?Un premio para irresponsables y privilegiados?
M¨¢s de la mitad de los deudores del CAE gana menos de 750.000 (unos 670 d¨®lares) pesos al mes. Estamos lejos de estar hablando de j¨®venes aprovechadores
Esta semana se reactiv¨® la discusi¨®n en torno a una de las m¨¢s emblem¨¢ticas promesas del programa de Gobierno del presidente Gabriel Boric: la presentaci¨®n de un nuevo modelo de financiamiento de la educaci¨®n superior que incluir¨¢ una soluci¨®n al endeudamiento educativo. En este dise?o, uno de los anuncios m¨¢s esperados es qu¨¦ pasar¨¢ con los deudores del Cr¨¦dito con Aval del Estado, CAE. La expectaci¨®n es alta y es comprensible que as¨ª sea: el presidente proviene, precisamente, de fuerzas pol¨ªticas que se gestaron al calor de las luchas por el derecho a la educaci¨®n, que elaboraron una dura cr¨ªtica a la incorporaci¨®n de la banca privada al financiamiento educativo y que se propusieron terminar con ese modelo de endeudamiento estudiantil.
Ciertamente, es mucho lo que se juega para quienes emergieron a la pol¨ªtica desafiando las l¨®gicas de mercado en el campo de los derechos sociales.
Las reacciones adversas no se hicieron esperar. Representantes de la ¨¦lite pol¨ªtica, acad¨¦mica y medi¨¢tica realizaron se?alamientos morales contra los deudores, acusaron al Gobierno de irresponsable por comprometer las arcas p¨²blicas para congraciarse con su nicho de votantes y hasta hubo quienes sugirieron que el anuncio se tratar¨ªa de una compensaci¨®n luego de la pol¨¦mica en torno al perro matapacos. Acerca del drama que viven los endeudados, no hubo mayor atenci¨®n. Al contrario. De acuerdo con algunos comentaristas, una condonaci¨®n del CAE ser¨ªa inmoral porque castigar¨ªa a los j¨®venes responsables que se esforzaron en pagar la deuda contra¨ªda y premiar¨ªa a quienes incumplieron este compromiso financiero, indignaci¨®n que hace pensar que se tratar¨ªa de exitosos profesionales que se niegan a pagar y se aprovechan del sistema. Sin embargo, los datos disponibles y los testimonios que a trav¨¦s de la prensa hemos conocido a lo largo de estos a?os cada vez que el tema se ha puesto sobre la mesa, muestran una realidad muy distinta. M¨¢s de la mitad de los deudores del CAE gana menos de 750.000 (unos 670 d¨®lares) pesos al mes, el 56% son mujeres y, de ellas, cerca del 60% pertenece a los dos primeros quintiles de ingresos. Estamos lejos de estar hablando de j¨®venes privilegiados y aprovechadores.
Al mismo tiempo, una bater¨ªa de argumentos apunta a que ser¨ªa irresponsable de parte del Gobierno destinar recursos a la condonaci¨®n del CAE habiendo tantas necesidades sociales y tan escasos recursos fiscales. Gobernar es priorizar se repite como un mantra. Sin embargo, se omite un dato que no puede ser pasado por alto: desde la creaci¨®n del CAE a la fecha, el Estado de Chile ha destinado cerca de 8 billones de pesos a cubrir compromisos con la banca. Ocho millones de millones. Con esos mismos recursos, para hacernos una idea, se podr¨ªan haber levantado 22 nuevos hospitales, financiado 12 Juegos Panamericanos y construido m¨¢s de 6000 jardines infantiles. Por eso, cuando se dice que en Chile no hay plata, podemos, al menos, relativizar, revisar las cifras y discutir con honestidad si es razonable, eficiente y responsable seguir sosteniendo este desembolso de recursos que va a parar a la banca. ?No se podr¨ªan utilizar de otra manera tantos millones de millones?
