Los ultras se creen m¨¢s las teor¨ªas conspirativas
Las ideolog¨ªas pol¨ªticas extremas est¨¢n m¨¢s relacionadas con la creencia en que unos pocos poderosos maniobran en la sombra para imponer sus planes, seg¨²n dos grandes encuestas
Las personas que tienen ideolog¨ªas extremas se creen m¨¢s la teor¨ªa que acusa a la que fue canciller alemana Angela Merkel y a Barack Obama y George W. Bush, expresidentes de Estados Unidos de diferentes partidos, de pertenecer a una ¨¦lite de extraterrestres reptilianos. Ese es el principal resultado de una doble encuesta a m¨¢s de 100.000 personas de una veintena de pa¨ªses. El trabajo muestra que hay una relaci¨®n entre creencia en teor¨ªas de la conspiraci¨®n como esta y posici¨®n pol¨ªtica: cuanto m¨¢s alejados de la centralidad pol¨ªtica, mayor propensi¨®n a darlas por ciertas. El estudio detalla que los m¨¢s creyentes son los ultras de derecha. Sin embargo, hay expertos que sostienen que la conspiranoia est¨¢ presente en todas las ideolog¨ªas.
Las teor¨ªas conspirativas no son nuevas, ni nacieron con Donald Trump ni con los atentados del 11-S; tampoco tras el asesinato del presidente de Estados Unidos John Fitzgerald Kennedy y ni siquiera con el gran conspiranoico del siglo pasado, Adolf Hitler. El inventor estadounidense Samuel Morse, el del tel¨¦grafo y el c¨®digo que lleva su nombre, defend¨ªa ya en el siglo XIX que hab¨ªa una confabulaci¨®n entre el Papa y las monarqu¨ªas europeas para inundar de cat¨®licos su pa¨ªs y as¨ª acabar con la democracia americana. En su libro The Nature of Conspiracy Theories (no traducido a¨²n al espa?ol), el investigador de la Universidad de Tubinga (Alemania) Michael Butter se remonta a las Grecia y Roma cl¨¢sicas para encontrar a los primeros que cre¨ªan que un reducido grupo de poderosos maquina en la sombra para lograr sus objetivos, generalmente mal¨¦volos. Desacreditadas desde hace d¨¦cadas, estas ideas parecen haber recuperado fuerza en lo que va de siglo XXI. Para explicarlo, muchos se?alan a internet, las redes sociales, al auge de los populismo o a una combinaci¨®n de todo esto.
Ahora un amplio grupo de investigadores de 26 pa¨ªses ha indagado en la relaci¨®n entre teor¨ªas conspirativas e ideolog¨ªa. Para ello hicieron dos encuestas a un total de 104.253 personas, la gran mayor¨ªa europeas. Se trata de uno de los mayores esfuerzos cuantitativos para comparar la creencia en estas explicaciones alternativas entre distintas naciones y culturas. La propia heterogeneidad de la muestra oblig¨® a los cient¨ªficos a descartar teor¨ªas conspirativas sobre sucesos concretos, como el Brexit, los atentados del 11-M en Madrid o la crisis de los refugiados de 2015. En una de ellas se pregunt¨® por la intenci¨®n de voto y en la otra se pidi¨® a los entrevistados que se colocaran en una escala ideol¨®gica de izquierda a derecha. En ambas se les plante¨® varias preguntas para medir su grado de conspiranoia. Eran del tipo ¡°creo que sucesos que aparentemente no est¨¢n conectados son a menudo el resultado de actividades encubiertas¡± o que ¡°hay organizaciones secretas que tienen gran influencia en las decisiones pol¨ªticas¡±. Con ello crearon un ¨ªndice de mentalidad conspirativa.
