?C¨®mo podemos ayudar a la ciencia espa?ola?
La ciencia espa?ola arrastra problemas, agravados en la ¨²ltima d¨¦cada, que necesitan soluci¨®n urgente. Exponemos algunos puntos que no se abordan en la que pretende ser la nueva Ley de la Ciencia, a revisi¨®n en estos d¨ªas
Vivimos en una sociedad tecnol¨®gica. No hay un solo aspecto de nuestro d¨ªa a d¨ªa que no se beneficie del arduo camino, paso a paso, que la ciencia y la innovaci¨®n han ido construyendo para nosotros en los laboratorios, universidades, hospitales y empresas de tecnolog¨ªa. Tenemos acceso a agua limpia, no nos cortan los brazos por gangrenas y nos pueden detectar un c¨¢ncer maligno con algo llamado campo magn¨¦tico, accedemos v¨ªa sat¨¦lite a la informaci¨®n del tiempo y encima nos cabrea cuando se confunden a¨²n estando dentro del margen de error en sus predicciones, viajamos en coche, barco y avi¨®n, nos vacunamos contra los virus y nuestras madres no mueren de manera sistem¨¢tica al parir.
La ciencia es fundamental para que una sociedad avance en conocimiento pero tambi¨¦n en igualdad y justicia. En Espa?a, la actividad cient¨ªfica se rige por la llamada Ley 14/2011 de la Ciencia, Tecnolog¨ªa e Innovaci¨®n, que en estos meses est¨¢ siendo revisada despu¨¦s de una d¨¦cada de vigencia. Hace pocos d¨ªas se public¨® el anteproyecto de ley de modificaci¨®n de dicha ley, abierto a participaci¨®n p¨²blica hasta el 26 de enero. Partiendo de nuestra condici¨®n de cient¨ªficos, hemos identificado tres niveles de mejora para este anteproyecto: las condiciones laborales del personal cient¨ªfico, el entorno de la investigaci¨®n y la provisi¨®n y gesti¨®n de los recursos. En nuestra opini¨®n, el texto del anteproyecto no llega suficientemente lejos y deber¨ªa ser modificado para ayudar a solucionar los problemas que exponemos a continuaci¨®n.
Vivimos en una sociedad que olvida que la ciencia la hacen las personas. Hombres y mujeres con contratos precarios, temporales y mal pagados que viven con las maletas sin deshacer, las suyas y las de sus familias, si es que aguantan la incertidumbre vital. Con una tasa alt¨ªsima de abandono de la carrera investigadora por parte de las mujeres porque, como siempre, son las m¨¢s maltratadas por el sistema. Y con cient¨ªficos ya establecidos que tenemos que hacer el pino-puente porque nos ahoga una burocracia que no est¨¢ dise?ada para la investigaci¨®n, que es inflexible y en la que el tama?o de letra equivocado en la presentaci¨®n de un curr¨ªculum puede excluir a un investigador principal de un proyecto, o una frase puede retrasar meses la contrataci¨®n de un investigador excelente. La ciencia espa?ola es buena, muy buena, con aspectos a mejorar como en todos los ¨¢mbitos, pero se ahoga porque exprime a sus investigadores y docentes universitarios hasta niveles nunca vistos en ese extranjero del que tanto nos gusta hablar.
Nos gusta lo que hacemos, y eso es hasta el momento lo que ha venido salvando el sistema. Se exige a los profesores universitarios que sean excelentes cient¨ªficos, no son como los de las universidades americanas, decimos. Pero a los nuestros no les dotamos de ayuda para que den sus clases (como s¨ª hacen los americanos), y los sueldos no vamos a compararlos. Total, lo nuestro, es vocaci¨®n y pasi¨®n por nuestro trabajo, que a veces ni siquiera lo consideramos tal, y por eso el sistema se aprovecha de ello.
Si queremos comprar material para laboratorio, se nos trata como si fu¨¦semos delincuentes y para cuando conseguimos todos los papeles, adjudicaciones y requerimientos de la funci¨®n p¨²blica, ya se han muerto los bichos que ten¨ªamos intenci¨®n de estudiar a ser posible vivos, o ya nos ha ca¨ªdo el meteorito encima porque no hemos podido comprar el ordenador que necesit¨¢bamos para hacer los c¨¢lculos de su trayectoria. Un problema que en los organismos p¨²blicos de investigaci¨®n se est¨¢ haciendo end¨¦mico, no pand¨¦mico, diferencia que gracias a la ciencia sabemos reconocer, y esto implica que nuestra competitividad se resiente.
Creemos que a nadie en su sano juicio se le hubiese ocurrido decirle a Dal¨ª que no pod¨ªa comprar pinceles para sus cuadros, que ten¨ªa que hacerlo con brochas iguales que las que se usan para pintar el Ministerio de Hacienda. Ni nadie le hubiera hecho una auditor¨ªa despu¨¦s pregunt¨¢ndole qu¨¦ para qu¨¦ quiere un artista ir a un museo. Pues bien, a los cient¨ªficos, la inflexibilidad en la gesti¨®n de los recursos del sistema no nos permite comprar a menudo ni el material que necesitamos, ni cuando lo necesitamos. Incluso a¨²n teniendo los fondos disponibles porque los ganamos en convocatorias p¨²blicas nacionales e internacionales competitivas.
