Lecciones tras la muerte de un cient¨ªfico
El investigador Miquel Porta, que acaba de publicar el libro ¡®Epidemiolog¨ªa cercana¡¯, homenajea en este art¨ªculo al cient¨ªfico Judah Folkman
Mediod¨ªa del 15 de enero de 2008. Ese hombre grande que repentinamente ayer ha muerto, Judah Folkman, hace pocos a?os corri¨® a decir que estaba vivo.
Boston, 12 de noviembre de 2006. En un congreso de la American Association for Cancer Research (AACR), desde el escenario de la inmensa sala en penumbra, un hombre espigado nos habla afectuosamente, con una pasi¨®n tranquila, atento al millar de cient¨ªficos y a lo que cada diapositiva debe contar. Nos tiene en su pu?o, fascinados con su ciencia y su carisma. Acabamos de romper a re¨ªr todos, con esa risa de felicidad c¨®mplice y aut¨¦ntica, la que en los congresos cient¨ªficos solo provocan personas y hallazgos excepcionales.
Folkman nos acaba de decir: ¡°Al o¨ªr aquello corr¨ª hacia el micr¨®fono para dejar claro que estaba vivo¡±. Y todos irrumpimos en una carcajada. Porque la an¨¦cdota que nos acaba de contar es honda y divertida (la cuento dos p¨¢rrafos m¨¢s abajo), y porque culmina una ponencia deslumbrante. Durante ella, Folkman ha desplegado los hallazgos de varias d¨¦cadas de investigaci¨®n prodigiosa: en sus diapositivas ha mostrado gr¨¢ficas y esquemas, resultados cuantitativos, interpretaciones e ideas... y enfermos reales al filo de la muerte.
Hace varias d¨¦cadas, Folkman y otros redescubrieron que los tumores generan peque?os vasos sangu¨ªneos para nutrirse. Su trabajo fund¨® un nuevo campo de investigaci¨®n y una clase nueva de f¨¢rmacos, la terapia anti-angiog¨¦nica: f¨¢rmacos que inhiben el crecimiento de nuevos vasos sangu¨ªneos. Algunos expertos desde?aron sus estudios. Gajes del oficio. Tenaz, audaz, creativo, ¨¦l y su equipo continuaron investigando.
La an¨¦cdota que Folkman nos acababa de contar ese 12 de noviembre es esta: ¡°Hace unos meses¡±, dijo, ¡°yo estaba en otro congreso, entre los oyentes, mientras un m¨¦dico de una instituci¨®n distinta a la nuestra presentaba los resultados de sus estudios, que confirmaban y ampliaban los de nuestro equipo. La audiencia estaba asombrada. Entonces a mi lado un desconocido murmur¨® maravillado: ¡®?Si Folkman estuviese vivo para verlo!¡¯¡±. Carcajada nuestra. ¡°Inmediatamente corr¨ª al micr¨®fono a dejar claro que estaba vivo¡±, prosigui¨®. Y tras nuestras nuevas risas, a?adi¨®: ¡°Por suerte m¨ªa, al lado del micr¨®fono estaba un buen compa?ero que me dijo: ¡®Si¨¦ntate y mant¨¦n la boca cerrada, Judah, que lo vas a estropear todo¡¯¡±. M¨¢s risas.
La an¨¦cdota puede parecer trivial o presuntuosa si no atendemos, primero, al tono llano con el que Folkman la relat¨®. Y segundo, en especial, a que era parte de una ponencia compleja y preciosa, con una atenci¨®n exquisita a los hechos que durante a?os hab¨ªa observado en sus estudios observacionales y experimentales, tanto en la poyata del laboratorio como en enfermos de verdad.
Durante su vida profesional muchas veces sus deseos, ideas e hip¨®tesis chocaron con sus observaciones, contradichas aquellas por estudios dise?ados y analizados de forma inmisericorde: solo el curso cl¨ªnico de los pacientes importa. Una cultura clave en la cultura de los siglos XX y XXI.
