Luis Emilio Recabarren: ¡°No hay d¨ªa en que no piense en mis padres, en mi t¨ªo y en mi abuelo desparecidos¡±
En abril de 1976, agentes de la dictadura de Pinochet detuvieron a cuatro integrantes de la familia Recabarren. Sobrevivi¨® un ni?o de dos a?os que, 48 despu¨¦s, publica su primer libro, ¡®El d¨ªa en que mis padres desaparecieron¡¯
Luis Emilio Recabarren Mena (Santiago, 50 a?os) ten¨ªa poco m¨¢s de dos a?os cuando estaba en brazos de su madre Nalvia Mena Alvarado, de 20 a?os y embarazada de tres meses y medio, junto a su padre, Luis Emilio Recabarren Gonz¨¢lez, de 29, y su t¨ªo Manuel Recabarren, de 22, cuando todos fueron secuestrados por la DINA, la polic¨ªa secreta de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). Era el 29 de abril de 1976 y bajaban de un bus en el centro de la capital chilena. A la ma?ana siguiente, cuando su abuelo Manuel Recabarren Rojas (50), que trabajaba en una imprenta, sali¨® a buscarlos, fue detenido y nunca m¨¢s regres¨® a su casa: hasta hoy los cuatro integrantes de la familia son parte de las m¨¢s de mil personas opositoras al r¨¦gimen que permanecen desaparecidas en Chile. Hoy ese ni?o, arrancado de los brazos de Nalvia por agentes del Estado y el ¨²nico sobreviviente de esas detenciones, tiene 50 a?os, es padre de tres hijos y ha contado su historia en El d¨ªa en que mis padres desaparecieron (Ediciones B), un libro lanzado en agosto y que lo ha obligado a enfrentarse a un dolor con el que aprendi¨® a vivir. Pero que tambi¨¦n lo ha hecho tomar la decisi¨®n de que, pese a todo, ten¨ªa que seguir adelante, por ¨¦l y por su familia.
¡°Para m¨ª, la desaparici¨®n de mis padres, de mi t¨ªo y de mi abuelo, est¨¢ en el presente. No hay ning¨²n d¨ªa en que no piense en ellos. Y hoy, que mis hijos crecen, que son adolescentes, pienso en c¨®mo habr¨ªan estado, c¨®mo habr¨ªa sido la relaci¨®n con ellos¡±, dice Luis Emilio a EL PA?S al tel¨¦fono desde Suecia, donde vive. ¡°La desaparici¨®n es un luto perpetuo. Y este libro es para mis hijos y para otros ni?os hu¨¦rfanos, para que conozcan la historia. Yo tuve la suerte, y la mala suerte, de salir al exilio, y eso me ayud¨® a sanar y encontrarme, porque creo que si me hubiese quedado en Chile, con toda la polarizaci¨®n que existe, me habr¨ªa vuelto loco. Y habr¨ªa estado totalmente perdido en la violencia¡±.
Recabarren fue criado por sus dos abuelas, Ana Gonz¨¢lez de Recabarren, fallecida en 2018 y una de las fundadoras de la Agrupaci¨®n de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD), y Ernestina Alvarado, quien muri¨® en 2020 y con quien en 1984 tuvo que salir al exilio a Suecia. Aunque de adulto mide 1.86 metros, tal como su padre, Luis Emilio hasta hoy es conocido como Puntito. Lo cuenta as¨ª en su libro, desde la perspectiva de un ni?o, y que escribi¨® junto a su esposa, la periodista Sara Recabarren: ¡°El abuelo siempre me llamaba Puntito y me gusta, aunque no s¨¦ por qu¨¦ tengo ese apodo. Cuando le he preguntado a los adultos, he recibido diferentes respuestas. El abuelo Ismael, la abuela Ernestina e incluso la abuela Ana dicen que me llaman Puntito porque se bromeaba que yo era el punto de referencia de d¨®nde se llevaban a cabo las reuniones del Partido Comunista antes de que mis padres desaparecieran. Donde yo ¡ªel punto¡ª estaba, se realizaban las reuniones. Mis t¨ªas y t¨ªos, por otro lado, dicen que el apodo es porque era redondo y bronceado de peque?o, negro como un punto¡±.
La noche del 29 de abril de 1976, Luis Emilio Recabarren Mena fue abandonado cerca de la casa de su abuela Ana, en una poblaci¨®n de Santiago. Lo cuenta as¨ª en su libro: ¡°Un vecino escucha mi llanto infantil y, desafiando el toque de queda, sale a la calle y se acerca. Me reconoce, me toma y me lleva a mi casa. Mis abuelos me consuelan hasta que me duermo¡±. Por su corta edad, sus recuerdos son los que le han contado, y los rostros de sus padres los atesora en algunas fotograf¨ªas en blanco y negro: en una est¨¢ en los brazos de su joven madre Nalvia, y, en otra, est¨¢ tomado de su mano en un momento que parece empezar a dar sus primeros pasos.
