El grito del universo
Gracias a la tecnolog¨ªa punta aplicada a la curiosidad cient¨ªfica, podemos escuchar la banda sonora del cosmos
La galaxia vibra con una m¨²sica secreta, pongamos que imperceptible para nuestros o¨ªdos. Es la interpretaci¨®n de una partitura que ha sido escrita sobre el tejido del espacio-tiempo, ah¨ª donde los cuerpos celestes se mueven al comp¨¢s de su propio ritmo, siguiendo un patr¨®n arm¨®nico que se conoce como m¨²sica de las esferas.
En su momento, Kepler intuy¨® que aquella era la m¨²sica de la naturaleza y, siglos m¨¢s tarde, Einstein pronostic¨® en su Relatividad General que las ondas gravitacionales son una especie de arrugas que se dan en el tejido espacio-tiempo cuando una estrella explota o dos agujeros negros colisionan; una m¨²sica que viene a ser la banda sonora de nuestro universo. Como bien se?ala Janna Levin en su libro El blues de los agujeros negros, aunque las ondas gravitacionales no son ondas sonoras, sino perturbaciones en el tejido c¨®smico, se pueden convertir en sonido mediante tecnolog¨ªa anal¨®gica.
Janna Levin es f¨ªsica de la Universidad de Columbia, y en su trabajo, recientemente publicado en castellano por Capit¨¢n Swing, nos conduce hasta el LIGO Hanford Observatory, situ¨¢ndonos en su sala de control; tubos de vac¨ªo, espejos y una especie de telescopio que sirve para detectar fen¨®menos en el tejido c¨®smico y que se denomina interfer¨®metro. El lugar es lo m¨¢s parecido a un laboratorio de estrellas, valga la comparaci¨®n, una galer¨ªa cient¨ªfica donde el 14 de septiembre del a?o 2015, los investigadores observaron ondulaciones en el tejido del espacio-tiempo, confirmando as¨ª la predicci¨®n de Einstein un siglo antes. Las ondas gravitatorias existen y se pueden percibir.
La importancia de este acontecimiento fue may¨²scula, pues gracias a la tecnolog¨ªa aplicada a la curiosidad cient¨ªfica, podemos escuchar la partitura que dio lugar al universo. En sus notas est¨¢ toda la informaci¨®n necesaria acerca del origen del mismo. Solo hay que saber interpretarlas, tener la sensibilidad de Kepler a la hora de explicar a Pit¨¢goras y traerlo hasta nuestros d¨ªas para jugar con las proporciones num¨¦ricas armoniosas hasta descubrir con ellas el movimiento vibratorio del universo; su comp¨¢s acelerado cada vez que dos agujeros negros colisionan y se funden en un agujero negro m¨¢s grande.
En uno de los cap¨ªtulos del libro, Janna Levin nos cuenta c¨®mo el Premio Nobel de f¨ªsica, el estadounidense -nacido alem¨¢n- Rainer Weiss, se inici¨® en el campo de las ondas gravitacionales cuando tuvo que impartir un curso de relatividad general y carec¨ªa de nociones al respecto. Fue lo que le llev¨® a aventurarse a construir un interfer¨®metro de 1,5 metros que le sirviese para detectar ondas gravitacionales. Pero dicho aparatejo era demasiado peque?o para detectar algo. El libro es un contin¨²o ir y venir de an¨¦cdotas y curiosidades donde las relaciones humanas vertebran la historia de las ondas gravitacionales, y donde no faltan los choques de egos cuando dos personalidades colisionan por moverse ambas en la misma ¨®rbita.
Llegados aqu¨ª, tras leer el libro de Janna Levin, podemos afirmar que el sonido es una propiedad f¨ªsica de la materia, su componente de m¨¢s alcance por ser el que permite la propagaci¨®n de ondas mec¨¢nicas, ya sean audibles o no.
Gracias a la tecnolog¨ªa punta, llegar¨¢ un d¨ªa, no muy lejano, en el que podamos percibir tambi¨¦n el llanto de nuestro planeta, la queja ante tanto maltrato que sufre. Entonces su grito dejar¨¢ de ser secreto y nos denunciar¨¢ al completo.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento
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