ªnea de pobreza. Los nefastos retiros de fondos de pensiones han significado que mucha gente que antes pod¨ªa aportar algo, ahora no tenga nada que aportar y su pensi¨®n se quede en la PGU o muy cerca de ella. En todo caso, habr¨ªa acuerdo en incrementar la PGU a 250.000 pesos (unos 309 d¨®lares) hacia el final de este gobierno, lo que permitir¨ªa por ahora decir que el problema de la pobreza en la vejez est¨¢ bajo control. Bien por el primer objetivo.
El problema es el segundo: mantenci¨®n de la calidad de vida. La PGU logra mantener la calidad de vida de personas que siempre han estado en torno a la l¨ªnea de pobreza. Pero, en el caso de personas que no han vivido permanentemente en situaci¨®n de pobreza, entonces la calidad de vida se deteriora de manera importante al pasar a la vida pasiva. Una forma de ver esto es la siguiente: a abril de 2023, seg¨²n la ficha previsional mensual de la Superintendencia de Pensiones, los beneficiarios de PGU contributiva reciben un beneficio de 202.524 pesos (unos 250 d¨®lares) y su pensi¨®n final resultante es 406.548 pesos (unos 502 d¨®lares). ?Es suficiente?
Para saberlo tenemos que ponernos un objetivo de tasa de reemplazo, es decir, la proporci¨®n del ingreso previo que ahora es pensi¨®n. Es t¨ªpico pensar en 70%. Con estos n¨²meros, cualquier persona con ingresos superiores a 580.783 pesos (717 d¨®lares), si recibe una pensi¨®n de 502 d¨®lares sufrir¨¢ una ca¨ªda en sus ingresos al jubilar superior al 30%. Esto se interpreta como una amenaza a la mantenci¨®n de la calidad de vida. ?Cu¨¢nta gente termina su vida activa ganando m¨¢s de 717 d¨®lares? La respuesta es: ?mucha gente! El ingreso promedio de los 5.860.025 cotizantes alcanz¨® a 1.113.697 pesos (1.376 d¨®lares). O sea, para el cotizante promedio la ca¨ªda es al menos del 63,4% del ingreso.
Es evidente entonces que, post PGU, el sistema previsional chileno hace agua por el lado de su capacidad de mantener la calidad de vida de las personas. Es bastante evidente, si no, no se entender¨ªa que este tema sea top 3 de relevancia pol¨ªtica. Hablemos entonces de alternativas para enfrentar esto.
Una posibilidad ser¨ªa subir la PGU digamos a 500.000 pesos (unos 618 d¨®lares). Es fiscalmente imposible: 4.300 millones de d¨®lares al a?o para generar una situaci¨®n extra?a en que un grupo de la poblaci¨®n que fue pobre de joven envejece y duplica su ingreso gracias a una transferencia fiscal. No tiene sustento. La PGU no es el instrumento adecuado.
La forma es a trav¨¦s de una prestaci¨®n ¡°contributiva¡±, es decir, que reconozca los a?os cotizados y genere un aporte proporcional. La cotizaci¨®n a una cuenta individual es contributiva, pero no le sirve a las personas que se jubilar¨¢n en los pr¨®ximos 10 a?os. ?Qu¨¦ les pas¨® a esas personas? ?Fueron particularmente irresponsables y no cotizaron?
Les pas¨® que tuvieron la mala fortuna de ingresar al mercado del trabajo en medio de una crisis econ¨®mica, larga y aguda, en la que la tasa de desempleo juvenil fue superior al 30% entre 1982 y 1989. Tuvieron la mala pata que el sistema pol¨ªtico legisl¨® la obligatoriedad de cotizar a los trabajadores independientes en 2008, pero luego encontraron siempre excusas para postergar esa medida.
Esos dos eventos muestran una falla del sistema chileno que estamos en condiciones de mejorar: su carencia de instrumentos de solidaridad. Vimos que la PGU tiene limitaciones importantes. Es crucial incorporar otros instrumentos de solidaridad porque en la vida nos pasan cosas de las cuales no somos responsables. Si tuviste la mala suerte de ser joven cuando no correspond¨ªa, un sistema de pura capitalizaci¨®n individual transforma esa laguna previsional involuntaria en una pensi¨®n mis¨¦rrima de viejo. Es una buena idea que una parte importante de la nueva cotizaci¨®n vaya a un sistema de ¡°solidaridad contributiva¡±, que enriquecer¨ªa sustantivamente al sistema de pensiones.
Pero esto implica dar un salto al que se oponen los ide¨®logos y los tozudos: que la pol¨ªtica social tambi¨¦n debe llegar a la clase media.
El problema estructural de Chile tiene que ver con esto: producto del ¨¦xito econ¨®mico Chile pas¨® de ser un pa¨ªs donde la mitad era pobre en 1990, a uno en el que casi todos dicen ser de clase media y muchos lo son. La pol¨ªtica social, sin embargo, sigue siendo para pobres. Los pa¨ªses desarrollados tambi¨¦n atienden a los ciudadanos en condiciones de pobreza, pero tienen instrumentos de apoyo a las clases medias. Chile casi no tiene. La clase media chilena no tiene empleo estable ni alta capacidad de ahorro voluntario. Nuestras clases medias son m¨¢s precarias. Hay enorme rotaci¨®n laboral seg¨²n informa el Seguro de Cesant¨ªa. En un horizonte de tres a?os, un 37% de chilenos entra y sale de la pobreza seg¨²n COES. Una enfermedad catastr¨®fica no cubierta por el AUGE puede generar una crisis financiera en las familias de grandes proporciones.
Si no enfrentamos esta reforma con pragmatismo para resolver cre¨ªblemente problemas reales de nuestro sistema previsional, nuevamente fallaremos en resolver lo que, en nuestra cara, encuesta tras encuesta, los chilenos nos dicen que les importa. Y tienen raz¨®n.
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