De lo que conocemos hasta el momento, el Gobierno presentar¨¢ un proyecto que promete racionalizar, simplificar y hacer m¨¢s eficiente el gasto p¨²blico en educaci¨®n superior y que, adem¨¢s, no tocar¨¢ recursos provenientes del pacto fiscal, los que est¨¢n pensados para abordar otras problem¨¢ticas sociales. Eso debiera despejar las dudas y preocupaciones de quienes temen un mal uso de los recursos y, m¨¢s a¨²n, debiera ser mirado como una buena posibilidad para dejar de sostener un gasto excesivamente oneroso para el fisco como es el CAE.
Ahora bien, y esto podr¨ªa ser lo preponderante, la discusi¨®n sobre el financiamiento a la educaci¨®n superior y la soluci¨®n del endeudamiento educativo debiera ser una oportunidad para mirar de frente un problema que duele: la educaci¨®n y el debilitamiento de su lugar en los proyectos de vida de los j¨®venes del Chile contempor¨¢neo, y eso, en un pa¨ªs como el nuestro, que desde mediados del siglo XX puso a la educaci¨®n en el centro de los imaginarios de superaci¨®n personal y familiar, que la erigi¨® como la llave maestra de la movilidad social y que la convirti¨® en la cancha en la que todos los esfuerzos val¨ªan la pena, es grave y erosiona el sentido mismo de ser parte de la sociedad. La esperanza y el sacrificio de muchas madres y padres de ver a sus hijos convertidos en profesionales y la convicci¨®n de que la educaci¨®n es la mejor herencia que se les puede dejar, hoy tambalea. El problema del CAE no es sino una expresi¨®n, de las m¨¢s representativas, de esas crisis en que se juntan frustraci¨®n de expectativas, proyectos de vida truncados y gasto ineficiente de cuantiosos recursos p¨²blicos. Una expansi¨®n de la matr¨ªcula librada a las fuerzas del mercado y sin relaci¨®n con la matriz productiva del pa¨ªs y una matriz productiva que no se moderniza y que no es capaz de absorber la fuerza de trabajo calificada que se produce sin mayor planificaci¨®n. Un c¨ªrculo vicioso que exige romperse.
Y esto, vale la pena no olvidarlo, no ocurre en el aire, sino al interior de una sociedad agotada y anhelante de soluciones, que desconf¨ªa de la pol¨ªtica y su capacidad para dar respuesta a sus problemas, pero que, a pesar de todo, ha aceptado los caminos institucionales que en estos a?os se han ofrecido: desde los dos procesos constitucionales fallidos a la elecci¨®n de un Gobierno que prometi¨® hacerse cargo de los dilemas m¨¢s urgentes. Por eso, a quienes sostienen que el presidente y su coalici¨®n de origen har¨ªan bien en olvidarse de su programa para ¡°actuar con realismo¡±, ser¨ªa bueno recordarles que la paciencia del pueblo chileno tiene l¨ªmites y que cuando la pol¨ªtica se muestra incapaz o impotente para mejorar la vida de la gente la democracia deja de tener sentido. De promesas incumplidas y frustraciones populares est¨¢ plagado el camino que ha conducido a los populismos autoritarios contempor¨¢neos.
Por lo mismo, no quisiera dejar pasar una infeliz coincidencia. Parad¨®jicamente, a comienzos de esta semana se aprob¨® la ley corta de isapres y no vimos levantarse una ola de indignaci¨®n entre las ¨¦lites por las generosas condiciones de pago que esta ley estableci¨® para empresas que durante m¨¢s de una d¨¦cada infligieron la ley cobrando excesivamente a sus afiliados. As¨ª, mientras algunos se escandalizan por la posibilidad de que se implementen medidas que alivien la carga financiera de j¨®venes endeudados por estudiar, las y los chilenos comunes y corrientes suman indignaci¨®n ante el trato que reciben los poderosos de siempre.
A pesar de todo, en este momento de crisis podemos salir jugando hacia adelante volviendo a hablar de educaci¨®n, desarrollo y modernidad. Convertirnos en un pa¨ªs donde las familias puedan heredar a sus hijos educaci¨®n y realizaci¨®n personal y no deudas y frustraciones es un horizonte al que debieran querer sumarse, sin mayores inconvenientes, muchas voluntades. De avanzar en esta direcci¨®n depende, en buena medida, que en el futuro pr¨®ximo, no haya nadie que sobre. Ojal¨¢ no dejemos pasar la oportunidad.
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