La conflictividad chilena: frustraci¨®n y desconfianza
Lo que produce asombro es el 1% de confianza del que gozan los partidos y el parlamento, lo que contrasta con el comportamiento ensimismado, y sobre todo, autorreferente de los pol¨ªticos
Hace pocos d¨ªas atr¨¢s, la Universidad Cat¨®lica dio a conocer los resultados de la XIV versi¨®n de la encuesta Bicentenario. La importancia de esta tradicional encuesta (a estas alturas, la mejor encuesta de Chile por metodolog¨ªa ¡ª1.575 personas entrevistadas de modo cara a cara a partir de un dise?o muestral probabil¨ªstico, durante cuatro semanas de terreno¡ª y calidad de las preguntas) se evidencia en distintos t¨®picos, y aclara buena parte del clima de malestar que predomina desde hace a?os en Chile. Convengamos que el t¨¦rmino ¡°malestar¡± ha sido muy utilizado desde 1998, a?o en cual el Informe sobre Desarrollo Humano en Chile elaborado por el PNUD suscit¨® un importante debate intelectual y pol¨ªtico, provocando incluso a?os m¨¢s tarde inter¨¦s, aunque no consenso en la comunidad cient¨ªfica, sobre su pertinencia. Es probable que se trate de un concepto que debamos abandonar por inanici¨®n, ya que no da lo suficientemente cuenta de la magnitud del ¡°descontento¡± (otro concepto problem¨¢tico) de los chilenos con su propia vida y la realidad que los rodea.
La encuesta Bicentenario vuelve a poner en el tapete, sin nombrarlo, el malestar chileno. Me quiero detener en la dimensi¨®n de conflictividad de esta encuesta, la que arroja alt¨ªsimos niveles de percepci¨®n de que en Chile hay varios focos de conflicto. Al ser interrogados sobre la magnitud de una serie de conflictos, los encuestados respond¨ªan que el conflicto derecha-izquierda es un gran conflicto (82%), del mismo modo que la relaci¨®n gobierno-oposici¨®n (81%) y el conflicto entre chilenos e inmigrantes (78%). N¨®tese en este ¨²ltimo caso que la pregunta sobre la relaci¨®n de los chilenos con los inmigrantes contiene la palabra ¡°conflicto¡±, tal vez el ¨²nico sesgo en la formulaci¨®n de preguntas de esta encuesta al inducir un efecto de imposici¨®n de problem¨¢tica. Pero pasemos por alto este faux pas, que no invalida en nada el instrumento. Con todo, estos tres ¡°conflictos¡± alcanzan en el mismo a?o el punto m¨¢s alto de toda la serie de encuestas Bicentenario, a lo que se suma que el 82% de los encuestados considera que el conflicto entre el pueblo Mapuche y el Estado de Chile es de gran importancia (en 2021 alcanz¨® el 88%). Qu¨¦ duda cabe: son n¨²meros considerablemente altos.
Es cierto que en otros aspectos el ¡°conflicto¡± declina sin dejar de existir, por ejemplo, entre trabajadores y empresarios (52%, diez puntos menos que en 2021), entre ricos y pobres (con una leve alza para situarse en el 64% respecto de la medici¨®n anterior, aunque once puntos menos que en 2020 a continuaci¨®n del estallido social). Pero los guarismos son lo suficientemente elocuentes para evidenciar un clima de opini¨®n horrible: si uno tuviese que emplear tan solo una palabra para nombrarlo, la ¡°crispaci¨®n¡± ser¨ªa la mejor candidata.
?C¨®mo explicarlo?
Es posible que una parte de la explicaci¨®n resida en frustraciones de distinta ¨ªndole, como por ejemplo en la percepci¨®n de creciente dificultad para acceder a la vivienda propia (tan solo el 13% de los encuestados cree posible tener hoy una vivienda propia, el punto m¨¢s bajo de toda la serie y 42 puntos menos que en 2009, un verdadero desplome). Con el fin de no usar de modo efectista un dato aislado que, de seguro refleja frustraci¨®n, me parece m¨¢s importante concentrarme en los datos dram¨¢ticos sobre la confianza en Chile.
Desde hace a?os que las encuestas vienen mostrando una ca¨ªda brutal de la confianza en el pa¨ªs, partiendo por la confianza interpersonal. Si bien la encuesta Bicentenario aun refleja un modesto stock de confianza entre las personas (tanto en el n¨²mero de amigos declarado como en el conocimiento del nombre de los vecinos, en ambos casos con una tendencia al alza), esto no se refleja ni se reflejar¨¢ en el corto y mediano plazo en confianza en las instituciones, especialmente p¨²blicas. No se percibe el mecanismo faltante, aun cuando sospechamos que es la calidad y recepci¨®n de las pol¨ªticas p¨²blicas, cuyos efectos tardan mucho en ser percibidos. De las instituciones p¨²blicas, tan solo Carabineros y las Fuerzas Armadas arrojan modestas tasas de confianza, 38% y 39% respectivamente, a lo que suma un 46% de confianza hacia las universidades (las que incluyen, en la formulaci¨®n de la pregunta, a universidades p¨²blicas y privadas).
Lo anterior no puede ser motivo de sorpresa para constatar que las instituciones pol¨ªticas gocen de tan poca confianza: de modo impresionante, los partidos y el parlamento exhiben un esquel¨¦tico 1% de confianza (lo que abre la posibilidad de un r¨¦cord mundial, esto es que ambas instituciones alcancen en el corto plazo el 0% de confianza, lo que mucho se acerca a una forma blanda de repudio popular). La confianza es tambi¨¦n el sentimiento menos presente en los encuestados cuando se les interroga acerca de los tribunales de justicia (6%) y el gobierno (11%).
Esta tendencia ya se estaba observando, desde hace a?os, en toda la industria de las encuestas. Lo que produce asombro es el 1% de confianza del que gozan los partidos y el parlamento (apenas una decena de personas de un total de 1.575), lo que contrasta con el comportamiento pol¨ªtico ensimismado, a veces orgulloso, y sobre todo autorreferente de los pol¨ªticos. Sus batallas son, para ellos, verdaderos desgarros que, a la hora de ser explicados, se acude a argumentos que no le hacen sentido a nadie: ¨²ltimamente, ¡°hay que cumplir la palabra¡± o no cumplirla.
?C¨®mo no ver que es en la pol¨ªtica en donde hay que buscar las principales razones de la crispaci¨®n? No de la pol¨ªtica consigo misma, sino de los chilenos con la pol¨ªtica.
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