Carlos Pe?a: ¡°A partir del lunes, Chile deber¨¢ hacer frente a los problemas que lo aquejan, que no son constitucionales¡±
A horas del refer¨¦ndum constitucional de este domingo 17, el analista chileno dice que ni la derecha ni la izquierda debieran interpretar ning¨²n resultado que les parezca favorable como una adhesi¨®n ideol¨®gica. ¡°El proyecto pol¨ªtico de Boric ya fracas¨®¡±, dice
El abogado y rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Pe?a (64 a?os, Santiago de Chile), una de las voces m¨¢s influyentes de la escena p¨²blica chilena, analiza la pol¨ªtica y la sociedad de su pa¨ªs a horas del plebiscito por una nueva Constituci¨®n. Columnista de El Mercurio y autor de obras como La pol¨ªtica de la identidad (Taurus, 2021), Hijos sin padre (Taurus, 2022) y Pensar el malestar (Taurus, 2020), Pe?a dice que este domingo 17 Chile se juega ¡°nada o muy poco en lo inmediato¡± y que ¡°la propuesta no es muy distinta a la Constituci¨®n hoy d¨ªa vigente¡±. Profesor de la Universidad de Chile, acad¨¦mico de n¨²mero de la Academia de Ciencias Sociales, Pol¨ªticas y Morales, se refiere a las urgencias de Chile como la de inseguridad en las calles, el fracaso en la educaci¨®n escolar y, entre otros asuntos, la crisis en el sistema privado de salud que, si no tiene salida, asegura, ¡°arrastrar¨¢ al sistema p¨²blico a un desastre¡±.
Pregunta. ?Qu¨¦ se juega el pa¨ªs este domingo?
Respuesta. Nada o muy poco en lo inmediato. Chile est¨¢ experimentando un proceso de reconstrucci¨®n de lo que podr¨ªamos llamar concordia: ese consenso mudo que hace posible la cooperaci¨®n y sustenta las reglas. Y todo eso tomar¨¢ tiempo. La carta del 25 que gui¨® a Chile buena parte del siglo XX se demor¨® siete a?os en comenzar a regir de veras. Sea cual sea el resultado de este domingo, ese proceso de reconstrucci¨®n del consenso ¨Cque es un proceso a fin de cuentas cultural¨C continuar¨¢. En Chile, como en el resto de la regi¨®n, suele haber una especie de fetichismo de las reglas consistente en creer que cuando ellas se aprueban se produce una realidad distinta. Y no es el caso.
P. ?C¨®mo caracterizar¨ªa la propuesta de nueva Constituci¨®n que se someter¨¢ ma?ana a refer¨¦ndum?
R. La propuesta no es muy distinta a la Constituci¨®n hoy d¨ªa vigente. El n¨²cleo de las pol¨ªticas p¨²blicas o sociales es el mismo de la carta de 1980; pero galvanizado: los bienes b¨¢sicos en salud, educaci¨®n, pensiones, que son el contenido de los derechos sociales, se financian con rentas generales, pero se asegura una provisi¨®n mixta, disponiendo la existencia de un sistema estatal y otro privado. As¨ª, si bien la propuesta proclama el Estado social, lo hace consolidando un modelo de provisi¨®n como ese que describo.
P. ?Qu¨¦ ocurre respecto de los derechos de las mujeres?
R. Respecto de los derechos de las mujeres no es verdad que haya un retroceso con respecto a la carta de 1980, la que no los contempla. Y en materia de pueblos ind¨ªgenas, se reconoce la multiculturalidad. La verdad es que no hay tanta diferencia entre la carta de 1980 y la propuesta.
P. Y la Constituci¨®n vigente, ?c¨®mo es?
R. La carta de 1980 ha experimentado m¨²ltiples reformas y refleja un arreglo de compromiso entre quienes apoyaron el modelo de la dictadura que acab¨® siendo exitoso desde el punto de vista econ¨®mico, y quienes inspirados en modelos socialdem¨®cratas impulsaron su mejora incremental a trav¨¦s de m¨²ltiples enmiendas.
P. La que rige hoy, ?es la de Pinochet reformada casi 70 veces desde 1989 (y que lleva la firma de Ricardo Lagos por los cambios de 2005) o es la de Pinochet a secas?