Estas ideas resurgen ahora, cuando afortunadamente algunos descubren que deben hacerse estudios en la realidad, en poblaciones reales. Hace tantos a?os que la epidemiolog¨ªa y las especialidades cl¨ªnicas lo hacen. Cada vez mejor. Con visiones causales dial¨¦cticas entre los estudios en los laboratorios, en los centros m¨¦dicos y en poblaciones, entre los an¨¢lisis mecan¨ªsticos y los pragm¨¢ticos. Impresionantes avances y d¨¦ficits los que hemos vivido durante la pandemia. ?Cu¨¢nto progreso es posible!
Mas hoy, 15 de enero de 2008, la ponencia de Folkman est¨¢ lejos de m¨ª. Llevo rato inmerso escribiendo un art¨ªculo cient¨ªfico. Contento y cansado, le echo un vistazo al correo electr¨®nico. Y es entonces cuando la muerte de Folkman me golpea inexplicablemente. Leo: ¡°Judah Folkman, doctor en medicina, catedr¨¢tico de cirug¨ªa pedi¨¢trica y de biolog¨ªa celular en la Facultad de Medicina de Harvard, muri¨® repentinamente este 14 de enero de 2008. Ten¨ªa 74 a?os. El descubrimiento fundamental del Dr. Folkman de que cortar el aporte sangu¨ªneo a un tumor canceroso inhib¨ªa su crecimiento y su capacidad de propagarse revolucion¨® el tratamiento del c¨¢ncer y de la degeneraci¨®n macular. Hoy, varios f¨¢rmacos est¨¢n aprobados...¡±.
El reconocimiento del obituario es preciso: ning¨²n camino que un investigador m¨¦dico emprenda es m¨¢s arduo que el que parte de la inmensa fragmentaci¨®n de datos de la biolog¨ªa y quiere llegar a curar la compleja enfermedad de un ser humano. Esperanzas de curar hay muchas, unas de buena fe, otras con escaso fundamento cient¨ªfico.
En el mismo congreso de la AACR, el profesor Michael Sporn dijo: ¡°El Proyecto del Genoma Humano est¨¢ intelectualmente en bancarrota cuando se trata de ofrecer soluciones a los pacientes¡±. La frase puede tomarse literalmente o no: tras estallar la burbuja gen¨®mica, la bancarrota de muchas empresas no fue solo intelectual, cient¨ªfica y ¨¦tica sino tambi¨¦n literal: econ¨®mica. Sporn nos ped¨ªa que seamos menos acomodaticios y m¨¢s creativos. Que logremos m¨¢s hallazgos cl¨ªnica y socialmente relevantes.
En 1998 el mismo Folkman hab¨ªa dicho: ¡°Solo es en ratones¡±. Se refer¨ªa a experimentos suyos que hab¨ªan causado sensaci¨®n tras un art¨ªculo en el New York Times, que explicaba como dos f¨¢rmacos que Folkman hab¨ªa desarrollado erradicaban tumores en dichos animales de experimentaci¨®n. Con una honestidad elemental, Folkman quer¨ªa que no se extrapolasen a los enfermos descubrimientos suyos en ratones que todav¨ªa deb¨ªan ponerse a prueba en personas. En el art¨ªculo del Times, nada menos que James Watson, premio Nobel por su propuesta sobre la estructura del ADN, proclamaba: ¡°Judah va a curar el c¨¢ncer en dos a?os¡±. Una hip¨¦rbole todav¨ªa hoy demasiado com¨²n.
Se ha hecho tarde, debo salir pitando. De camino pienso: ?por qu¨¦ te golpea la muerte de alguien a quien solo escuchaste una vez? ?Por su altura ¨¦tica y cient¨ªfica, humana? Me digo que lo mismo puede ocurrirle a cualquier ciudadano interesado por la cultura.
S¨ª, solo soy un ciudadano m¨¢s que vive la historia de su tiempo. Y entonces siento una inesperada gratitud: gracias, Judah, por esas d¨¦cadas de lucha, por tu creatividad insolente, por tus descubrimientos y errores, y por esas risas de felicidad que tanto disfrutamos quienes nos ganamos la vida con uno de los mejores oficios del mundo.
Miquel Porta es m¨¦dico, investigador del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones M¨¦dicas y catedr¨¢tico de salud p¨²blica en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona. Autor de Epidemiolog¨ªa cercana (Triacastela), libro del cual este art¨ªculo est¨¢ adaptado.
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