¡°Lo que apunta nuestro estudio es que, en general, los ultraderechistas tienen una mentalidad conspirativa m¨¢s acusada¡±Roland Imhoff, soci¨®logo de la Universidad de Maguncia, Alemania
Los resultados en ambas encuestas, publicados por la revista Nature Human Behaviour, muestran que, habiendo conspiranoicos en todo el espectro pol¨ªtico, el ¨ªndice de mentalidad conspirativa va subiendo a medida que los encuestados se alejan de las posiciones intermedias del arco ideol¨®gico. Lo describe Roland Imhoff, investigador de la Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia (Alemania) y coordinador del trabajo: ¡°Vemos pruebas de una relaci¨®n en forma de U en ambos estudios¡±, dice. Es decir, una concentraci¨®n en los extremos y niveles reducidos en el medio. Pero tambi¨¦n ven una curva adicional, con incremento m¨¢s lineal hacia la derecha, en especial en la primera de las encuestas. ¡°Lo que apunta nuestro estudio es que, en general, los ultraderechistas tienen una mentalidad conspirativa m¨¢s acusada¡±, concluye Imhoff.
Esta concentraci¨®n en la extrema derecha es m¨¢s marcada en pa¨ªses como Francia, Austria, Alemania, Polonia, Pa¨ªses Bajos o B¨¦lgica, en especial la regi¨®n flamenca del pa¨ªs. Pero hay un reducido grupo de naciones donde, aun siendo los ultras de derecha los m¨¢s conspiranoicos, esta mentalidad tambi¨¦n crece en los extremos de la izquierda. Es el caso de Rumania, Hungr¨ªa y Espa?a. La profesora de sociolog¨ªa de la Universidad de Huelva Estrella Gualda, coautora del estudio y responsable de la encuesta a los espa?oles, destaca el factor econ¨®mico como posible explicaci¨®n al menos parcial del caso espa?ol. ¡°Han sido una crisis econ¨®mica tras otra, el 15-M... y parte de estos grupos de personas buscan otras fuentes de confianza¡±, dice. En el perfil del conspiranoico espa?ol, Gualda tambi¨¦n destaca su relativa mayor juventud que los de otros pa¨ªses y su exposici¨®n a las nuevas tecnolog¨ªas, a ¡°una internet sin filtros¡±.
Adem¨¢s del populismo, Butter, el autor de The Nature of Conspiracy Theories, se?ala tambi¨¦n a internet como clave para entender la situaci¨®n actual. El estudioso alem¨¢n relata c¨®mo hasta mediados del siglo pasado la conspiranoia era una parte m¨¢s del conocimiento. Muchas de sus teor¨ªas, como la del manejo del mundo por parte de los jud¨ªos o el papel de los Illuminati en la Revoluci¨®n Francesa, eran tomadas por ciertas tanto por las ¨¦lites como por la gente com¨²n. Pero una serie de procesos, desde el Holocausto hasta los avances en las ciencias sociales, llevaron al desprestigio y deslegitimaci¨®n de las teor¨ªas conspirativas, arrinconando a sus creyentes en los extremos de la esfera p¨²blica.
¡°Los algoritmos de los buscadores y las redes sociales que usamos se aseguran de que los resultados de nuestras b¨²squedas y muros solo muestren contenido que confirme lo que ya creemos¡±Michael Butter, autor del libro 'The Nature of Conspiracy Theories'
Pero internet y las redes sociales han fragmentado esta esfera p¨²blica. Y ahora los conspiranoicos tienen un altavoz global donde propagar sus ideas, donde el pensamiento ortodoxo y el heterodoxo son igual de accesibles, colocados ambos al mismo nivel. ¡° [Internet] dirige la atenci¨®n p¨²blica a ideas que hab¨ªan tenido poca o ninguna audiencia en el pasado¡±, escribe Butter. Adem¨¢s, permite sacar del aislamiento al creyente y encontrarse con otros como ¨¦l, lo que Butter llama c¨¢maras de resonancia. ¡°Los algoritmos de los buscadores y las redes sociales que usamos se aseguran de que los resultados de nuestras b¨²squedas y muros de nuestras redes solo muestren contenido que confirme lo que ya creemos¡±, prosigue el investigador alem¨¢n.
Sobre los resultados de estas dos nuevas encuestas, Butter se?ala que ¡°confirman lo que otros estudios tambi¨¦n han encontrado¡±. Pero a?ade que ¡°la investigaci¨®n cuantitativa no logra explicar por qu¨¦ la creencia en las teor¨ªas de la conspiraci¨®n es, en el mundo occidental actual, m¨¢s pronunciada en los m¨¢rgenes radicales que en el centro m¨¢s moderado¡±. Adem¨¢s, destaca que sus conclusiones ¨²nicamente ser¨ªan v¨¢lidas para el entorno europeo occidental y norteamericano. En buena parte del resto del mundo, las teor¨ªas conspirativas siguen siendo conocimiento leg¨ªtimo.
