Plata o plomo para los hipop¨®tamos de Pablo Escobar
Los cuatro animales que el narcotraficante llev¨® a Colombia de forma ilegal en los ochenta se han multiplicado y suponen una amenaza para el ecosistema local
En las calles de Doradal, en Antioquia, no hay estatuas a Sim¨®n Bol¨ªvar, ni a religiosos o conquistadores. Los monumentos se les alzan a los hipop¨®tamos. En los restaurantes, en las tiendas de recuerdos y en los carteles para atraer visitantes. ¡°Hemos interiorizado que el hipop¨®tamo est¨¢ aqu¨ª con nosotros¡±, resume el concejal de Turismo Mauricio Garc¨¦s. Nadie sabe exactamente cu¨¢ntos hay, pero podr¨ªan acercarse al centenar. Todos descienden de los cuatro que trajo al pa¨ªs el narcotraficante Pablo Escobar en la d¨¦cada de los ochenta. En el ¨¦xtasis de su ¨¦xito, el narco m¨¢s famoso de la historia se construy¨® un zoo privado con m¨¢s de 1.000 especies importadas de forma ilegal desde cualquier lugar del mundo. Los hipop¨®tamos le sobreviven y ahora extienden su legado en libertad por tierras colombianas, amenazando a poblaci¨®n, fauna y flora aut¨®ctona. Qu¨¦ hacer con ellos se ha convertido en una cuesti¨®n de Estado.
A Mauricio Garc¨¦s le gusta decir que no existe otro lugar del mundo fuera de ?frica en el que viva una manada de hipop¨®tamos como en Doradal. La poblaci¨®n los ha convertido en parte de su vida, tanto sentimental como econ¨®mica. Nadie quiere o¨ªr hablar de su marcha. ¡°Atraviesan las calles, como si fueran un perro, para llegar a un lago que les gusta¡±, explica el concejal. El hipop¨®tamo es el tercer animal terrestre en tama?o y puede alcanzar hasta las tres toneladas. El pasado domingo uno de ellos atac¨® a un hombre y le caus¨® heridas graves. El ente p¨²blico de conservaci¨®n ambiental, Cornare, emiti¨® un comunicado para pedir a la poblaci¨®n que se mantenga alejada de estos animales ¡°extremadamente peligrosos¡±. Garc¨¦s replica por tel¨¦fono que la comunidad nunca los ha visto como ¡°enemigos¡± ni ha existido ning¨²n ataque o agresi¨®n. Si acaso alcanza a recordar un ¡°hecho aislado¡± de alguien que los molest¨®.
La presencia de los hipop¨®tamos se convirti¨® en un tema de conversaci¨®n en Colombia cuando mataron a Pepe, el primero de la manada en ser abatido. En el verano de 2009 la poblaci¨®n de hipop¨®tamos a¨²n rondaba la treintena, pero ya se reproduc¨ªan en libertad por la regi¨®n de Magdalena Medio. El Gobierno dio un permiso para cazarlos. Pepe muri¨® a manos de dos cazadores alemanes, acompa?ados del ej¨¦rcito. La fotograf¨ªa del grupo con el cad¨¢ver, mostr¨¢ndolo como un trofeo, estremeci¨® al pa¨ªs. Recordaba a la que sacaron los perseguidores de Escobar cuando lo mataron a tiros en un tejado de Medell¨ªn.
Desde entonces el debate contin¨²a abierto. Lo ¨²nico en lo que est¨¢ de acuerdo todo el mundo es que su presencia genera problemas al ecosistema aut¨®ctono. Un estudio cient¨ªfico publicado en la revista Biological Conservation en enero de este a?o sostiene que hacia 2034 la poblaci¨®n de hipop¨®tamos en Colombia podr¨ªa superar los 1.400 ejemplares. Lo que los cient¨ªficos consideran un ¡°¨¦xito¡± de adaptaci¨®n se debe a la cantidad de recursos del r¨ªo Magdalena, combinada con la falta de depredadores o amenazas humanas a las que s¨ª se enfrentan en su h¨¢bitat africano. El estudio conmina a tomar acciones inmediatas para evitar la ¡°colonizaci¨®n¡± de la parte norte de Colombia con graves efectos ecol¨®gicos y socioecon¨®micos. En su conclusi¨®n, alude al ¡°sacrificio¡± como la m¨¢s factible de todas las medidas.
