La traici¨®n de los regalones
Una ¡®pichanga¡¯ que termin¨® con golpes e insultos hipotec¨® la opci¨®n de Colo Colo de ser campe¨®n en el torneo de este a?o. Jordhy Thompson y Dami¨¢n Pizarro, dos j¨®venes y descarriadas promesas, mordieron la mano del hombre que m¨¢s crey¨® en su talento
Un partido de f¨²tbol informal, en cancha de barrio, se llama pichanga en Chile. Picado en Argentina, c¨¢scara en M¨¦xico y pachanga en Espa?a. Enfrenta a dos equipos y las rivalidades suelen ser fuertes, hasta terminar, muchas veces, en gresca. Folclore lejano al profesionalismo, claro.
Pocos d¨ªas antes del supercl¨¢sico del f¨²tbol chileno, dos j¨®venes titulares de Colo Colo decidieron jugar una pichanga. Una costumbre frecuente para ellos, pese a que desde el club estaba absolutamente prohibido. Jordhy Thompson y Dami¨¢n Pizarro militaban paralelamente en el Universitario FC de Lo Valledor, un barrio popular de Santiago. Cuando posaban para las fotos de su escuadra alternativa lo hac¨ªan cubri¨¦ndose el rostro con la camiseta, por temor a ser sancionados si la imagen sub¨ªa a redes sociales.
Pero la rivalidad fue m¨¢s fuerte cuando fueron a pichanguear a Maip¨², donde la fricci¨®n devino en pelea y Thompson con Pizarro fueron el centro del conflicto. Tan violenta fue la gresca que Dami¨¢n Pizarro lanz¨® un golpe, se fractur¨® la mano y debi¨® ser intervenido. Los rivales, deseosos de cobrar cuenta, subieron el video y dejaron en evidencia una situaci¨®n que ya era habitual. Las im¨¢genes se viralizaron en pocos minutos y el cuerpo t¨¦cnico de Colo Colo decidi¨® sancionarlos, margin¨¢ndolos de la convocatoria del partido m¨¢s importante para ambos: el duelo frente a la Universidad de Chile.
Para ambos era el debut como titulares en un cl¨¢sico, pues su escuadra mantiene la opci¨®n de luchar por el t¨ªtulo. En una sentida declaraci¨®n previa al encuentro, el entrenador Gustavo Quinteros los margin¨® por la indisciplina que compromet¨ªa los intereses de la instituci¨®n, explic¨®.
Quinteros es un director t¨¦cnico de viejo cu?o. Jug¨® en Argentina y nacionalizado en Bolivia, selecci¨®n con la cual actu¨® el Mundial de 1994 y tres Copas Am¨¦rica. Tras el retiro se consagr¨® campe¨®n en Bolivia y Ecuador, pa¨ªses donde lleg¨® a convertirse en seleccionador. En Chile tiene un prestigio bien ganado con dos t¨ªtulos, uno con la Universidad Cat¨®lica y otro con Colo Colo, cuadro este ¨²ltimo al que tambi¨¦n libr¨® de perder la categor¨ªa.
Impetuoso y firme, participa en las decisiones del club y suele imponer su criterio a costa de equivocarse en la elecci¨®n de las contrataciones y en la conformaci¨®n de los planteles, pese a un ojo certero para promover jugadores j¨®venes. Es, en este ¨²ltimo atributo, donde la pichanga de sus disc¨ªpulos desat¨® un debate profundo al interior del club. Thompson y Pizarro son dos de los protegidos de Quinteros, que hipotec¨® su propio cargo y prestigio para defenderlo. Jordhy mantuvo su puesto en el equipo y la titularidad pese a una condena por violencia contra su novia. Aunque fue un hecho reiterado, Quinteros aguant¨® el vendaval de cr¨ªticas por defender al jugador de 19 a?os y ratificarle la confianza apenas cumplida la leve sanci¨®n interna aplicada.
Dami¨¢n Pizarro escal¨® al puesto de delantero centro luego de que Quinteros desechara a dos de las contrataciones que solicit¨® para esta temporada. El argentino Leandro Benegas -quien ven¨ªa de Independiente de Avellaneda- y el paraguayo Dar¨ªo Lezcano, exseleccionado de su pa¨ªs y de dilatada trayectoria en el extranjero. Al fracasar en la Copa Libertadores e imposibilitado de seguir haciendo contrataciones, Quinteros lo subi¨® al primer equipo y a los 18 a?os le entreg¨® la camiseta n¨²mero nueve, manteni¨¦ndolo de titular en 13 partidos del actual torneo, donde el juvenil le respondi¨® con apenas¡dos goles.
Thompson y Pizarro no son excepciones en el devaluado f¨²tbol chileno, que sufre con la inmadurez de sus mejores promesas j¨®venes, que han tardado en consolidarse y que caen con frecuencia en la indisciplina. Los ¨²ltimos fracasos de las selecciones juveniles han sido estrepitosos, lo que aument¨® la brecha entre Chile y el resto del continente.
La irrupci¨®n de talentos sub 20 es agradecida, sobre todo en los clubes m¨¢s populares, alejados de los ¨¦xitos internacionales y con urgentes necesidades de recursos. Pero m¨¢s a¨²n en el caso de Colo Colo, que disputa el t¨ªtulo con la urgencia de salvar un mal a?o deportivo, econ¨®mico e institucional. Sin sus dos titulares, logr¨® un deslucido empate en el cl¨¢sico que lo alej¨® de ese objetivo, lo que agrava la falta de sus dos promesas.
La pichanga desafortunada no s¨®lo fue una indisciplina, sino un p¨¦simo negocio para la dirigencia que -a rega?adientes- los hab¨ªa mantenido en el plantel pese a las ofertas que hab¨ªan llegado en los ¨²ltimos d¨ªas.
Si los albos finalmente pierden el t¨ªtulo esta temporada, sabr¨¢ que su suerte se disip¨® en una modesta cancha del barrio Maip¨², cuando en medio de golpes e insultos dos de sus mejores talentos traicionaron torpe e irresponsablemente al hombre que m¨¢s crey¨® en ellos.
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