La situaci¨®n en Europa del Este es un buen ejemplo. ¡°All¨ª, las teor¨ªas de la conspiraci¨®n est¨¢n mucho m¨¢s difundidas en la sociedad. La raz¨®n de esto es que las teor¨ªas de la conspiraci¨®n todav¨ªa est¨¢n muy estigmatizadas en Europa Occidental, pero mucho m¨¢s aceptadas en Europa del Este¡±, cuenta en un correo Butter. ¡°Y eso, creo, tambi¨¦n explica en parte por qu¨¦ la gente marginal tiende a creer m¨¢s en las teor¨ªas de la conspiraci¨®n. Son m¨¢s esc¨¦pticos sobre el conocimiento de ¨¦lite, la ciencia y la academia y tienden a favorecer explicaciones diferentes. De ah¨ª tambi¨¦n la estrecha conexi¨®n entre las teor¨ªas de la conspiraci¨®n y el populismo¡±, a?ade.
El investigador de la Universidad de Oxford Turkay Nefes ha centrado su trabajo en las teor¨ªas conspirativas, en especial las antisemitas. Aunque reconoce la aportaci¨®n de un trabajo comparativo entre tantos pa¨ªses como este, discute que la conspiranoia sea solo de extremistas. De hecho, escribe en un correo: ¡°Algunos estudios, como los m¨ªos, no sugieren que [las teor¨ªas conspirativas] se concentren en los extremos pol¨ªticos¡±. Aun as¨ª, dado que los grandes partidos pol¨ªticos tienen una mayor probabilidad de ejercer el poder, Nefes reconoce que ¡°es m¨¢s probable que tengan una experiencia de primera mano de c¨®mo funciona el gobierno en comparaci¨®n con los extremos, que quiz¨¢s nunca hayan estado en posiciones de poder¡±. En otras palabras, ¡°es m¨¢s probable que sepan que las teor¨ªas de conspiraci¨®n no son correctas¡±.
En el estudio de Imhoff, Gualda y otros se plasman algunos elementos que comparten teor¨ªas conspiranoicas e ideolog¨ªas extremas: por un lado, su visi¨®n maniquea de un mundo en blanco y negro, dividido entre buenos y malos; por el otro, una reducci¨®n de la complejidad social, econ¨®mica o pol¨ªtica a la voluntad de unos pocos. En sus conclusiones, una de las explicaciones de esta conexi¨®n ser¨ªa que las posiciones pol¨ªticas extremas rara vez alcanzan el poder y ¡°la mentalidad conspirativa ser¨ªa una reacci¨®n al hecho de que las ideas pol¨ªticas propias no forman parte de la pol¨ªtica dominante¡±.
Sin embargo, Nefes, tambi¨¦n investigador del Instituto de Pol¨ªticas y Bienes P¨²blicos del CSIC, mantiene que, ¡°siendo relevante la ideolog¨ªa, no podemos asociar teor¨ªas conspirativas ¨²nicamente con grupos ideol¨®gicos determinados, como los extremistas. Asimismo, no podemos asociarlo solo a partidos pol¨ªticos que perdieron elecciones, como las utilizan algunos gobiernos. Es una relaci¨®n bastante complicada, que depende de factores contextuales¡±.
La clave de este aparente resurgimiento de las teor¨ªas conspirativas ir¨ªa m¨¢s alla de la pol¨ªtica. Como escrib¨ªa Butter en su libro y repiten los autores del estudio, este tipo de ideas cumplen una funci¨®n interpretativa del mundo, de la compleja realidad actual. En esto, funcionan como lo hac¨ªan las creencias religiosas en el pasado. Pero Butter limita su alcance: ¡°Las teor¨ªas de la conspiraci¨®n han reemplazado parcialmente a la religi¨®n en el sentido de que cumplen las mismas funciones, pero ahora sabemos que se llevan muy bien con las religiones. Pensemos en los ambientes evang¨¦licos o islamistas. Si solo se tratara de reemplazar la religi¨®n, estar¨ªan m¨¢s extendidas en los pa¨ªses m¨¢s secularizados, y no es as¨ª¡±.
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