Reflexiones en la recta final: el plebiscito y la voluntad del pueblo chileno
Se pueden cuestionar los arreglos a los que se lleg¨®, incluso el esp¨ªritu del texto. Pero lo que no se puede poner en duda en esta etapa del proceso es la voluntad popular
Domingo Lovera, comisionado experto nominado por el Frente Amplio, formul¨® la siguiente idea en su ¨²ltima intervenci¨®n en el Consejo Constitucional: ¡°De aprobarse (este texto), espero que no, cargar¨¢ la misma maldici¨®n que la del ¡®80: ser el reflejo de las decisiones de una parcialidad dominante. En definitiva, una propuesta corrompida(...) cuyo producto est¨¢ m¨¢s inclinado a servir a sus ego¨ªstas intereses¡±. Catalina Lagos, experta del Partido Socialista, defini¨® al texto como un ¡°disfraz¡±. D¨ªas antes, en entrevista con Emol, sostuvo que ¡°se apruebe o se rechace la propuesta, la cuesti¨®n constitucional va a seguir abierta¡±. La presidenta de su partido, Paulina Vodanovic, ha dicho cosas similares, incluso comparando este plebiscito con el fraude de la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n vigente.
Afirmaciones como las anteriores ¨Chay m¨¢s, todas ellas vinculadas a ese mundo pol¨ªtico¨C merecen un examen, pues omiten un factor crucial en nuestro itinerario constitucional. Me refiero, desde luego, al plebiscito del 17 de diciembre, en el cual la ciudadan¨ªa deber¨¢ votar a favor o en contra de la propuesta.
El plebiscito est¨¢ lejos de ser un mero tr¨¢mite. Se trata, precisamente, del momento en que las voces pol¨ªticas callan y ¨Cen algo que deber¨ªa importar a las izquierdas¨C devuelven el poder al pueblo para que decida. Se trata, de hecho, de aquella carencia fundamental de la Constituci¨®n vigente, pese a todas sus reformas (que reci¨¦n ahora, a pocas semanas del plebiscito, la izquierda reivindica). Esa maldici¨®n de la que hablara Lovera junto con gran parte de nuestra izquierda (y no sin raz¨®n), aquella discusi¨®n que ni Ricardo Lagos ni Michelle Bachelet lograron cerrar en su minuto, cada uno por sus dificultades propias.
La Convenci¨®n fracas¨® en septiembre 2022 all¨ª (pese a haberse hundido bastante antes): el pueblo de Chile decidi¨® darle la espalda a un texto y a un proceso fallidos casi de inicio a fin. Ah¨ª reside una de las grandes fortalezas de nuestros dos procesos constitucionales: luego de la deliberaci¨®n, es la ciudadan¨ªa la responsable de dar la ¨²ltima palabra. Como se dice hasta el cansancio por estos lares, los problemas de la democracia se solucionan con m¨¢s democracia. ?De verdad le parece a Lovera que es posible equiparar el proceso dictatorial y el democr¨¢tico para instaurar una Constituci¨®n? ?No hay un abismo de diferencia entre los dos momentos? ?Hay alg¨²n vicio comparable, una analog¨ªa que se nos escape a los legos, que le permita hacer tama?a comparaci¨®n?
Es cierto: muchos tenemos cr¨ªticas respecto al Partido Republicano, a su modo de hacer pol¨ªtica, a las declaraciones de varios de sus dirigentes antes y durante el proceso. Pero nada de ello implica tildar su conducci¨®n de antidemocr¨¢tica. Puede gustarnos m¨¢s o menos, pero ganaron leg¨ªtimamente su derecho a conducir en las urnas, cumplieron con las 12 bases que exigieron los partidos pol¨ªticos, respetaron el proceso, negociaron y cedieron en varios temas que tienen a parte de su flanco m¨¢s duro empujando la opci¨®n En contra. La Comisi¨®n de Venecia, requerida por el Senado chileno, inform¨® que el proceso hab¨ªa cumplido con las normas preestablecidas, que se hab¨ªa atenido a los est¨¢ndares democr¨¢ticos en su actuar y valid¨® gran parte de los contenidos consultados (ir¨®nicamente, fue recelosa de la paridad de salida, una demanda sentida de las izquierdas e igualmente incluida en una norma transitoria de la propuesta). No es aquel un reclamo que se pueda formular al Consejo con mayor¨ªa de derechas.
Es perfectamente posible criticar el contenido del texto que se plebiscitar¨¢. De hecho, esa es la discusi¨®n que debemos tener en este escaso mes y medio que queda para la votaci¨®n final. Sin embargo, para hacer ese ejercicio correctamente, debemos despojarnos de caricaturas y expresiones de deseo; dejar de pensar el plebiscito como una ocasi¨®n para hacer da?o a Boric o a Kast, o de dise?ar campa?as pensando en la pr¨®xima elecci¨®n presidencial, evitando hacer comparaciones desmesuradas para ganar algunos votos en esta recta final. Se pueden cuestionar los arreglos a los que se lleg¨®, incluso el esp¨ªritu del texto. Pero lo que no se puede poner en duda en esta etapa del proceso es la voluntad popular. Ser¨ªa algo tan mezquino como lo que hacen aquellos que olvidan que el Apruebo se impuso en el plebiscito de entrada, all¨¢ por el lejano 2020. Los mismos que demandaron un ¨®rgano totalmente electo, que tildaron de ileg¨ªtimo al Congreso para liderar el proceso, hacen como si ese momento no tuviera nada que decir.
Cuando habla el pueblo en las urnas, la pol¨ªtica no puede sino acatar con humildad, y actuar en consecuencia. Es justamente cuando no nos gustan los resultados y adherimos a ellos el momento en que se prueban las convicciones democr¨¢ticas.
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