Fabulosas historias del coronavirus
La pandemia ha conseguido que nuestra realidad se haga dist¨®pica y tan cercana a lo fabuloso que necesitamos tirar de ficciones para explicarla

Mientras el mundo guardaba cuarentena, la naturaleza reconquist¨® su espacio. De manera ¨¦pica, en la superficie usurpada por el ser humano fueron apareciendo animales.
Como si de una f¨¢bula se tratase, pudimos ver jabal¨ªes en Madrid y Barcelona, coyotes en San Francisco, delfines en los canales venecianos, pavos reales por la puerta de Alcal¨¢ e incluso cabras que bajaron del monte y se pusieron a trotar por las calles de Chinchilla, en Albacete, as¨ª como patos silvestres en las fuentes de Roma y una banda de monos que, tal vez, no quisieron perder lo ganado en estos d¨ªas y, por eso mismo, robaron con violencia muestras de sangre contaminadas de coronavirus en un hospital de Delhi.
De estos ¨²ltimos toca hablar hoy, pues la noticia que salt¨® hace unos d¨ªas sorprende con su carga infinita de informaci¨®n. Se trata de una noticia que se relaciona con las ficciones que habitan nuestro imaginario, ah¨ª donde los primates aparecen como orden dominante sobre las dem¨¢s especies que pueblan la Tierra ?Qui¨¦n no recuerda a Charlton Heston ataviado con taparrabos dentro de una jaula en El Planeta de los simios? De esta manera, una pel¨ªcula ha venido a condicionar nuestras estructuras ps¨ªquicas hasta identificar su fabulosa historia con el suceso ocurrido en Delhi.
Cuando la Estatua de la Libertad aparece en pantalla pegando un choque emocional que nos descubre, no solo el paso del tiempo en el planeta Tierra, sino el final de toda esperanza.
Si bien, la novela dist¨®pica en la que se basa la pel¨ªcula sit¨²a la acci¨®n en un planeta que no era la Tierra, sino Soror, fue el director Franklin James Schaffner el que hizo que la historia fuese m¨¢s dist¨®pica todav¨ªa cuando la Estatua de la Libertad aparece en pantalla pegando un choque emocional que nos descubre, no solo el paso del tiempo en el planeta Tierra, sino el final de toda esperanza. Pierre Boulle escribi¨® la novela a principios de los a?os sesenta y, en ella, nos presenta una jerarqu¨ªa de primates dominantes, siendo los gorilas la clase poderosa.
Con todo, hay otro relato fundacional donde sale un primate y que llev¨® a un detective a descubrir el primer caso conocido dentro del g¨¦nero polic¨ªaco. El crimen tuvo lugar en una casa de la calle Morgue donde aparecieron los cad¨¢veres de una madre y de su hija. Hab¨ªan sido asesinadas: la una decapitada; la otra metida dentro de la chimenea. Lo cont¨® Edgar Allan Poe.
El encargado de descubrir el misterio ser¨¢ Auguste Dupin, prototipo de detective cient¨ªfico; un caballero inteligente y creativo que, una vez analizados los hechos, expone sus conclusiones de manera resoluta. En el caso de los cr¨ªmenes de la calle Morgue, el asesinato hab¨ªa sido cometido por un gorila que, escapado de su due?o, hab¨ªa entrado en la casa.
Pero volviendo al caso que nos ocupa, el asalto al laboratorio de Delhi ha sido obra de una banda de macacos conocidos como macacos Rhesus. Se trata de un primate catarrino capaz de reconocerse a s¨ª mismo delante de un espejo; un primo lejano nuestro que comparte cerca del 93% de su secuencia de ADN con el ser humano. Resulta curioso que, lo que se conoce como ¡°factor Rh¡± del grupo sangu¨ªneo, reciba el nombre del macaco Rhesus por haber sido en el citado animal donde se identific¨® por vez primera.
Con el tema del coronavirus, la realidad vuelve a trazar analog¨ªas con la ficci¨®n, conexiones que subyacen en el fondo de nuestra relaci¨®n con la naturaleza, una relaci¨®n voluntariosa y promete¨ªca que ha llevado a la naturaleza a rebelarse, consiguiendo que nuestra realidad se haga dist¨®pica, y tan cercana a lo fabuloso que necesitamos tirar de ficciones para explicarla.
De haber le¨ªdo la noticia de la banda de monos ladrones, Auguste Dupin hubiese deducido que, aunque las f¨¢bulas no son cre¨ªdas, cuando se trata de establecer conclusiones, la realidad imita a la f¨¢bula.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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