Las lecciones de la peor pandemia de la historia
La peste asol¨® Europa durante siglos sin que se conociese el origen, la causa ni el tratamiento. De esa epidemia vienen la cuarentena, el equipo protector de los m¨¦dicos, el cierre de fronteras y los bulos que desencadenan odio y violencia
Durante la peor pandemia de la historia los enfermos ve¨ªan una imagen terror¨ªfica antes de morir. Una figura negra con un sombrero de ala ancha les miraba desde el otro lado de unos anteojos redondos. Su cara era de p¨¢jaro con un pico largo y deforme. En una de sus manos enguantadas llevaba una vara larga con la que examinaba al enfermo, la mayor¨ªa de las veces para comprobar si ya estaba muerto. Era el m¨¦dico de la peste.
Este atuendo es en la actualidad uno de los disfraces m¨¢s populares en los carnavales de Venecia. Se remonta a las epidemias de peste que asolaron Europa y que llegaron a aniquilar a un tercio de su poblaci¨®n. En muchas ocasiones la tasa de letalidad era casi del 100%. Se ignoraba su origen, su causa, su contagio, su tratamiento. Causaba tanto terror que se evitaba nombrarla con eufemismos como ¡°el mal que corre¡±.
La peste negra lleg¨® a Europa en un barco de marineros enfermos procedentes del mar Negro en 1348. En sucesivas oleadas durante los siguientes cuatro siglos mat¨® a cientos de millones de personas. Pasaron cinco siglos hasta que se identific¨® el causante de la enfermedad: la bacteria Yersinia pestis transmitida por la picadura de pulgas. Estos insectos viajaron por el mundo a bordo de ratas que a su vez eran transportadas accidentalmente por los humanos en carros y barcos por las principales rutas comerciales, primero la de la seda desde el foco original en Asia y luego por todo el Mediterr¨¢neo. Entonces como ahora la actividad humana hizo explotar la pandemia.
Siete siglos despu¨¦s de la peste negra, el m¨¦dico Mark Earnest de la Universidad de Colorado (EE UU) recuerda esta semana el d¨ªa que entr¨® en una habitaci¨®n para examinar a su primer paciente de covid. Iba cubierto por dos capas de guantes, delantal, mascarilla y gafas protectoras. ¡°Sent¨ª una oleada de culpabilidad¡±, escribe en la prestigiosa revista New England Journal of Medicine, ¡°llevaba un traje de protecci¨®n contra cat¨¢strofes que me hac¨ªa irreconocible y que no era para proteger a mi paciente, sino a m¨ª¡±. Earnest se sinti¨® como un m¨¦dico de la peste.
Es asombroso comprobar cu¨¢ntas de las cosas que estamos viendo durante la peor pandemia del siglo XXI se inventaron de urgencia en la del XIV
Pero la figura terror¨ªfica del m¨¦dico de la peste es un s¨ªmbolo del resurgimiento del conocimiento y la ciencia frente a las creencias religiosas o fant¨¢sticas. El pico de la m¨¢scara iba relleno de perfume y vinagre porque en teor¨ªa desinfectaba el aire pestilente que desprend¨ªan los enfermos y que se pensaba causante de la infecci¨®n. Todo el cuerpo iba sellado, envuelto en una t¨²nica encerada para evitar el contagio. Y esa vara era ya una medida para guardar la distancia de seguridad. Era un primer ejemplo del equipo de protecci¨®n de los sanitarios.
¡°Con la peste de 1348 empieza la era moderna de la sanidad¡±, resume el m¨¦dico italiano Sergio Sabbatani. Es asombroso comprobar cu¨¢ntas de las cosas que estamos viendo durante la peor pandemia en lo que va de siglo XXI se inventaron de urgencia en la del XIV.
En Venecia ¡ªuna ciudad en medio de una laguna¡ª se designaron islas a las que se llevaba a los convalecientes y donde deb¨ªan permanecer todos los extranjeros llegados por barco durante 40 d¨ªas, la cuarentena ¡ªdel italiano quaranta¡ª. Los barcos que estaban libres de enfermedad ondeaban bandera amarilla, que a¨²n hoy designa la letra q, de cuarentena.
¡°Algunos hab¨ªa que si pod¨ªan llegar a la ventana de golpe, se lanzaban a la calle y mor¨ªan¡±Testimonio de un artesano de Barcelona en 1651
Los 40 d¨ªas son un legado del poder de la Iglesia. ¡°Es el tiempo que Jes¨²s pas¨® en el desierto sobreviviendo a las tentaciones del diablo y dado que se pensaba que la peste era un castigo divino, as¨ª se estableci¨®¡±, recuerda el historiador Jos¨¦ Luis Betr¨¢n, autor de Historia de las epidemias en Espa?a (La esfera de los libros). El libro detalla el avance de la peste negra por Espa?a desde los puertos de levante como Barcelona y Valencia hacia el interior del pa¨ªs durante una epidemia que dur¨® a?os, que lleg¨® a matar a uno de cada cinco espa?oles y que fue reapareciendo a lo largo de los siglos causando siempre el mismo terror.
¡°Algunos hab¨ªa que si pod¨ªan llegar a la ventana de golpe, se lanzaban a la calle y mor¨ªan, que como solo hab¨ªa cuid¨¢ndolos un hombre o una mujer y los enloquecidos ten¨ªan tanta fuerza, no los pod¨ªan parar¡±, escribe en 1651 el artesano Miquel Parets sobre la peste en Barcelona.
