Los sat¨¦lites civiles est¨¢n mostr¨¢ndonos la guerra de Ucrania
Las fotograf¨ªas a¨¦reas de la invasi¨®n rusa provienen de dispositivos civiles, no militares. Estos ¨²ltimos tienen capacidades muy superiores
Las fotograf¨ªas que muestran los convoyes de blindados que avanzan hacia Kiev provienen de sat¨¦lites civiles, no militares. Estos ¨²ltimos tienen capacidades muy superiores, que solo se han hecho p¨²blicas en contadas ocasiones. Unas veces, como resultado de puro y simple espionaje (el caso Morison, en 1984); otras, para apoyar determinadas pol¨ªticas (supuestos refugios de Al-Qaeda, en Afganist¨¢n y Sud¨¢n) y otras m¨¢s, en fin, por simples indiscreciones, como la del presidente Trump al mostrar los restos de un fallido cohete espacial iran¨ª. Ocasionalmente, se han divulgado im¨¢genes ¡°de sat¨¦lite¡± pero siempre degradadas artificialmente para no delatar su verdadera calidad.
?Qu¨¦ detalle son capaces de ver los sat¨¦lites de reconocimiento? Los comerciales ¡ªcomo los de la compa?¨ªa Maxtar, que sirve la mayor¨ªa de im¨¢genes del conflicto de Ucrania¡ª ofrecen en el mejor de los casos medio metro de resoluci¨®n, una calidad reservada por ley hasta hace pocos a?os a los militares. Se supone que estos llegan a los 10 cent¨ªmetros. Suficiente para distinguir un bal¨®n de futbol desde 200 kil¨®metros de altitud, aunque suelen volar muy por debajo de esa cota.
Utilizan GPS o referencias estelares: cada imagen puede ir acompa?ada de otra que muestre la parte del firmamento visible y ayude a establecer exactamente su orientaci¨®n en el momento de tomar la foto. Pueden registrar video y tambi¨¦n operar en condiciones de muy baja iluminaci¨®n. Tan solo las nubes representan un obst¨¢culo insalvable; pero para eso existen otros sat¨¦lites equipados con radar de apertura sint¨¦tica. Son como una especie de enormes c¨¢maras fotogr¨¢ficas con flash capaces de funcionar de d¨ªa y noche, atravesar las nubes e incluso penetrar la capa de vegetaci¨®n que cubre el terreno.
Se ha especulado tambi¨¦n con que los sat¨¦lites de reconocimiento podr¨ªan hacer uso de espejos deformables para compensar la turbulencia atmosf¨¦rica. Pero esto es dudoso. Esa t¨¦cnica funciona muy bien en observatorios astron¨®micos que miran hacia lo alto. De hecho, desde el suelo ya se consiguen fotograf¨ªas que rivalizan con las del Hubble. Pero en sentido contrario, ¡°de arriba hacia abajo¡± no parece factible. Se ha calculado que har¨ªa falta deformar el espejo con tanta rapidez que ni siquiera est¨¢ al alcance de la actual tecnolog¨ªa militar. O quiz¨¢s s¨ª. Es dif¨ªcil decir qu¨¦ es exactamente lo que orbita cada d¨ªa por encima de nuestras cabezas.
Un esfuerzo hist¨®rico
Los esfuerzos por curiosear m¨¢s all¨¢ del tel¨®n de acero vienen de lejos. A finales de los a?os 40 del pasado siglo, cuando se daba por hecho que la URSS pose¨ªa armamento nuclear, Estados Unidos puso en marcha un programa de inspecci¨®n mediante globos. Eran enormes bolsas llenas de helio, dise?adas para estabilizarse a unos 15 kil¨®metros de altura. A ese nivel aprovechar¨ªan las caracter¨ªsticas ac¨²sticas de la atm¨®sfera para escuchar los infrasonidos provocados por una explosi¨®n at¨®mica. Los globos se lanzaban desde Alamogordo, en el Estado de Nuevo M¨¦xico; se dice que uno cay¨® cerca del pueblecito de Roswell, dando origen a la historia del OVNI capturado atrapado all¨ª, con tripulantes y todo.