¡°A veces cierro los ojos e intento evocar una imagen de mis padres. Quiero recordar sus rostros, pero cuando lo hago veo una fotograf¨ªa. Una fotograf¨ªa que alguien les tom¨® el d¨ªa de su matrimonio y que no tiene nada que ver con mis propios recuerdos¡±, relata en el El d¨ªa en que mis padres desparecieron.
Dice que de tanto escuchar su propia historia, ha logrado visualizar ese 29 de abril de 1976 como si fuera un recuerdo: ¡°Me imagino que mi padre y mi t¨ªo est¨¢n cansados despu¨¦s de un largo d¨ªa de trabajo en la imprenta. Mi madre, que ha cuidado de m¨ª todo el d¨ªa y est¨¢ embarazada de tres meses y medio, tambi¨¦n est¨¢ cansada. Tal vez hablan sobre qu¨¦ cenar¨¢n. Es oto?o en Santiago y la temperatura ha bajado por la noche. En las veredas, la gente camina a casa con sus chaquetas de media estaci¨®n. Algunos miran al cielo, pregunt¨¢ndose si va a llover¡±, relata en su libro. ¡°No somos los ¨²nicos que bajamos de la micro esa noche de jueves. Existen testimonios de testigos sobre el arresto. Estamos a punto de cruzar la calle cuando hombres de civil con ametralladoras nos detienen. Uno de ellos nos ordena subir a un veh¨ªculo con ventanas polarizadas estacionado cerca del paradero. Cuando mi madre se niega, uno de los hombres la golpea en el est¨®mago con la culata de su rifle. Ella cae al suelo y pierde la conciencia. Mientras cae, uno de los hombres logra arrancarme de sus brazos. Mi padre y mi t¨ªo tambi¨¦n son golpeados. De alguna manera, nos meten a todos en el auto negro con vidrios polarizados. A d¨®nde nos llevan, no tengo idea¡±.
¡°No recuerdo haber visto a la abuela Ana llorar¡±
Luis Puntito Recabarren lleg¨® a Suecia en 1984 con su abuela Ernestina Alvarado. All¨ª se convirti¨® en gran competidor de artes marciales y viaj¨® como deportista por todo el pa¨ªs. Con la distancia que le da tener 50 a?os, se ha dado cuenta de que era una forma de canalizar la ira con la que vivi¨® por mucho tiempo. Tambi¨¦n ve reflejada esa rabia que sent¨ªa en las peleas que ten¨ªa con otros adolescentes durante el fin de semana, cuando iba a discotecas.
Durante a?os, cuenta a EL PA?S, vivi¨® con esa ira. Y pensaba, de adolescente, que su misi¨®n era ser guerrillero para volver a Chile y luchar contra la dictadura. Pero sus abuelas le dijeron: ¡°T¨² no sobreviviste para eso¡±.
Pero tras un viaje a Chile, para vivir un periodo, su abuela Ana lo llev¨® a ver al ballet nacional. Conocer la danza, dice, ¡°fue lo que me centr¨® y me san¨®. Bail¨¦ 13 a?os danza contempor¨¢nea en Suecia, en la Escuela Real. Despu¨¦s bail¨¦ en Israel, en Espa?a, en Luxemburgo, en Francia, en Londres, en toda Europa. Ese fue un rescate muy grande¡±.
Tambi¨¦n recuerda que de ni?o fantaseaba que ve¨ªa a su padres en la calle. Su abuela Ana lo llev¨® varias veces a un sic¨®logo infantil en Santiago y escuch¨® cuando ella, en voz baja, le contaba que su nieto dej¨® de hablar durante varios meses despu¨¦s de que Nalvia y Luis Emilio desaparecieron. En la consulta, Puntito no se atrevi¨® a contar lo que sent¨ªa, algo que s¨ª hizo de adulto, cuando a los 35 volvi¨® a la terapia en Suecia. ¡°Yo era una almeja, muy cerrado¡±, dice.
Lo que no dijo en la consulta en Santiago es que pasaba mucho tiempo ¡°so?ando despierto¡± antes de dormirse. Lo cuenta as¨ª en el libro que escribi¨® en 2024: ¡°En esos sue?os me re¨²no con mis padres. (...) A veces vuelve primero mi pap¨¢ y luego mi mam¨¢. A veces llegan juntos. El momento en que por fin nos reunimos siempre est¨¢ cargado de una explosi¨®n de emociones. Nos abrazamos, lloramos y re¨ªmos¡±. ¡°Una vez so?¨¦ que viv¨ªan como vagabundos y los encontraba en la calle. Hab¨ªan perdido todos sus recuerdos despu¨¦s de ser torturados. En el sue?o, me acerqu¨¦ a mi mam¨¢ y le dije ¡®soy tu hijo¡¯. Entonces ella me mir¨® con grandes ojos curiosos y recuper¨® todos sus recuerdos. (...). En una ocasi¨®n, imagin¨¦ que ella cocinaba mientras yo cuidaba a mi hermana reci¨¦n nacida. Mi pap¨¢ llegaba a casa del trabajo y nos abrazaba a todos¡±.
