Lo que ver¨ªa un marciano
El alien¨ªgena percibir¨ªa que los intelectuales se est¨¢n empezando a cabrear no ya contra el coronavirus, sino contra la l¨®gica econ¨®mica que nos ha dejado tullidos para enfrentarlo
Cuando uno est¨¢ obsesionado con los problemas de su provincia, lo m¨¢s com¨²n es que no logre resolverlos. Necesita un observador externo que le ayude a contextualizar su experiencia, a compararla con la de otras provincias y vislumbrar una soluci¨®n general que tambi¨¦n ayude a los suyos. En el caso de una pandemia, sin embargo, no hay observadores externos, por definici¨®n de pandemia. Solo podemos recurrir a un hipot¨¦tico marciano para que nos ofrezca su visi¨®n gal¨¢ctica y nos ayude a despejar las sombras que nos abruman en esta provincia del cosmos. Lo que sigue es lo que ver¨ªa el hombrecito verde.
En primer lugar, el marciano percibir¨ªa que los intelectuales se est¨¢n empezando a cabrear no ya contra el coronavirus, sino contra la l¨®gica econ¨®mica que nos ha dejado tullidos para enfrentarlo. A?os y d¨¦cadas de recortes en ciencia y privatizaciones en sanidad, culminados con a¨²n m¨¢s penurias desde la crisis de 2008, la austeridad obtusa de los contables y el inmoral enriquecimiento de los tiburones a costa de los bancos de peces que se comen cada d¨ªa, nos han conducido a esta situaci¨®n. Los cerebros terr¨ªcolas, deduce el marciano, han empezado a percibir por la v¨ªa dura que dejar a los mercados sueltos es tan da?ino como dejar al virus libre. El fundamentalismo de la desregulaci¨®n no funciona, y el mantra central de la econom¨ªa moderna ¨Ccrezcamos primero que ya se beneficiar¨¢ el populacho despu¨¦s¡ª se ha acabado de revelar como la mentira compulsiva que siempre fue.
Los cerebros terr¨ªcolas, deduce el marciano, han empezado a percibir por la v¨ªa dura que dejar a los mercados sueltos es tan da?ino como dejar al virus libre
Incluso desde varios parsecs de distancia, el hombrecito verde tambi¨¦n se quedar¨ªa perplejo por el provincianismo cateto que da?a al planeta azul incluso en los tiempos que m¨¢s requerir¨ªan una acci¨®n internacional coordinada. Tampoco esto es nuevo para ¨¦l. Lleva observ¨¢ndonos desde la crisis de 2008 y sabe que las econom¨ªas ricas del norte de Europa no hicieron m¨¢s que empeorar la situaci¨®n con unas medidas fiscales absurdas, contraproducentes y miserables. Pero ahora, y por si Europa no estuviera lo bastante fragmentada, a un solo pa¨ªs le surge un provincianismo interior, mentiroso y desleal. ¡°Cosas de los humanos¡±, se dir¨¢ el marciano. ¡°No me extra?a que se vayan a extinguir¡±.
Luego est¨¢n las hordas. Lo peor no es que el m¨¢s tonto de la clase dedique su tiempo a mandar tuits t¨®xicos. Lo peor es que otro mill¨®n de humanos dediquen el suyo a rebotarlo a todos sus contactos, conocimientos y cu?ados. Los terr¨ªcolas disponen de medios de comunicaci¨®n serios, pero la mayor¨ªa de la gente, por alguna raz¨®n, prefiere informarse con el ruido y el veneno, las partes interesadas y los estafadores. Una especie parad¨®jica, se dir¨¢ el hombrecillo verde y, arrancando su ovni de un certero golpe de trompeta facial, se largar¨¢ de la Tierra con premura y alivio.
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