M¨¢s all¨¢ de la f¨ªsica
Alfred Jarry se adelant¨® en clave literaria al universo subat¨®mico descubierto por la mec¨¢nica cu¨¢ntica
Con el siglo XX, las nuevas maneras de explorar la realidad cient¨ªfica van a determinar nuevas maneras de explorar la realidad art¨ªstica. La teor¨ªa de la relatividad o el estudio de la naturaleza a escalas espaciales peque?as, supondr¨¢n una revoluci¨®n en el arte. Los movimientos de vanguardia originados en el periodo de entreguerras son el ejemplo.
Con todo, si hay un artista que se adelanta a los tiempos, que predice la nueva realidad cient¨ªfica, ese va a ser el autor franc¨¦s Alfred Jarry (1873-1907) con su Pataf¨ªsica, una ciencia que estudia ¡°lo que est¨¢ alrededor de lo que est¨¢ m¨¢s all¨¢ de la f¨ªsica¡±.
Hasta la llegada de Jarry, toda excepci¨®n era una ocasi¨®n para aplicar una nueva regla. Porque, como ya sabemos, parafraseando al cient¨ªfico Claude Bernard, la ciencia no admite excepciones. Pero Alfred Jarry, con su Pataf¨ªsica, convirti¨® la regla en una excepci¨®n de la excepci¨®n, siendo la regla lo extraordinario. De esta manera, Alfred Jarry explorar¨¢ lo que hasta ese momento no se hab¨ªa contado por permanecer oculto a los ojos y, con ello, tambi¨¦n explorar¨¢ la esencia de lo absurdo.
Esto va a significar un cambio en el modelo literario que hasta ese momento ven¨ªa condicionado por el modelo cient¨ªfico de Newton y Galileo, es decir, por el narrador omnisciente cuya voz se identificaba con Dios; lo sab¨ªa todo de todos los personajes que iba presentando a lo largo del camino de un relato, cuyos hechos suced¨ªan siguiendo el paradigma novel¨ªstico de planteamiento, nudo y desenlace.
Alfred Jarry tendr¨¢ su continuidad en el siglo XX con el Colegio de Pataf¨ªsica, fundado en 1948, entre cuyos miembros estaban: Marcel Duchamp, Boris Vian, Raymond Queneau, Umberto Eco o los hermanos Marx
Pero con la llegada del siglo XX, y de las vanguardias, esto va a cambiar. El ejemplo m¨¢s claro es Joyce que, con su Ulises, va a transformar la manera de narrar, present¨¢ndonos el mon¨®logo interior y el efecto de la anormalidad que ya introdujo Alfred Jarry. Dicho efecto es la suma de muchas causas y tales causas son las que va a explorar la ciencia pataf¨ªsica. Alfred Jarry tendr¨¢ su continuidad en el siglo XX con el Colegio de Pataf¨ªsica, fundado en 1948, entre cuyos miembros estaban: Marcel Duchamp, Boris Vian, Raymond Queneau, Umberto Eco o los hermanos Marx.
Ah¨ª donde el absurdo tenga tanto peso como lo racional, podemos encontrar el trasfondo pataf¨ªsico que descubri¨® Alfred Jarry en una de sus vueltas en bicicleta por el Par¨ªs de finales de siglo. Por eso, si traemos la ciencia pataf¨ªsica hasta nuestros d¨ªas, podemos interpretar el virus que ha cambiado el curso de nuestra historia, cuyas reglas cre¨ªamos tan establecidas que nos hubiese sido imposible imaginar, hace tan solo un par de a?os, la excepci¨®n que se nos ven¨ªa encima.
De esta manera, la excepci¨®n de la excepci¨®n en la que se ha convertido la regla, y las leyes que gobiernan dichas excepciones, nos traen hasta el presente a Alfred Jarry, el hombre que un d¨ªa escribi¨® su novela p¨®stuma Gestas y opiniones del doctor Faustroll, pataf¨ªsico subtitulada como Novela neo-cient¨ªfica, y que cuenta la historia de un hombre nacido a los 63 a?os que fue el inventor de la Pataf¨ªsica cuyas peripecias son narradas por el alguacil Panmuphle en un estilo que bebe de Rabelais.
Si traemos la ciencia ¡®pataf¨ªsica¡¯ hasta nuestros d¨ªas, podemos interpretar el virus que ha cambiado el curso de nuestra historia
Con estas cosas, Alfred Jarry nos vino a contar que el principio de unidad de los opuestos da lugar a una ciencia que va m¨¢s all¨¢ de la f¨ªsica; una ciencia de las soluciones imaginarias cuyo modelo hay que aplicar a nuestros d¨ªas, sobre todo para darnos cuenta de que el absurdo tiene tanto peso, o m¨¢s, que lo racional.
Como sugerencia para acercarse a la ciencia pataf¨ªsica de Alfred Jarry, hay un libro titulado ?Qu¨¦ es la ?Pataf¨ªsica? del italiano Enrico Baj que ha sido publicado en castellano por la editorial Pepitas de Calabaza, donde se nos aproxima de manera sencilla a las leyes que rigen las excepciones, explorando el universo suplementario, que no es otra cosa que el universo subat¨®mico descubierto por la mec¨¢nica cu¨¢ntica, pero en clave literaria.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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