Su infancia, pese a los dolores de sus abuelas ¨CAna perdi¨® a su marido, sus dos hijos y su nuera en 48 horas y Ernestina a su hija Nalvia embarazada¨C tuvo momentos felices. En su libro, Puntito evoca los paseos familiares en verano a la playa, antes de que se fueran a Suecia, a dos balnearios de la zona central chilena. Uno de ellos fue a El Tabo y el otro a Cartagena. De camino a la costa, en un bus que manejaba un vecino, Ana Gonz¨¢lez invitaba a sus nietos a cantar.
¡°Desde joven aprend¨ª que mi abuela Ana era una mujer carism¨¢tica que le ca¨ªa bien a todo el mundo. Sin embargo, tambi¨¦n s¨¦ que su manera de aligerar el ambiente a veces tiene un costo. Rara vez se muestra triste y tampoco le gusta que nosotros tengamos pena (...) No recuerdo haber visto a la abuela Ana llorar, porque se prometi¨® a s¨ª misma no hacerlo hasta saber toda la verdad sobre lo que les pas¨® a nuestros seres queridos¡±, escribe Recabarren.
Hoy Luis Recabarren cuenta a EL PA?S que ¡°durante a?os, para m¨ª el cuidado propio no exist¨ªa¡±. ¡°Cuando uno pasa por un trauma, es importante tratar de analizar tu comportamiento frente a tus cercanos. Y yo que crec¨ª en familias disfuncionales, precisamente por los traumas, quer¨ªa seguir adelante. S¨¦ que este dolor siempre va a estar aqu¨ª, en mi alma, pero tambi¨¦n tengo que pensar en mis ni?os, pues lo m¨¢s f¨¢cil es caer en el pensamiento destructivo y no enfocarse en el ahora, en lo que uno vive¡±. Y agrega: ¡°Mis dos abuelas siempre me dijeron que ten¨ªa que tener una vida con ¨¦xito, y ese ¨¦xito era harto amor, harta alegr¨ªa, y tratar de lograrlo a pesar de todo lo que hemos pasado y de este dolor, que existe. Yo creo que, independiente del tama?o del trauma, he identificado ese dolor para tratar de hacer algo. Gracias a mis abuelas estoy aqu¨ª¡±.
Parte de ese ¡°hacer algo¡± lo ha canalizado con la educaci¨®n que le ha dado a sus hijos, de 21, 16 y 14 a?os. ¡°Ser padre por primera vez fue tremendo. Recuerdo que a la primera que llam¨¦ fue a mi abuela Ana a Chile y luego a mis t¨ªas. Fue muy emocionante. La relaci¨®n que tenemos con mis ni?os es de hablar mucho. Tambi¨¦n tenemos discusiones pol¨ªticas, de vida y filos¨®ficas. Pero nunca tratando de inculcarles ideas, sino que ellos piensen solos, con la libertad de expresi¨®n que deben tener¡±.
Despu¨¦s de dejar la danza, Recabarren estudi¨® ingenier¨ªa y hoy da clases de matem¨¢ticas, f¨ªsica, biolog¨ªa y qu¨ªmica a alumnos de escuelas y liceos en Suecia, muchos de ellos en vulnerabilidad. ¡°Yo veo mucho trauma en los ni?os, y la manera en que ellos act¨²an muchas veces es por falta de amor, porque el trauma tambi¨¦n te hace responder a una actitud a la vida. Yo mismo pas¨¦ por ese tipo de cosas y me veo reflejado en ellos¡±, dice. Tambi¨¦n, desde 2023, los lunes ayuda a preparar comida para personas que viven en la calle en Suecia. ¡°A veces veo a esas personas vagabundas y me identifico mucho con ellas, porque es tan f¨¢cil llegar a ese punto, donde la vida no importa¡Me encanta estar ah¨ª, aunque es una gota chiquita de ayuda¡±.
En julio de 2023, la Corte Suprema chilena conden¨® a 14 agentes de la DINA por la desaparici¨®n de 16 personas, entre ellas Nalvia Mena Alvarado, Luis Emilio y Manuel Recabarren Gonz¨¢lez y su padre Manuel Recabarren Rojas, secuestrados en el sector de Santa Rosa, en Santiago. En el fallo se estableci¨® que fueron llevados a tres centros de torturas de la capital de Chile: Villa Grimaldi, Sim¨®n Bol¨ªvar y Cuatro ?lamos. Entre los detenidos hab¨ªa un ni?o de dos a?os: Luis Emilio Recabarren Mena, Puntito.
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