R. Es una carta mestiza, sin duda. Una mezcla del ideario hist¨®rico de la derecha que se expresa en las reglas de orden econ¨®mico ¨Ccomo iniciativa privada, igualdad de trato en materia empresarial entre los particulares y el Estado, predominio de la libertad de ense?anza¨C, con otro que poco a poco introdujo reglas de la democracia liberal, como la ampliaci¨®n del pluralismo que era originalmente restringido, el fortalecimiento del Congreso, la desaparici¨®n del poder militar como poder constitucional, etc¨¦tera. Pero no obstante todos esos cambios se mantuvo el orden p¨²blico econ¨®mico de ra¨ªz estrictamente liberal, por eso, como he dicho otras veces, la izquierda este domingo est¨¢ obligada a elegir entre lo peor y lo detestable.
P. El Gobierno de Boric, ?tiene la chance de ganar algo seg¨²n el resultado de este domingo o ser¨¢ una p¨¦rdida de todos modos?
R. El proyecto pol¨ªtico de Gabriel Boric ya fracas¨®. En esto no vale la pena echarse tierra a los ojos. Ello ha sido producto de un mal diagn¨®stico, que no fue capaz de comprender la modernizaci¨®n de Chile y, en cambio, vio en ella una especie de timo ejecutado por las ¨¦lites, y es fruto de una innegable incompetencia de los cuadros m¨¢s j¨®venes. El prop¨®sito transformador de Gabriel Boric se frustr¨® del todo y ello no por culpa de la cuesti¨®n constitucional. Lo que queda del Gobierno ser¨¢ un Gobierno de administraci¨®n y el presidente debiera poner el acento en la dimensi¨®n cultural de las transformaciones de Chile, donde es, ah¨ª s¨ª, un buen int¨¦rprete.
P. ?Y ve al presidente Boric firmando una nueva Constituci¨®n redactada protag¨®nicamente por la derecha m¨¢s extrema?
R. Gabriel Boric tiene defectos, sin duda, pero tiene una gran virtud: por debajo de sus frases, de la ret¨®rica a veces exagerada, de un impulso tard¨ªamente adolescente (tard¨ªo puesto que es ya maduro), habita en ¨¦l alguien con sentido de juridicidad y con un sincero respeto por las reglas. Lo ha demostrado muchas veces, de manera que no tengo dudas que si gana el A favor ello naturalmente ocurrir¨¢.
P. ?Qu¨¦ implican los resultados para las derechas, la tradicional y la del Partido Republicano?
R. Ni la derecha ni la izquierda debieran interpretar ning¨²n resultado que les parezca favorable como una adhesi¨®n ideol¨®gica. El triunfo que la derecha obtuvo en el plebiscito anterior cuando aneg¨® con sus candidatos el Consejo Constitucional, no fue la expresi¨®n de que sus ideas (muchas de ellas propias de una derecha cavernaria) hayan interpretado a la ciudadan¨ªa.
P. ?Y qu¨¦ fue, entonces, lo de mayo pasado?
R. Esa votaci¨®n fue un rechazo a las demas¨ªas ideol¨®gicas y conductuales de la anterior Convenci¨®n (adornadas con m¨²ltiples payasadas). Y la elecci¨®n de esta ¨²ltima tampoco fue en su momento una adhesi¨®n a los movimientos puramente identitarios que la hicieron suya. Los cambios culturales de la sociedad chilena ¨Cmejora material, expansi¨®n de la autonom¨ªa, ascenso intergeneracional, masificaci¨®n de la educaci¨®n superior, vivencia de la vida como el fruto del propio esfuerzo¨C est¨¢n esperando una agenda pol¨ªtica capaz de interpretarlos.
P. ?Qu¨¦ lecci¨®n habr¨¢ sacado Chile tras cuatro a?os de complicados procesos constituyentes?
R. El principal de todos que aprender¨¢ muy pronto, si es que ya no lo ha hecho, es que los cambios constitucionales no cambian la fisonom¨ªa de los pa¨ªses, ni producen por s¨ª mismos bienestar. Es muy dif¨ªcil torcer a punta de reglas la trayectoria de los pa¨ªses: por debajo de las reglas fluyen procesos sociales de variada ¨ªndole que son los que, tarde o temprano, se imponen.