De aquella ¨¦poca datan los primeros intentos de establecer redes de informadores para tener datos reales sobre la epidemia y tambi¨¦n el oscurantismo y la manipulaci¨®n de datos para evitar que la noticia de una epidemia trascendiese, pues fue entonces cuando empezaron a cerrarse ciudades enteras para contener la peste, explica Betr¨¢n. De aquella ¨¦poca datan teor¨ªas err¨®neas con un asombroso parecido con la actualidad, como que la peste hab¨ªa sido fabricada de forma deliberada. La teor¨ªa aliment¨® el odio hacia los posibles culpables, los jud¨ªos, que fueron perseguidos y asesinados en muchas ciudades europeas, desde Barcelona hasta Estrasburgo.
Por la peste se establecieron los primeros cierres de fronteras y cordones sanitarios y la obligaci¨®n so pena de muerte de que los viajeros entrasen por puestos de control donde hac¨ªan cuarentena, se les fumigaba y cubr¨ªa de vinagre. Imitando a Venecia, muchas ciudades y reinos crearon comisiones de sanidad p¨²blica formadas por superintendentes que ¡°ven¨ªan a controlar la carne, el pescado, los crust¨¢ceos, la fruta, el grano, el vino, el agua, la construcci¨®n de hospitales, cementerios, lazaretos, funerales, medicinas, m¨¦dicos, pobres, viajeros, prostitutas¡±, relata Sabbatani.
Los m¨¦dicos y cirujanos, sanitarios de la ¨¦poca, eran v¨ªctimas frecuentes de plaga. En la Venecia de 1348, de 18 m¨¦dicos de la peste registrados, cinco murieron y otros 12 abandonaron su profesi¨®n por miedo al contagio.
Algo as¨ª vivi¨® Juan Tom¨¢s Porcell cuando acept¨® el encargo de acabar con la epidemia de peste en Zaragoza en 1564. Todos sus antecesores en el cargo hab¨ªan enfermado o muerto. Porcell estuvo al cuidado de 2.000 infectados en el hospital improvisado para la epidemia a las afueras de la ciudad. Cada d¨ªa recorr¨ªa las calles recogiendo nuevos enfermos. Ve¨ªa im¨¢genes dantescas; ni?os reci¨¦n nacidos abrazados a sus madres muertas a los que las nodrizas ten¨ªan que alimentar con su propia leche a riesgo de contagiarse, pues tambi¨¦n ellos ten¨ªan la peste.
Intentando salvar a un ni?o Porcell hizo historia de la medicina. Practic¨® una autopsia a una mujer embarazada muerta de peste. Consigui¨® sacar al beb¨¦ del vientre a¨²n vivo, pero falleci¨® al poco tiempo. El m¨¦dico hizo al menos cinco autopsias sistem¨¢ticas para analizar el da?o a los ¨®rganos, la composici¨®n de los bubones y los ganglios inflamados, sobre todo all¨ª donde pic¨® la pulga, que sol¨ªa ser la axila o la ingle por la presencia de vello. Esto supuso todo un r¨¦cord para la ¨¦poca, pues no se sabe de otro m¨¦dico con el valor de arriesgarse a hacer autopsias a apestados. Porcell sobrevivi¨® a la peste y describi¨® sus hallazgos en un tratado m¨¦dico escrito en castellano que circul¨® por toda Europa.
La peste sigue causando brotes espor¨¢dicos. En 2017 dej¨® 2.300 infectados y m¨¢s de 200 muertos en Madagascar
Sin propon¨¦rselo, Porcell cre¨® la disciplina de la patolog¨ªa cl¨ªnica que a¨²n se practica en los hospitales y ¡°anuncia lo que ser¨¢ la revoluci¨®n cient¨ªfica de las siguientes generaciones¡±, resalta la historiadora de la ciencia Consuelo Miqueo. Su caso ¡°es paradigm¨¢tico de una actitud moderna por basar sus propuestas preventivas y terap¨¦uticas en la experiencia, en la observaci¨®n cl¨ªnica y anatomopatol¨®gica de un n¨²mero muy alto de casos (2.000), analizando variables con un procedimiento que se halla en la base de la moderna epidemiolog¨ªa cl¨ªnica¡±.
La primera vez que un ser humano vio al verdadero causante de la peste no lo supo identificar. Fue en 1658, cuando Athanasius Kircher tom¨® sangre de un apestado y la puso bajo su rudimentario microscopio. Vio moverse por el l¨ªquido unos extra?os corp¨²sculos de forma cambiante. La causa de la enfermedad innombrable solo se descubrir¨¢ en 1894, cuando Alexandre Yersin y Kitasato Shibasaburo identificaron de forma independiente el bacilo Yersinia pestis. Hab¨ªan pasado 546 a?os de la llegada de la peste negra a Europa.
A pesar de que hay tratamientos antibi¨®ticos efectivos, la enfermedad sigue causando brotes espor¨¢dicos, sobre todo en regiones pobres, pero tambi¨¦n en pa¨ªses desarrollados como EE UU. El ¨²ltimo brote, de 2017, dej¨® 2.300 infectados y m¨¢s de 200 muertos en Madagascar.
Hay un ¨²ltimo paralelismo entre el pasado y la actualidad. La peste supuso la primera vez en la historia en la que el mundo se globaliz¨® por el efecto de un solo microbio. Siete siglos despu¨¦s, estamos en la misma situaci¨®n.
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