El siguiente paso consisti¨® en equipar los globos con c¨¢maras fotogr¨¢ficas. La idea era lanzarlos desde bases en Europa para que los vientos en la alta atm¨®sfera los arrastrasen sobre la Uni¨®n Sovi¨¦tica. En poco m¨¢s de una semana deber¨ªan haber atravesado toda Asia para caer en el Pac¨ªfico donde esperaban los equipos de recuperaci¨®n. La idea sonaba bien, pero los resultados fueron escasos. De los m¨¢s de 500 globos lanzados, solo uno de cada diez lleg¨® a su destino; el resto se perdi¨® o fue derribado por las defensas antia¨¦reas sovi¨¦ticas, aprovechando que durante la noche el gas se enfriaba y el globo perd¨ªa altura, quedando as¨ª al alcance de los aviones.
Mucho material secreto cay¨® en manos no previstas. En particular, result¨® especialmente valiosa la pel¨ªcula que cargaban, resistente a la radiaci¨®n c¨®smica y que no estaba disponible en la URSS. En 1958, un rollo de ese filme recuperado fue a bordo de la sonda Luna 3, y en ¨¦l se registraron las primeras fotos de la cara oculta de nuestro sat¨¦lite.
El programa de globos esp¨ªa solo dur¨® un mes, en lugar del medio a?o previsto. Su sobrevuelo o, peor, ca¨ªda en territorio rival hab¨ªa provocado numerosas protestas diplom¨¢ticas. Fueron remplazados poco despu¨¦s por los primeros aviones U-2 que se demostraron muy eficaces, aunque sus vuelos representaban una clar¨ªsima violaci¨®n del espacio a¨¦reo ruso.
En 1960, el derribo de uno de ellos tras fotografiar las rampas de cohetes de Baikonur supuso tal humillaci¨®n para la Administraci¨®n Eisenhower, justo en v¨ªsperas de una reuni¨®n con Nikita Jrushchov, que Washington prohibi¨® todos los futuros vuelos sobre territorio sovi¨¦tico. Una medida un tanto oportunista, puesto que para entonces estaban a punto de entrar en servicio los primeros sat¨¦lites esp¨ªa.
La primera generaci¨®n de sat¨¦lites de reconocimiento se disfraz¨® bajo el apelativo Discoverer, oficialmente destinado a investigaciones cient¨ªficas varias. Eran c¨¢maras fotogr¨¢ficas volantes. Al terminar su trabajo desprend¨ªan una c¨¢psula con la pel¨ªcula expuesta. Un grupo de aviones trataban de pescarla en el aire mientras ca¨ªa suspendida de su paraca¨ªdas. Si el intento fallaba, buques de la armada la recoger¨ªan del oc¨¦ano. Y si no consegu¨ªan localizarla, un tap¨®n de sal que se disolv¨ªa en cuesti¨®n de 24 horas garantizaba que c¨¢psula y su contenido acabar¨ªan en el fondo del mar.
No fue tarea f¨¢cil. Hicieron falta 13 intentos. A veces, fallaba el cohete portador; otras, el veh¨ªculo de retorno era eyectado en la direcci¨®n equivocada; otras m¨¢s, se perd¨ªa durante la reentrada. En un caso, fue a caer en el ?rtico, cerca de las islas Svalvard, dando origen a una fallida operaci¨®n de rescate que inspir¨® la novela (y posterior pel¨ªcula) Estaci¨®n Polar Zebra. La c¨¢psula del Discoverer 13 ¨Cel primer objeto recuperado desde el espacio ¨C no llevaba material fotogr¨¢fico. Tan solo una banderita americana, hoy en un museo.
