A las tortugas les atrae el olor del pl¨¢stico podrido

Las tortugas se sienten atra¨ªdas por el olor del pl¨¢stico que flota en los oc¨¦anos. Un experimento con una serie de aromas muestra que reaccionan de la misma forma que si estuvieran ante un c¨®ctel de gambas y peces. Pero para que se comportaran igual, la basura pl¨¢stica deb¨ªa llevar el tiempo suficiente en el mar para que se le adhirieran algas y otros organismos. De hecho, a los trozos de polietileno de una botella limpia respondieron como si fuera la brisa marina.

Cada a?o acaban en el mar varios millones de toneladas de pl¨¢stico. Aunque sea por azar estad¨ªstico, los animales marinos deben tropezarse con estos residuos e incluso com¨¦rselos. Un estudio de 2015 calcul¨® que el 52% de las tortugas marinas com¨ªa pl¨¢stico. Lo que no est¨¢ del todo claro es si lo hacen por accidente o porque se creen que es comida. Seg¨²n una hip¨®tesis estos reptiles confunden la bolsa de la compra con una medusa. Pero esta explicaci¨®n solo valdr¨ªa para las especies que, como la tortuga la¨²d, se alimentan casi en exclusiva de medusas. Las dem¨¢s tambi¨¦n comen peces y crust¨¢ceos y hay algunas que pacen en las praderas marinas como si fueran vacas.

Ahora un experimento apunta a una respuesta ante un est¨ªmulo m¨¢s complejo. Investigadores de varias universidades de EE UU y el Caretta Research Project, un proyecto para proteger a la tortuga boba, expuso a cuatro aromas distintos a una quincena de tortugas de esta especie. Sobre el tanque de agua en el que las iban poniendo dispersaron los siguientes cuatro olores: el de un litro de agua desmineralizada, el de 20 gramos de una alb¨®ndiga compuesta de peces y marisco, el de una botella de agua vac¨ªa pero limpia hecha trocitos y otra tambi¨¦n troceada pero que hab¨ªa estado en el mar durante cinco semanas.

Las tortugas boba del ensayo sacaron su hocico a la superficie las mismas veces ante el aroma de la comida que ante el del pl¨¢stico

El trabajo, publicado en Current Biology, muestra que las tortugas apenas se vieron atra¨ªdas por el agua desionizada y el pl¨¢stico limpio. Sin embargo, multiplicaron hasta por cinco el tiempo que sacaban sus narices fuera del agua para olfatear tanto el aroma de la bola de pescado y mariscos como el despedido por el pl¨¢stico con material org¨¢nico adherido. Tambi¨¦n triplicaron el n¨²mero de olfateos en cada emersi¨®n. Ambos patrones son indicadores de b¨²squeda de comida. Incluso hay una mayor actividad ante el olor del pl¨¢stico con microbiota.

¡°Vemos que las tortugas bobas responde al olor de los pl¨¢sticos con incrustaciones biol¨®gicas de la misma forma que lo hacen al aroma de la comida, lo que sugiere que pueden verse atra¨ªdas por los restos de pl¨¢stico no solo por su apariencia sino por c¨®mo huelen¡±, dice en una nota el investigador de la Universidad de Florida (EE UU) y coautor del estudio Joseph Pfaller. ¡°Esta trampa olfativa podr¨ªa ayudar a explicar por qu¨¦ las tortugas marinas se tragan y quedan enredadas en los pl¨¢sticos con tanta frecuencia¡±, a?ade.

Los autores reconocen que, por el propio dise?o de su experimento, no pueden saber qu¨¦ elemento espec¨ªfico presente en el pl¨¢stico es el que atrajo a las tortugas. En el tiempo pasado en el agua, los trozos de pl¨¢stico se hab¨ªan convertido en el hogar de diversos microorganismos marinos. De ah¨ª que los cient¨ªficos sugieran la posibilidad de que vol¨¢tiles emanados de la s¨ªntesis org¨¢nica protagonizada por microalgas, hidrozoos u otros organismos atraigan a los reptiles marinos como pista de que hay comida.

Adem¨¢s de identificar los productos qu¨ªmicos responsables del atractivo olor, la gran limitaci¨®n de este trabajo es que se realiz¨® con ejemplares j¨®venes (cinco meses de vida) criados en cautividad de una de las seis especies de tortugas marinas que hay. Habr¨ªa que replicarlo en las dem¨¢s que, con dietas diversas, tambi¨¦n caen en la trampa del pl¨¢stico.

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