Lo que la pol¨ªtica no da, Bachelet no lo presta
El problema para las izquierdas es la falsa sensaci¨®n de unidad que genera Bachelet, una anestesia que difumina las tensiones y asperezas que se han evidenciado a lo largo de la administraci¨®n Boric
El fen¨®meno de Michelle Bachelet es curioso. A pesar de las cr¨ªticas a su segundo mandato, su respaldo al fallido proyecto de la Convenci¨®n Constitucional de 2022 y el desgaste natural del tiempo, su figura persiste, gana terreno en las encuestas y emerge como alternativa para la pr¨®xima elecci¨®n presidencial. Bastaron unas cuantas entrevistas y una agenda de apariciones p¨²blicas para que pusiera en pausa los planes de otros aspirantes en su sector.
A¨²n es incierto si Bachelet se presentar¨¢. El camino hacia la papeleta est¨¢ lleno de desaf¨ªos, y existe la posibilidad de que las izquierdas opten por otro candidato. Pero m¨¢s all¨¢ de su potencial candidatura, lo verdaderamente significativo es el impacto que su reaparici¨®n genera dentro de sus propias filas.
Basta ver el revuelo que ah¨ª genera Bachelet. ¡°Tremenda candidata¡±, dijo la diputada del Partido Comunista Karol Cariola. Su reaparici¨®n ha desatado un sinf¨ªn de especulaciones. Se debate sobre sus motivaciones, la seriedad de sus aspiraciones presidenciales y si sus negativas en entrevistas son genuinas o meras t¨¢cticas dilatorias.
Esta atenci¨®n medi¨¢tica, sin embargo, parece una forma no consciente de desviar el foco de otros asuntos, como las dificultades pol¨ªticas que enfrenta el Gobierno actual. La distracci¨®n oficialista los lleva a evadir discusiones vitales, algunos contingentes, como la crisis de seguridad o la preocupante ralentizaci¨®n de la inversi¨®n en el pa¨ªs; otros m¨¢s profundos, como las razones que explican el fracaso de su proyecto pol¨ªtico-constitucional en septiembre de 2022.
El problema para las izquierdas es la falsa sensaci¨®n de unidad que genera Bachelet, una anestesia que difumina las tensiones y asperezas que se han evidenciado a lo largo de la administraci¨®n Boric. Volvemos as¨ª a un tema recurrente: la fragilidad de la alianza entre Apruebo Dignidad y el Socialismo Democr¨¢tico, forjada principalmente para evitar la victoria de Jos¨¦ Antonio Kast en la elecci¨®n presidencial e intentar crear una hegemon¨ªa post-estallido. Esta uni¨®n carec¨ªa de una verdadera convergencia pol¨ªtica o program¨¢tica; se sustentaba apenas en la existencia de un adversario com¨²n.
Los problemas no tardaron en manifestarse. Por ejemplo, en el manejo de la crisis de seguridad, o la estrategia para la Macrozona Sur, donde las diferencias ideol¨®gicas entre el Partido Comunista y sectores m¨¢s moderados del oficialismo obstaculizaron la implementaci¨®n de un dise?o coherente (algo que la propia Bachelet sufri¨®). Los enfrentamientos est¨¢n a la orden del d¨ªa. Buena parte de las dificultades que enfrenta este gobierno se originan en la falta de acuerdo interno en materias b¨¢sicas. Nada indica que el pa¨ªs resista otra coalici¨®n as¨ª de fr¨¢gil.
La irrupci¨®n de Bachelet puede ocultar moment¨¢neamente las grietas internas de la izquierda. El recuerdo de un pasado feliz la favorece en tiempos de fragmentaci¨®n. Su figura evoca la posibilidad de rearticular un sector pol¨ªtico debilitado tras el fracaso de su agenda de transformaciones radicales. Adem¨¢s, ofrece la oportunidad de mantener al Partido Comunista dentro de la coalici¨®n y de retomar el camino truncado durante el periodo de la Nueva Mayor¨ªa. Su presencia tambi¨¦n inyecta optimismo de cara a las elecciones municipales, entusiasmo ausente en el oficialismo debido al desgaste del Gobierno de Boric.
Sin embargo, no hay que dejarse enga?ar. Las profundas diferencias al interior de la izquierda complican enormemente su cohesi¨®n. El intrincado tri¨¢ngulo entre comunistas, frenteamplistas y exconcertacionistas presenta obst¨¢culos significativos: gran parte del ascenso del Frente Amplio se ciment¨® en una cr¨ªtica implacable a los gobiernos de previos. Bachelet emerge como una figura conciliadora, capaz de perdonar sin l¨ªmites las discrepancias pasadas, aunque tambi¨¦n plantea interrogantes sobre la viabilidad y coherencia de una coalici¨®n bajo su liderazgo. Eso, sin contar la renovaci¨®n de liderazgos en su sector, dejando nuevamente a varios en el banquillo, sobre todo de ¡®la generaci¨®n perdida¡¯, aquella que hoy va entre los 45 y 65 a?os, crecida bajo el alero de la Concertaci¨®n, y que por diversos motivos no ha logrado asentarse en el poder y dirigir sus espacios con eficacia.
En pol¨ªtica la generosidad es escasa, y la tentaci¨®n de ceder el liderazgo a una candidata probada como Bachelet es grande. Sin embargo, esta soluci¨®n podr¨ªa resultar en un alivio moment¨¢neo que genere dificultades mayores a futuro. Si bien Bachelet podr¨ªa proporcionar un impulso inmediato y unificar temporalmente a la izquierda, existe el peligro de que su liderazgo apenas enmascare las profundas divergencias ideol¨®gicas y program¨¢ticas dentro de la coalici¨®n. Esta unidad superficial podr¨ªa eventualmente exacerbar las tensiones internas (o en cualquier caso no resolverla), dejando a la izquierda en una posici¨®n a¨²n m¨¢s precaria una vez que se enfrente a los desaf¨ªos concretos de gobernar. Hoy lo menos dif¨ªcil es ganar.
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