El rescate al l¨ªmite de la dama del S¨¢hara
La ins¨®lita operaci¨®n civil y militar ideada hace 50 a?os por el ¡®padre de Do?ana¡¯ ha permitido la recuperaci¨®n de las gacelas que se extinguieron en el desierto
El fuego cruzado del conflicto del S¨¢hara y la caza indiscriminada de los trabajadores del ferrocarril a Nuadib¨² (Mauritania) llevaron al l¨ªmite, hace 50 a?os, a los avestruces de cuello rojo, ¨®ryx, ¨¢ddax (ant¨ªlopes) y gacelas del desierto. El investigador y conservacionista Jos¨¦ Antonio Valverde, conocido como el padre de Do?ana por promover la protecci¨®n del parque nacional andaluz, un capit¨¢n del ej¨¦rcito espa?ol y un fot¨®grafo idearon entonces una ins¨®lita operaci¨®n de rescate de los ¨²ltimos ejemplares de gacelas dama (tambi¨¦n conocidas como mhorr), un ungulado africano que puede alcanzar los 75 kil¨®metros por hora, pero que fue incapaz de eludir las matanzas con armas autom¨¢ticas y todoterrenos. Desaparecieron de su entorno natural. La ¨²nica decena de ejemplares que sobrevivi¨® gracias a aquella quijotesca operaci¨®n se refugi¨® en Almer¨ªa. Medio siglo despu¨¦s, sus descendientes y los de otras dos especias (dorcas y cuvier) son ya cuatro millares y se han reintroducido en T¨²nez, Marruecos y Senegal. Uno de los grandes retos ha sido manejar la obligada endogamia al contar con una exigua poblaci¨®n para la reproducci¨®n.
Valverde, bi¨®logo y naturalista, ya hab¨ªa participado en expediciones de investigaci¨®n en ?frica. Pero fue en el S¨¢hara, en 1970, donde se qued¨® prendado de la gacela mhorr, un ant¨ªlope, seg¨²n describe en sus memorias, de ¡°deslumbrante color blanco y casta?o, incre¨ªblemente esbelto y elegante¡±.
La desaparici¨®n de la especie era inminente y no hab¨ªa tiempo para idear una operaci¨®n a largo plazo. El bi¨®logo supo que el capit¨¢n espa?ol Juli¨¢n Estalayo, destinado en el destacamento de Daora en el S¨¢hara Occidental, albergaba una decena de ejemplares de gacelas dama y negoci¨® con ¨¦l su adquisici¨®n para trasladarlos a Espa?a y crear un refugio.
Manuel Mendiz¨¢bal, entonces director del Instituto de Aclimataci¨®n de Almer¨ªa (hoy denominado Estaci¨®n Experimental de Zonas ?ridas, EEZA, del CSIC), ofreci¨® sus instalaciones, cuyas caracter¨ªsticas clim¨¢ticas y de aridez eran similares a las del desierto del que proced¨ªan los animales. A la empresa se uni¨® el naturalista, periodista y fot¨®grafo Antonio Cano, amigo de Valverde y que arranc¨® el actual Centro de Rescate de la Fauna Sahariana, ubicado en la finca de La Hoya.
La Diputaci¨®n de Almer¨ªa asumi¨® los costes de mantenimiento y el Ej¨¦rcito puso a disposici¨®n del grupo un avi¨®n Douglas DC-4 para trasladar a los ejemplares. En 1971, llegaron las primeras refugiadas. En cuatro a?os sumaron 19 ejemplares.
El plan de acogida se convirti¨® de inmediato en un programa de cr¨ªa en cautividad que asegurara la supervivencia de la especie y permitiera recuperar un grupo suficiente para reintroducir los ejemplares en el lugar al que pertenec¨ªan. La investigadora Mar Cano, hija del fot¨®grafo y fallecida en 2015, logr¨® con ¨¦xito los objetivos y ampli¨® la labor a otras especies en peligro de extinci¨®n: A las mhorr (Gazella dama mhorr) se unieron dorcas (Gazella dorcas neglecta), gacelas de Cuvier (Gazella cuvieri) y muflones arru¨ª (Ammotragus lervia sahariensis), procedentes de Smara, El Aai¨²n o Dajla.
Los programas han conseguido salvar de la extinci¨®n a las especiesTeresa Ab¨¢igar, investigadora de la EEZA-CSIC
El plan dio resultado y en 14 a?os se pudieron reintroducir en ?frica los primeros ejemplares fruto de la cr¨ªa en cautividad en Almer¨ªa, un programa al que se han adherido otros centros espa?oles. La investigadora de la EEZA-CSIC, Teresa Ab¨¢igar, asegura ahora, pasados 50 a?os de aquella aventura ecologista, que ¡°los programas han conseguido salvar de la extinci¨®n a las especies¡±.