De nada sirve incrementar las partidas destinadas a ciencia si luego el propio sistema no nos permite gastarlos en lo que lo necesitamos o, casi peor, gastar el dinero implica pegarse con el sistema durante d¨ªas, descuidando nuestros experimentos y apart¨¢ndonos de esa vocaci¨®n de servicio p¨²blico de la que estamos orgullosos.
El sistema burocr¨¢tico nos tiene asfixiados y maniatados. Y de la contrataci¨®n de personal altamente especializado y cualificado en los organismos p¨²blicos de investigaci¨®n ya ni hablamos, no vaya a ser que todav¨ªa quede alguna vocaci¨®n cient¨ªfica por ah¨ª ley¨¦ndonos que no se haya desmoralizado y lo vayamos a perder, tambi¨¦n, al extranjero. Queremos hacer nuestro trabajo pero no podemos, no nos dejan las toneladas de papeles que tenemos que rellenar para comprar un bol¨ªgrafo, una probeta o un ordenador.
Esto es una llamada de auxilio al ministerio: por favor, ay¨²dennos, solo queremos contribuir a una ciencia de calidad para que pensemos mejor, vivamos y sobrevivamos mejor. Para ello necesitamos una gesti¨®n flexible, una contrataci¨®n ¨¢gil, y personal de apoyo que de verdad lo haga y no nos ponga palos en las ruedas.
Hasta aqu¨ª la reivindicaci¨®n por un sistema cient¨ªfico m¨¢s eficiente. Pero tambi¨¦n est¨¢ el tema laboral. No se puede promover la excelencia penalizando la movilidad en el salario. Tenemos una ley, y no parece que esto vaya a cambiar, que permite que, en la misma escala de funcionario, no se reconozcan m¨¦ritos adquiridos en otras instituciones. Y nos encontramos con investigadores de reconocido prestigio que han realizado parte de su carrera en organismos internacionales, en la empresa, o en la universidad, a los que se les penaliza en el ya mermado salario, al no reconocer el tiempo en otras instituciones para el reconocimiento de m¨¦ritos. En pocas palabras, si siempre te quedas en el mismo sitio cobras m¨¢s y tienes m¨¢s derechos adquiridos. No es justo y no promueve ni la movilidad, dentro de nuestro pa¨ªs pero tambi¨¦n a nivel europeo y mundial, entre universidad, organismos p¨²blicos de investigaci¨®n gestionados por el Estado y empresas, ni la excelencia ni la internacionalizaci¨®n de la ciencia, conceptos b¨¢sicos para su avance.
Respecto al gran problema de la igualdad de g¨¦nero en ciencia y dentro del paquete de medidas para la igualdad efectiva se regula la composici¨®n de los ¨®rganos, consejos y comit¨¦s para que sea equilibrada (esto es que las personas de cada sexo no superen el 60%). Esto se traduce en que las mujeres que no llegamos en muchos casos a una representaci¨®n del 20% en ciencia tenemos que estar en el doble de comit¨¦s, consejos y ¨®rganos. Agot¨¢ndonos m¨¢s y quit¨¢ndonos m¨¢s tiempo de hacer ciencia, sin que este hecho tenga una traducci¨®n efectiva en sistemas de promociones o evaluaci¨®n.
La apertura de la consulta ciudadana sobre la modificaci¨®n de la Ley de la Ciencia y la esperable discusi¨®n pol¨ªtica para cerrarla y aprobarla por el Legislativo abre una oportunidad magn¨ªfica para abordar estos problemas acuciantes para la ciencia en Espa?a. Necesitamos establecer de manera m¨¢s clara las bases de una carrera cient¨ªfica, contando con la cada vez mayor aportaci¨®n de las comunidades aut¨®nomas en programas de atracci¨®n de talento, que d¨¦ perspectivas de futuro a las cient¨ªficas y cient¨ªficos. Necesitamos fomentar la igualdad y diversidad pero entendiendo que ello implica un esfuerzo considerable y debemos hacerlo de manera que no atienda a d¨®nde se hizo la investigaci¨®n, ya que la ciencia no entiende de fronteras, que es una de sus mayores fortalezas. Debemos imponer una mayor cohesi¨®n entre universidades, centros de investigaci¨®n, hospitales y empresas, destruyendo barreras competenciales entre ministerios o con gobiernos regionales. Tenemos que conseguir un sistema de gesti¨®n de fondos m¨¢s eficiente, con profesionales que apoyen a los cient¨ªficos en estas tareas, y que el control sobre el uso de los fondos p¨²blicos no implique una interminable retah¨ªla de informes, firmas y procedimientos ineficientes. Finalmente, debemos tomarnos en serio financiar la ciencia a nivel europeo, con porcentajes m¨¢s cercanos al 3% del PIB que por debajo del 1,5%, quiz¨¢s incluso aprobando una ley.
Eva Villaver y Pablo G. P¨¦rez Gonz¨¢lez son investigadores del Centro de Astrobiolog¨ªa.
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