El aislamiento provoca hambre de contacto personal
La soledad activa los mismos mecanismos cerebrales que la falta de comida, seg¨²n un estudio del MIT
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Coincidiendo con la llegada de la primavera, mientras buena parte de la poblaci¨®n mundial se reclu¨ªa para evitar la propagaci¨®n del coronavirus, nuestras pantallas se llenaban de rostros. Por todos lados vemos im¨¢genes de reuniones familiares y de amigos usando pantallas para verse las caras, a veces por docenas a la vez. Si ten¨ªamos alguna duda de que somos seres sociales que necesitamos a los dem¨¢s, esta crisis lo ha dejado claro. Y justo ahora, con gran sentido de la oportunidad, un estudio ha venido a mostrar que para nuestro cerebro es una necesidad biol¨®gica m¨¢s. La soledad activa los mismos mecanismos cerebrales que el hambre.
¡°Descubrimos que el aislamiento social agudo causa se?ales de deseo neuronal en el cerebro similares al hambre aguda. Esto sugiere que la representaci¨®n neuronal de la soledad y el hambre es, al menos en parte, similar¡±, resume Livia Tomova, una de las autoras del experimento. Estas neurocient¨ªficas del Instituto Tecnol¨®gico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en ingl¨¦s) sometieron a un grupo de cuarenta personas a una privaci¨®n social y de alimentos, en d¨ªas distintos, para observar la reacci¨®n de su cerebro. Despu¨¦s de tantas horas sin relacionarse con nadie, ni f¨ªsica ni virtualmente, les mostraban im¨¢genes de sus actividades sociales favoritas. Y en otra ocasi¨®n distinta, les mostraban im¨¢genes de comida tras una jornada en ayunas. Y comparaban la actividad cerebral de esas dos sesiones, junto con otra de control en la que no se les priv¨® de nada.
Los resultados se ajustan a "la idea intuitiva de que las interacciones sociales positivas son una necesidad humana b¨¢sica, y la soledad aguda es un estado indeseable que empuja a las personas a solucionar esa carencia, similar al hambre¡±
Las conclusiones son claras: sus resultados ¡°se ajustan a la idea intuitiva de que las interacciones sociales positivas son una necesidad humana b¨¢sica, y la soledad aguda es un estado indeseable que empuja a las personas a solucionar esa carencia, similar al hambre¡±.
Una curiosa investigaci¨®n en neurociencias que, repentinamente, tiene importantes repercusiones dada la situaci¨®n actual del planeta. ¡°En enero, cuando comenzamos a escribir el art¨ªculo, me entusiasmaron los resultados, pero me preocupaba que pudiera tratarse de un tema demasiado espec¨ªfico. ?Por qu¨¦ un adulto sano, socialmente conectado, se ver¨ªa obligado a aislarse?¡±, ironiza Rebecca Saxe la autora principal del estudio, que todav¨ªa no se ha publicado en una revista cient¨ªfica.
El momento actual, en el que se obliga a millones de personas a vivir un completo aislamiento f¨ªsico, estar¨ªan aumentando tanto los sentimientos de soledad como las ansias de contacto social entre personas. ¡°Una pregunta vital es cu¨¢nto y qu¨¦ tipo de interacci¨®n social es suficiente para satisfacer esta necesidad b¨¢sica y, por lo tanto, eliminar esta respuesta de apetito neuronal¡±, explica Tomova. Y a?ade: ¡°La situaci¨®n actual enfatiza la necesidad de una mejor comprensi¨®n de las necesidades sociales humanas y los mecanismos neuronales que subyacen a la motivaci¨®n social¡±.
Solitarios y excluidos
No obstante, estas cient¨ªficas tambi¨¦n observaron que todas las personas experimentaban el hambre por igual, pero no ocurr¨ªa lo mismo con la soledad. Los sujetos del estudio que estaban m¨¢s acostumbrados a la soledad, se?alaban tener menos ansias de contacto social despu¨¦s del aislamiento. ¡°Esto sugiere que las personas solitarias quieren menos contacto social, un resultado que est¨¢ en l¨ªnea con estudios previos sobre la soledad cr¨®nica que muestra que las personas que experimentan la soledad durante m¨¢s tiempo parecen desear menos interacciones sociales¡±, apunta Tomova, que a?ade que no est¨¢n claros los motivos. ¡°Podr¨ªa ser que sentirse solo durante un per¨ªodo prolongado hace que las personas tambi¨¦n quieran menos contacto social, pero tambi¨¦n podr¨ªa ser que las personas que desean menos contacto social son las que se vuelven solitarias¡±, se?ala esta especialista en cognici¨®n y aislamiento.
