?Es posible vivir con medio cerebro?
Los casos en los que faltan regiones aparentemente esenciales del cerebro muestran la flexibilidad de este ¨®rgano para seguir funcionando cuando hay lesiones importantes
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Es posible que la ingenier¨ªa de los seres vivos no le hubiese gustado a un perfeccionista como Steve Jobs. M¨¢s que un producto acabado con detalle, los habitantes del mundo son hoy fruto del modo en que la vida aprovecha los errores, las mutaciones al replicarse, para adaptarse a nuevas circunstancias. Por eso es dif¨ªcil constre?ir lo que es humano a un est¨¢ndar y hay formas de estar vivo y bien tan sorprendentes. Una de ellas es la de personas a las que les faltan grandes partes del cerebro.
En un art¨ªculo reciente publicado en la revista Neuropsychologia se menciona el caso de una mujer que un d¨ªa, durante un chequeo m¨¦dico, descubri¨® que le faltaba el l¨®bulo temporal izquierdo. Esta regi¨®n, normalmente, desempe?a una funci¨®n importante en la capacidad para entender lo que se nos dice. Este tipo de ausencia deber¨ªa suponer alg¨²n tipo de limitaci¨®n en las habilidades ling¨¹¨ªsticas de la paciente, pero ella nunca las hab¨ªa experimentado y jam¨¢s hab¨ªa intuido que algo faltase en su cerebro.
Casos como este no son tan extra?os y en muchas ocasiones tienen que ver con defectos cong¨¦nitos que producen accidentes cerebrovasculares en las fases tempranas del desarrollo. De hecho, seg¨²n recog¨ªa un art¨ªculo en la revista Wired, a la hermana de la paciente analizada en el trabajo publicado en Neuropsychologia le falta el l¨®bulo temporal derecho. Pero la naturaleza, con esa especial habilidad para adaptarse a las circunstancias, permiti¨® a las dos hermanas tener una vida normal, reorganizando el cableado de su cerebro para colocar las funciones del lenguaje en las partes intactas.
Javier de Felipe, investigador del Instituto Cajal del CSIC, en Madrid, comenta otros casos de personas sorprendidas por sus particularidades cerebrales, como el de un hombre que por un caso de hidrocefalia durante la infancia ¡°ten¨ªa agua en el cerebro y la corteza reducida a una peque?a l¨¢mina¡±, y aun as¨ª llevaba una vida normal, ¡°o individuos que viven pr¨¢cticamente sin cerebelo¡±. Sin embargo, apunta, ¡°esas alteraciones sucedieron en las primeras etapas de la vida, cuando es posible que gracias a la plasticidad del cerebro, otras regiones intactas suplan las funciones da?adas¡±. Cuando este tipo de lesiones se producen en edades m¨¢s avanzadas, el resultado es catastr¨®fico.
En las primeras etapas de su desarrollo, el cerebro humano es mucho m¨¢s flexible. En esos momentos, ¡°es capaz de adaptarse, de tal manera que, si est¨¢ afectada la corteza visual, se podr¨ªa realizar un trasvase para que una parte m¨¢s dedicada al procesamiento auditivo compense por la otra regi¨®n perdida¡±, explica Sandra Jurado, investigadora del Instituto de Neurociencias de Alicante (UMH-CSIC). ¡°Una vez que las conexiones est¨¢n hechas, cortarlas es traum¨¢tico, aunque hay casos en los que s¨ª se da una redundancia en el cerebro y algunas conexiones se pueden redirigir para compensar parte de la funcionalidad perdida¡±, a?ade.
Jurado recuerda que ¡°existen sistemas de seguridad en el cerebro, como las c¨¦lulas gliales que reparan los peque?os da?os que se producen en nuestro d¨ªa a d¨ªa¡±, pero tambi¨¦n, como en los sistemas de ingenier¨ªa de los aviones, que son redundantes para evitar un desastre en caso de que falle una pieza, parece haber partes del cerebro redundantes que se pueden reutilizar en caso de lesi¨®n, principalmente durante el desarrollo embrionario o la primera infancia. Esto, adem¨¢s, sucede en las partes relacionadas con la corteza cerebral, la m¨¢s humana del cerebro. Las partes m¨¢s primitivas, relacionadas con funciones b¨¢sicas como respirar o tener hambre, parecen m¨¢s intocables, pero se puede vivir pese a la falta de grandes partes de la corteza.
¡°Los gusanos C. elegans tienen 302 neuronas, todos, pero el cerebro humano es mucho m¨¢s variable¡±, cuenta De Felipe. ¡°Puedes eliminar 4.000 neuronas y aparentemente no pasa nada, hay un exceso de neuronas que no sabemos explicar bien, pero puede suponer una ventaja evolutiva y es una capacidad que quiz¨¢ podr¨ªamos aprovechar si conoci¨¦semos mejor¡±, contin¨²a. Sobre esta diversidad de los cerebros humanos, el investigador del CSIC recuerda un hecho que asombraba a Cajal como la existencia de gente inteligente con cerebros muy grandes o muy peque?os: ¡°Lord Byron ten¨ªa un cerebro que rondaba los dos kilos, y Anatole France, que gan¨® el Nobel de Literatura, lo ten¨ªa de un kilo¡±.
Los casos particulares, como el de la mujer que no tiene un l¨®bulo del cerebro, son ¨²tiles para conocer la localizaci¨®n de determinadas funciones o la posibilidad de reorganizaci¨®n de este ¨®rgano, pero tambi¨¦n plantea preguntas sobre c¨®mo funciona realmente. En algunas ocasiones, un accidente puede causar una lesi¨®n que produzca da?os en la visi¨®n o la audici¨®n, pero generar tambi¨¦n lo que se conoce como s¨ªndrome del sabio postraum¨¢tico, que hace que personas sin una preparaci¨®n en el campo emerjan del percance con extraordinarias habilidades matem¨¢ticas o musicales. En este sentido, tambi¨¦n se sabe que la plasticidad cerebral, muy ¨²til para recuperarse de las lesiones o para aprender, cuando es excesiva, puede causar un trastorno autista.
Adem¨¢s, como recuerda De Felipe, la reorganizaci¨®n cerebral no sucede solo por fallos en la programaci¨®n gen¨¦tica o accidentes. ¡°Hay un mapa b¨¢sico del cerebro, pero despu¨¦s la variabilidad de individuo a individuo es muy importante, porque cada cerebro humano es distinto de otro, depende de tu historia y de todas las conexiones que haces cuando aprendes o cuando te relacionas con el mundo¡±. En este sentido, recuerda un trabajo realizado en Suecia con mujeres portuguesas que fueron a aquel pa¨ªs a trabajar como limpiadoras. De este grupo, una parte estaba alfabetizada y la otra no y el an¨¢lisis de sus cerebros mostr¨® que aprender a leer en la infancia condicionaba las regiones que utilizaban de adultas para procesar el lenguaje.
La mente emerge de la materia de nuestro cerebro y su interacci¨®n con el resto del cuerpo y el mundo, pero aspectos aparentemente inmateriales como la educaci¨®n o la cultura modifican ese trozo de materia con resultados tan sorprendentes como la aparici¨®n de animales capaces de viajar a la Luna. Las personas que viven sin un trozo de cerebro son una muestra radical de la versatilidad y la diversidad de ese ¨®rgano que nos hace humanos y ¨²nicos.
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