Pero el plan a¨²n tiene que afrontar dificultades y amenazas. La primera, conseguir que ejemplares criados en cautividad y sin depredadores, puedan sobrevivir en el entorno que fue suyo. En este sentido, Ab¨¢igar explica: ¡°Intentamos intervenir lo menos posible y, cuando se hace una reintroducci¨®n, se propicia una adaptaci¨®n progresiva a otro tipo de alimentaci¨®n, a otro espacio y a una organizaci¨®n social que dependa de ellos y no de nosotros¡±.
La bi¨®loga a?ade que tambi¨¦n es un reto que aprendan a identificar a sus depredadores tras a?os de vida en un entorno inofensivo. Hasta ahora se han reintroducido, principalmente, en reservas protegidas, pero eso no ha evitado alg¨²n encuentro con chacales. Sin embargo, sus mayores depredadores siguen siendo las personas: ¡°El problema principal es la caza furtiva¡±.
Otra de las dificultades es la limitaci¨®n de espacio. La finca de Almer¨ªa, de 20 hect¨¢reas, cuenta en la actualidad con unos 400 ejemplares y, seg¨²n Ab¨¢igar, ¡°ahora est¨¢ ya, pr¨¢cticamente, al l¨ªmite de su capacidad¡±. A eso se a?aden las dificultades propias de la cr¨ªa, como la prevenci¨®n de enfermedades.
Pero el reto fundamental desde el origen era recuperar una especie a partir de un n¨²mero tan reducido de ejemplares, que condenaba el reba?o a la endogamia. Sin embargo, una investigaci¨®n de Eulalia Moreno, del CSIC, en colaboraci¨®n con Aurora Garc¨ªa-Dorado, de la Universidad Complutense de Madrid, y Eugenio L¨®pez-Cortegano, de la Universidad de Edimburgo, ha determinado que el manejo de esta limitaci¨®n se ha convertido en una ventaja al ¡°favorecer la selecci¨®n natural para mantener una buena supervivencia juvenil en las gacelas de Cuvier y mhorr¡±.
Seg¨²n la investigaci¨®n, publicada en Heredity, del grupo Nature, aunque siempre se espera que las poblaciones m¨¢s peque?as muestren una menor aptitud y potencial de adaptaci¨®n, la experiencia en el centro almeriense ha demostrado que esas limitaciones pueden minimizarse ¡°permitiendo cierto nivel de apareamiento aleatorio y de selecci¨®n natural o realizando reintroducciones en la naturaleza lo antes posible¡±.
La principal meta siempre debe ser aumentar todo lo posible el tama?o de la poblaci¨®n manteniendo la mayor variabilidad gen¨¦tica, pero tambi¨¦n hay que dar oportunidad a que la selecci¨®n natural act¨²e en mayor o menor gradoEulalia Moreno, investigadora del CSIC
Los programas de cr¨ªa en cautividad de especies amenazadas comienzan en la gran mayor¨ªa de las ocasiones con un tama?o de poblaci¨®n muy peque?o; no pocas veces, con menos de 10 individuos, como es el caso de tres de las cuatro especies del centro de Almer¨ªa, seg¨²n explica el CSIC. En estas condiciones, la mayor preocupaci¨®n de los gestores de dichos programas es minimizar la p¨¦rdida de diversidad gen¨¦tica de la poblaci¨®n y evitar al m¨¢ximo la endogamia, que normalmente hace a los individuos m¨¢s vulnerables. Seg¨²n Moreno, este estudio muestra que en dos de las cuatro especies que se gestionan en la EEZA, Cuvier y mhorr, el manejo de la endogamia ¡°ha favorecido la purga de algunas variantes gen¨¦ticas perjudiciales, lo que ha contribuido a mantener una buena supervivencia de las cr¨ªas de estas dos especies y, probablemente, a permitir la subsistencia de las poblaciones¡±.
En este sentido, la investigadora explica: ¡°En las poblaciones de especies amenazadas, sobre todo si se gestionan a trav¨¦s de programas de cr¨ªa en cautividad, la principal meta siempre debe ser aumentar todo lo posible el tama?o de la poblaci¨®n manteniendo la mayor variabilidad gen¨¦tica, pero tambi¨¦n hay que dar oportunidad a que la selecci¨®n natural act¨²e en mayor o menor grado y hay que tener en cuenta que la elecci¨®n sistem¨¢tica de parejas reproductivas con m¨ªnimo parentesco reduce las posibilidades de purga por selecci¨®n natural de muchas variantes perjudiciales¡±.
Los resultados del trabajo tambi¨¦n muestran que la eliminaci¨®n de variantes perjudiciales en las poblaciones debe ocurrir de manera lenta y progresiva, para evitar el colapso que acarrear¨ªa un incremento r¨¢pido y elevado de la consanguinidad.
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