¡°Tenemos integrado en lo m¨¢s profundo de nuestros circuitos la necesidad de mirarnos a la cara. Muchos pensaban que el abuso de las tecnolog¨ªas de nuestra sociedad iba a suponer que perdamos esa comunicaci¨®n, pero estos d¨ªas se ha revelado como una necesidad b¨¢sica como la comida o el cobijo¡±Susana Mart¨ªnez-Conde, directora del laboratorio de Neurociencia Integrada de la Universidad del Estado de Nueva York
Pero hay algunas diferencias fundamentales entre lo que vivieron los sujetos de ese experimento y lo que sufren millones de personas. ¡°Un d¨ªa de aislamiento no es tan largo para un humano¡±, explica Saxe, y ¡°nosotros, por razones ¨¦ticas, ten¨ªamos que decirles a los participantes cu¨¢nto tiempo durar¨ªa el aislamiento cuando aceptaban el estudio¡±. Adem¨¢s, en el experimento los sujetos no pod¨ªan relacionarse con nadie ni por medios virtuales, mientras que los confinados por el coronavirus lo hacen permanentemente. ¡°Los avances tecnol¨®gicos ofrecen nuevas oportunidades para estar virtualmente conectados con otros, a pesar de las separaciones f¨ªsicas. Pero no est¨¢ claro cu¨¢nto satisfacen las necesidades sociales estas interacciones sociales virtuales¡±, expone Tomova. ¡°Y algunos investigadores han argumentado que el uso de medios sociales solo aumenta los sentimientos subjetivos de aislamiento, pero otros estudios han demostrado que las redes sociales tambi¨¦n pueden tener efectos positivos¡±, a?ade. La ciencia actual deja muchas preguntas abiertas en este sentido. De momento, los confinados recurren a las aplicaciones de videollamada como mejor sustituto posible de su hambre social.
Mariano Sigman, neurocient¨ªfico que no ha participado en este estudio, lo considera otro ejemplo de c¨®mo lo social y lo cultural afectan a nuestra biolog¨ªa. Y recuerda el estudio cl¨¢sico en que tres personas juegan a pasarse un bal¨®n hasta que dos de ellas, conchabadas, dejan de pasarla al tercero. Esa exclusi¨®n le genera un dolor social que activa los mismos mecanismos que el dolor f¨ªsico. ¡°Este estudio no es un gran avance, no tiene gran novedad cient¨ªfica en el sentido de que ya se sab¨ªa que al ansiar sexo, comida y otras necesidades se usan los mismos circuitos cerebrales, porque ya hemos tenido otros experimentos parecidos antes¡±, explica el investigador de la Universidad Torcuato Di Tella. ¡°No obstante es un experimento bien hecho y aunque no nos ense?a nada que en general ya no supi¨¦ramos, para este tema concreto han sumado todas las piezas t¨¦cnicamente muy bien¡±, a?ade.
¡°Somos seres sociales y vivimos una situaci¨®n muy dura. De ah¨ª que haya explotado el uso de tecnolog¨ªas para mantener a toda costa las relaciones cara a cara¡±, asegura Susana Mart¨ªnez-Conde, directora del laboratorio de Neurociencia Integrada de la Universidad del Estado de Nueva York. Y a?ade: ¡°Tenemos integrado en lo m¨¢s profundo de nuestros circuitos la necesidad de mirarnos a la cara. Muchos pensaban que el abuso de las tecnolog¨ªas de nuestra sociedad iba a suponer que perdamos esa comunicaci¨®n, pero estos d¨ªas se ha revelado como una necesidad b¨¢sica como la comida o el cobijo¡±.
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