El abogado Luis Domingo G¨®mez lo considera una locura. ¡°Como sociedad queremos dejar atr¨¢s todo el legado de violencia de Pablo Escobar, en el que todo se resuelve a plata o plomo. Como los hipop¨®tamos no tienen plata, pues les toc¨® plomo¡±, evoca simb¨®licamente. G¨®mez cree que hay que sacar a los animales de la zona, pero respetando sus intereses para evitar que la poblaci¨®n siga creciendo y obligue a tomar medidas dr¨¢sticas que acaben siendo ¡°una verg¨¹enza¡± para Colombia. ¡°Los hipop¨®tamos son otras v¨ªctimas de Pablo Escobar¡±, a?ade.
Es dif¨ªcil saber por qu¨¦ los hipop¨®tamos se quedaron en la Hacienda N¨¢poles despu¨¦s de la muerte Escobar en 1993. La hacienda era el oasis del narco, una mansi¨®n con piscinas, pista de aterrizaje y plaza de toros, escenario de todas las excentricidades del mafioso. Desde los acuerdos de los clanes de la droga m¨¢s poderosos de Am¨¦rica hasta de las fiestas m¨¢s enloquecidas tuvieron como enclave esta finca en Doradal, a 240 kil¨®metros de Bogot¨¢. Con la muerte de Escobar, el espacio pas¨® a manos de las autoridades. Muchos animales fueron trasladados a otros zool¨®gicos, pero los hipop¨®tamos se quedaron, probando con el paso de los a?os a ampliar sus l¨ªmites territoriales. La Hacienda N¨¢poles es hoy un parque tem¨¢tico, motor econ¨®mico de la zona, en la que vive una manada de unos 40 ejemplares. Otros tantos vagan a su suerte a las orillas del r¨ªo Magdalena, sin control, ocupando un ¨¢rea de unos 2.000 kil¨®metros cuadrados.
El abogado G¨®mez fue qui¨¦n le dio al caso una dimensi¨®n internacional despu¨¦s de ponerlo en manos de la justicia colombiana, donde espera demostrar que existen alternativas al sacrificio. De la mano de una asociaci¨®n animalista estadounidense propusieron al Gobierno la aplicaci¨®n de un medicamento inmunoconceptivo para controlar la natalidad de los animales. El caso lleg¨® a Estados Unidos, donde un juez de Ohio admiti¨® los argumentos de dos expertos en fauna a favor del control de la natalidad de los hipop¨®tamos, que tendr¨¢n que ser tenidos en cuenta cuando avance el caso en Colombia. El juez estadounidense, adem¨¢s, consider¨® a los animales como ¡°personas interesadas¡± en el proceso, sentando un precedente en la jurisprudencia de EE UU.
Cornare, por su parte, ha seguido buscando opciones al sacrificio de los animales. El pasado mes de octubre se puso en marcha un proyecto piloto experimental para la inmunocastraci¨®n de los hipop¨®tamos que viven en la Hacienda N¨¢poles. Con ayuda de Estados Unidos, que envi¨® dosis de un anticonceptivo apto para machos y hembras, se inocul¨® el medicamento a 24 ejemplares. ¡°Vamos a hacerle seguimiento para saber qu¨¦ tan exitoso puede ser¡±, explica David Echeverri L¨®pez, Coordinador del Grupo Bosques y Biodiversidad de Cornare.
Mientras se comprueba si la medida funciona para controlar la poblaci¨®n de hipop¨®tamos, nuevas cr¨ªas siguen llegando al mundo en las veredas del r¨ªo colombiano, con m¨¢s facilidad que en ?frica, seg¨²n constataron los cient¨ªficos. A tres d¨¦cadas de su muerte, el legado de Escobar en Colombia sigue pesando cientos de toneladas.
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