El siguiente sat¨¦lite de la serie ya fue operativo. Permiti¨® cubrir casi cinco millones de kil¨®metros cuadrados de la URSS en busca de instalaciones militares, en particular, de las elusivas plataformas de lanzamiento de misiles de que hab¨ªa alardeado Jrushchov. No aparecieron, sencillamente, porque no exist¨ªan. Pero eso ya forma parte de otra historia.
Los primeros sat¨¦lites de reconocimiento utilizaban c¨¢maras fotogr¨¢ficas de larga focal, que ofrec¨ªan resoluciones de solo unas decenas de metros. Suficiente para localizar aer¨®dromos o bases de lanzamiento pero no para afinar mucho m¨¢s. Con los a?os, fueron mejorando, tanto los equipos ¨®pticos como las t¨¦cnicas de interpretaci¨®n. A finales de los a?os 60 ya se pod¨ªan distinguir objetos de un par de metros. Veh¨ªculos, por ejemplo.
Telescopios
La siguiente revoluci¨®n lleg¨® en 1963, con la entrada en servicio de un nuevo modelo de sat¨¦lite. En lugar de una c¨¢mara convencional, utilizaba un telescopio de alrededor de un metro de di¨¢metro. En condiciones ¨®ptimas permit¨ªa distinguir objetos de 50 cent¨ªmetros. Por entonces, los sat¨¦lites de reconocimiento sovi¨¦ticos ¨Cdesarrollados a partir de las c¨¢psulas tripuladas Vostok que llevaron a Gagarin al espacio- hab¨ªan conseguido calidades similares.
Diez a?os despu¨¦s se lanz¨® otro modelo m¨¢s avanzado, conocido como Big Bird. Era enorme, del tama?o de un autob¨²s. De hecho, la bodega del transbordador espacial se dimension¨® para que cupiera en ella uno de estos monstruos. La calidad de sus fotos segu¨ªa siendo la misma, pero dispon¨ªa no de una o dos, sino de cuatro c¨¢psulas de reentrada para enviar a Tierra en distintos momentos parte del material expuesto. En total, cargaba entre 30 y 50 kil¨®metros de pel¨ªcula, suficiente para misiones que pod¨ªan extenderse durante m¨¢s de medio a?o.
El ¨²ltimo Big Bird despeg¨® en abril 1986 (y el cohete explot¨®). Fue el ¨²ltimo modelo en devolver la pel¨ªcula al suelo A partir de entonces se utilizar¨ªan c¨¢maras electr¨®nicas que enviasen sus im¨¢genes por radio. Nunca se han divulgado fotograf¨ªas de los sat¨¦lites que ahora giran por ah¨ª arriba, pero se supone que su forma es muy similar a la del telescopio Hubble, salvo en que miran hacia la Tierra en lugar de al espacio. Algunos astr¨®nomos aficionados han conseguido registrar borrosos videos de su paso, que vienen a confirmar ese parecido.
La calidad de las im¨¢genes de cualquier sistema depende del di¨¢metro del objetivo. En este caso, del espejo que monta el telescopio. Se sabe que los primeros med¨ªan dos metros y medio, igual que el del Hubble, pero hay sospechas de que modelos m¨¢s avanzados pueden llegar a los cuatro. Ese detalle se dedujo a partir de las dimensiones de los bancos ¨®pticos utilizados para calibrarlos. De hecho, en 2012 la NRO, agencia que gestiona estos sat¨¦lites, regal¨® a la NASA un par de espejos de 2.5 metros, para los que no ten¨ªa uso. Uno de ellos se ha empleado para construir el telescopio espacial Nancy Roman, que se lanzar¨¢ dentro de cinco a?os.
Rafael Clemente es ingeniero industrial y fue el fundador y primer director del Museu de la Ci¨¨ncia de Barcelona (actual CosmoCaixa). Es autor de ¡®Un peque?o paso para [un] hombre¡¯ (Libros C¨²pula).
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