P. ?Es lo que le ocurre a Chile?
R. En el caso de Chile me parece, los cambios experimentados en las tres ¨²ltimas d¨¦cadas, y que han modificado en parte la subjetividad de los chilenos y chilenas, seguir¨¢n orientando la vida colectiva hasta que las reglas logren ponerse a la altura. En 1970 An¨ªbal Pinto observ¨® que el problema de entonces era que Chile ten¨ªa una democracia expansiva y una econom¨ªa mezquina y excluyente. Y de esa contradicci¨®n se sal¨ªa abandonando la democracia o cambiando la econom¨ªa. Hoy el problema es al rev¨¦s: la sociedad est¨¢ por delante de las reglas y las instituciones.
P. Desde el domingo, ?finalizan en el corto y mediano plazo los intentos de Chile por cambiar su Constituci¨®n?
R. Si gana el En contra no cabe duda que, a pesar de las declaraciones, habr¨¢ reformas consensuadas en el Congreso. No habr¨¢ en ese caso un proceso global de cambio; pero s¨ª habr¨¢ reformas. Y si gana el A favor habr¨¢ tambi¨¦n un largo proceso consensuado en el Congreso para adecuar las instituciones a las nuevas reglas. En ambos casos la pol¨ªtica de los partidos estar¨¢ de vuelta.
P. ?Cu¨¢les son las urgencias del pa¨ªs a las que la clase pol¨ªtica deber¨ªa enfocarse a partir de este lunes?
R. Lo m¨¢s inmediato ser¨¢ hacer frente a los problemas que lo aquejan, que no son constitucionales: la seguridad en las calles, el miedo al otro, que cunde especialmente en los sectores m¨¢s modestos que son, dicho sea de paso, los que importan; el fracaso en la educaci¨®n escolar que se ha acrecentado estos a?os en vez de comenzar a resolverse da?ando a las mayor¨ªas; resolver la crisis en el sistema privado de salud que, si no tiene salida, arrastrar¨¢ al sistema p¨²blico a un desastre. Como usted ve, la realidad m¨¢s urgente que es siempre la realidad a secas, seguir¨¢, y ahora sin pretextos para que no se la escuche, golpeando la puerta y ya no estar¨¢ el pretexto del cambio constitucional para hacer o¨ªdos sordos o esconder la propia incompetencia.
P. Los de Chile son grandes problemas.
R. Todos esos problemas, aunque suene parad¨®jico, son el fruto de la mejora material que el pa¨ªs experiment¨® en las tres ¨²ltimas d¨¦cadas; pero esa mejora tiene patolog¨ªas que hay que resolver
P. ?Cu¨¢les son las principales en el largo plazo?
R. Primero, poner a la estructura educacional a la altura del ideal meritocr¨¢tico, esto exige recuperar el sentido de la educaci¨®n, la autoridad del profesor e impedir poco a poco que el sistema educacional remede la estructura de clases sociales; segundo, compartir el riesgo de eso que Shakespeare llama las flechas y las pedradas del destino, la vejez y la enfermedad, y por lo mismo en salud y pensiones es necesaria mayor solidaridad; tercero, mejorar la seguridad cuyo deterioro amenaza con deteriorar a las instituciones. Todo eso no parece estar a la altura de una utop¨ªa capaz de inflamar el entusiasmo de las masas o de las nuevas generaciones, pero los tiempos no est¨¢n para utop¨ªas, sino para ideales modestos que hagan justicia a las expectativas que millones de personas, anteayer proletarias, comenzaron gracias a las ¨²ltimas d¨¦cadas a forjar para s¨ª y para sus hijos.
P. ?Qu¨¦ ocurre si la delincuencia no se ataja?
R. Cuando no se pone atajo al crimen, la gente est¨¢ dispuesta a pagar cualquier precio para recuperar la seguridad, incluso el sacrificio de las libertades. Las libertades y el debido proceso son, tarde o temprano, un lujo prescindible para una sociedad que se deja invadir por el miedo.
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