Tras las manos que escribieron la Biblia
La inteligencia artificial distingue dos escribas como autores del principal manuscrito del Mar Muerto
Un grupo de investigadores ha podido confirmar, con la ayuda de un sistema de inteligencia artificial, que el principal pergamino de los Manuscritos del Mar Muerto fue redactado por dos escribas diferentes. A pesar de que su estilo de escritura era casi id¨¦ntico, encontraron sutiles diferencias que dividen en dos uno de los textos religiosos m¨¢s antiguos. Aunque la identidad concreta de los autores no pueda saberse, las m¨¢quinas han abierto un nuevo camino en el estudio de unos documentos que atestiguan, se sea creyente o no, una de las bases de la cultura occidental.
Los Manuscritos del Mar Muerto son tambi¨¦n conocidos como los Rollos de Qumr¨¢n, en referencia a una zona ribere?a del desierto de Judea (Cisjordania) donde fueron hallados. Los primeros los descubrieron en 1947 uno beduinos en una de las cuevas de la regi¨®n. Y a¨²n siguen apareciendo. Para muchos son uno de los mayores descubrimientos del siglo XX. Escritos en hebreo, arameo y unos pocos en griego, los de contenido religioso son la base de la Biblia hebrea y del Antiguo Testamento de los cristianos. Su hallazgo supuso retrasar en mil a?os las versiones m¨¢s antiguas, que eran de la Edad Media. Escritos entre el siglo III antes de Cristo y II de esta era, la mayor¨ªa est¨¢n muy fragmentados. Se ha estudiado su contenido, sus implicaciones para las versiones can¨®nicas de las distintas biblias y hasta el material donde fueron escritos. Sobre sus autores casi nada se sabe.
Mladen Popovic, director del Instituto Qumr¨¢n de la Universidad de Groninga (Pa¨ªses Bajos), intenta identificarlos por su forma de escribir. Este pale¨®grafo lleva dos d¨¦cadas estudiando los manuscritos. Empez¨® durante su doctorado dirigido por el espa?ol y experto mundial en los rollos, Florentino Garc¨ªa Mart¨ªnez. Desde 2015, Popovic dirige un proyecto financiado por el Consejo Europeo de Investigaci¨®n. Combinando inteligencia artificial, paleograf¨ªa y la dataci¨®n por carbono 14, el nombre del plan lo dice todo sobre sus intenciones: Las manos que escribieron la Biblia. Y para identificarlas, Popovic ha confiado en las m¨¢quinas.
¡°Hemos descubierto que no uno si no dos escribas copiaron el Gran Rollo de Isa¨ªas¡±, cuenta Popovic. Este rollo es una de las joyas de Qumr¨¢n. Es el manuscrito b¨ªblico m¨¢s largo, con 7,34 metros de pergamino, el mejor conservado de todos y el ¨²nico casi completo, en este caso del Libro de Isa¨ªas. El carbono 14 y las pruebas paleogr¨¢ficas se?alan que lo debieron de escribir en el siglo II a.C. ¡°Compart¨ªan un estilo de escritura muy similar, lo que dificultaba al ojo humano distinguirlos a lo largo de un rollo tan grande¡±, a?ade Popovic.
El manuscrito estudiado es el Rollo de Isa¨ªas, el pergamino m¨¢s completo y de mayor extensi¨®n, 7,34 metros
La distinci¨®n la han hecho con varias capas de inteligencia artificial que han ido desde lo m¨¢s general, distinguir el trazo del sustrato de piel animal, hasta lo m¨¢s peque?o, detectar las casi imperceptibles diferencias al escribir cada una de las letras. ¡°Nosotros no podemos ver las 5.000 versiones de un car¨¢cter, el aleph [la primera letra del alefato hebreo], por ejemplo, y comparar si hay uno o m¨¢s grupos¡±, explica Popovic. Eso se lo dejaron a las m¨¢quinas, que escanearon todas las formas en las que aparec¨ªan las letras del texto. Por ejemplo, estudiaron las 5.011 veces que aparece aleph.
¡°Otra ventaja de usar la computadora como un asistente inteligente es que puede hacer todo tipo de c¨¢lculos de p¨ªxel que nosotros no podemos y eso sobre la premisa simple, pero fundamental, de que la escritura se basa en el movimiento muscular espec¨ªfico de la persona y como tal puede cuantificarse¡±, completa Popovic. Todos los detalles, resultados y conclusiones de este trabajo aparecen en la ¨²ltima edici¨®n de la revista cient¨ªfica PLoS ONE.
El profesor de inteligencia artificial e ingenier¨ªa cognitiva de la Universidad de Groninga Lambert Schomaker y su pupilo Maruf Dhali fueron los encargados de poner una copia digital de un texto de hace casi 2.200 a?os ante unas m¨¢quinas del siglo XXI. Su misi¨®n era distinguir las diferencias, si las hab¨ªa, de trazo, de fuerza al escribirlo, de distancia entre las letras o la curvatura de cada car¨¢cter. ¡°Nuestro estudiante de doctorado Dhali observ¨® que las nubes de puntos de datos se agrupaban en dos¡±, relata Schomaker. ¡°Estas regiones parecen corresponderse aproximadamente con la primera y la segunda parte de la serie de columnas que forman el texto¡±, a?ade. El manuscrito del libro de Isa¨ªas est¨¢ escrito en 54 columnas y es a partir de la 27 cuando los estilos difieren.
¡°Usando otro m¨¦todo descomponiendo las letras en fragmentos y compar¨¢ndolos con una tabla de referencia, pude confirmar que hab¨ªa una transici¨®n en torno a la mitad de las series¡±, detalla Schomaker. Para estar seguros, sometieron las im¨¢genes a una tercera prueba, introduciendo modificaciones aleatorias. ¡°Volvimos a confirmar los resultados: a¨²n se detectaba la diferencia entre izquierda y derecha en la serie. Estos resultados fueron entregados al profesor Popovic¡±, termina Schomaker.
Popovic aclara que ya se conoc¨ªa esta separaci¨®n codicol¨®gica, ¡°pero ahora hay pruebas concretas de que tambi¨¦n hubo un cambio de escribas a partir de este punto¡±. El pale¨®grafo a?ade: ¡°El hecho de que dos escribas escribieran de forma tan similar nos cuenta [aspectos] sobre su formaci¨®n o su origen¡±. Adem¨¢s, este trabajo va m¨¢s all¨¢ de cu¨¢ntos escribieron este manuscrito. Para el pale¨®grafo ¡°es solo el primer paso, hemos abierto la puerta al micronivel de escribas individuales; esto abrir¨¢ nuevas posibilidades para estudiar a todos los escribas de los Rollos del Mar Muerto¡±.
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