Los hipop¨®tamos del narco Escobar, ?especie invasora o restauradores del ecosistema?
Decenas de especies introducidas por los humanos cubren el vac¨ªo de las extinguidas hace miles de a?os
Una de las excentricidades del narcotraficante Pablo Escobar fue montar un zool¨®gico privado en la selva colombiana. Cuando fue abatido por la polic¨ªa, en 1993, las autoridades recuperaron a casi todos los animales, pero no supieron qu¨¦ hacer con los cuatro hipop¨®tamos que se hab¨ªa tra¨ªdo de ?frica. Eran demasiado grandes y violentos para moverlos de all¨ª y ¨²nicos para sacrificarlos. Casi 30 a?os despu¨¦s, ya son unos 80 ejemplares. Para la mayor¨ªa de los cient¨ªficos son una especie invasora. Sin embargo, un nuevo estudio sostiene que estos animales y varias decenas de especies forasteras m¨¢s est¨¢n ocupando el hueco dejado por los grandes herv¨ªboros extinguidos por los humanos del pasado.
Salvo en ?frica y Asia, apenas quedan grandes herb¨ªvoros sobre el planeta. Los mamuts, los zygomaturus, unos marsupiales de 500 kilogramos, o la Hemiauchenia paradoxa, una llama enorme de una tonelada, desaparecieron en paralelo a la gran expansi¨®n humana tras la ¨²ltima edad de hielo, en el final del Pleistoceno. Estos animales, ya pastaran o ramonearan, eran parte esencial de todo ecosistema. Adem¨¢s de ser el sustento de los carn¨ªvoros, controlaban la vegetaci¨®n, diseminaban semillas y protagonizaban el ciclo de los nutrientes.
En fechas m¨¢s recientes, los humanos han introducido muchas especies en nuevos h¨¢bitats. Los caballos llevados a Am¨¦rica por los espa?oles, los burros ahora salvajes de Australia o los hipop¨®tamos que Escobar llev¨® a su Hacienda N¨¢poles (Doradal, Colombia) son algunos de los 33 ejemplos que han usado un grupo de cient¨ªficos para comprobar si estas especies cambiadas de sitio ejercen las funciones que desempe?aban las desaparecidas.
¡°Sin una m¨¢quina del tiempo, tenemos que inferirlo apoy¨¢ndonos en las caracter¨ªsticas del organismo en cuesti¨®n, los rasgos que influyen en su impacto sobre el medio¡±, dice el investigador de la Universidad de Tecnolog¨ªa de Sidney (Australia) y principal autor del estudio Erick Lundgren. ¡°Hab¨ªa muchas especies en Am¨¦rica del Sur antes de las extinciones provocadas por los humanos que se parec¨ªan, hasta cierto punto, a los hipop¨®tamos. Son m¨¢s parecidos en todos los rasgos [estudiados] a las llamas gigantes extintas, aunque difer¨ªan en el uso del h¨¢bitat¡±, detalla Lundgren. ¡°Existe una gran probabilidad de que si estudiamos los hipop¨®tamos en el contexto de las extinciones del Pleistoceno tard¨ªo y seg¨²n los roles de ingenier¨ªa de ecosistemas que desempe?an en ?frica, encontrar¨ªamos una historia compleja: que los hipop¨®tamos puede que desplacen a algunas especies nativas, pero que tambi¨¦n facilitan otras. Como pasa con todas las especies¡±, concluye.
Los herb¨ªvoros introducidos han recuperado la mitad de la riqueza biol¨®gica perdida con las extinciones
El estudio, publicado en PNAS, parte de las especies de herb¨ªvoros de m¨¢s de 10 kilos que hab¨ªa en la parte final del Pleistoceno, unas 430. De ellas, el 35% ya han desaparecido, con porcentajes mucho m¨¢s altos en Am¨¦rica y Australia, donde se han perdido el 65% de las que hab¨ªa y en Europa, donde se han extinguido m¨¢s de la mitad. Para comparar entre estas especies extinguidas y las 33 introducidas, Lundgren y sus colegas tuvieron en cuenta aspectos como su masa corporal, la forma de alimentarse (pastos o brotes y hojas), las caracter¨ªsticas de su h¨¢bitat original y el de destino, su forma de desplazarse o c¨®mo digieren la comida. Todos estos rasgos perfilan las funciones ecol¨®gicas que cumple cada animal.
Los resultados de esta investigaci¨®n sostienen que el 64% de las especies introducidas por los humanos en continentes distintos al del rango original son m¨¢s parecidas a las extinguidas que a las nativas existentes. Eso habr¨ªa llevado a que, al menos en su aportaci¨®n al ecosistema, los herb¨ªvoros forasteros han recuperado hasta la mitad de la riqueza biol¨®gica perdida en Europa, Australia o en Am¨¦rica del Norte. En Sudam¨¦rica la recuperaci¨®n ha sido menor, mientras que en Asia y ?frica apenas hab¨ªa terreno perdido que recuperar.
Para el investigador de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares y tambi¨¦n coautor del estudio ?scar Sansidro, ¡°muchas de estas especies introducidas solapan con parte de la megafauna f¨®sil en continentes como Norteam¨¦rica o Europa¡±. Sin embargo, a?ade, ¡°que en Sudam¨¦rica o Australia ocurre algo distinto: aunque parecen recuperar parte de los roles ecol¨®gicos perdidos, ocupan otros nuevos, convirti¨¦ndolos en potenciales problemas¡±. E incluye aqu¨ª a los hipop¨®tamos de Escobar. ¡°Esta poblaci¨®n sigue creciendo sin control y su actividad incrementa la productividad de los r¨ªos y lagos donde pasan la mayor parte del tiempo. Esto puede producir crecimiento algal y eutrofizaci¨®n, lo que puede significar da?ar gravemente los ecosistemas¡±.
Tras dos a?os siguiendo a la descendencia de los hipop¨®tamos del narco, un grupo de investigadores liderados por el ec¨®logo de la Universidad de California en San Diego Jonathan Shurin public¨® en enero pasado sus resultados. Aunque se desconoce la cifra exacta, sus estimaciones apuntan a que ya son unos 80 los hipop¨®tamos que hay en Colombia. La mayor¨ªa siguen en alguno de los 70 lagos y embalses que hab¨ªa en las 3.000 hect¨¢reas de la Hacienda N¨¢poles, hoy reconvertida en parque tem¨¢tico. Pero algunos han sido vistos a 150 kil¨®metros de all¨ª r¨ªo Magdalena abajo. De seguir el ritmo de crecimiento de estos a?os, todo apunta a que habr¨¢ unos 780 ejemplares en 2040, que se habr¨¢n multiplicado por 10 20 a?os m¨¢s tarde.
¡°El ecosistema ya no se parece en nada al que era, un bosque h¨²medo tropical convertido en su mayor¨ªa en ranchos y plantaciones de palma aceitera¡±, recuerda Shurin, que no ha participado en el estudio actual. ¡°Esto no tiene nada que ver con la p¨¦rdida de los megaherb¨ªvoros y todo con el uso de la tierra y recuperar a los grandes animales no revertir¨¢ este cambio¡±, a?ade. Para el ec¨®logo estadounidense, los hipop¨®tamos de Escobar ¡°deben ser retirados o contenidos¡±.
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