La contaminaci¨®n lum¨ªnica afecta a la mayor¨ªa de los telescopios del planeta
El brillo de las luces artificiales ilumina tanto que oscurece la visi¨®n de las estrellas por los principales observatorios
Durante siglos, los observatorios astron¨®micos estaban en las ciudades. Los astr¨®nomos observaban las estrellas desde el centro de Berl¨ªn, Londres, Madrid... La creciente iluminaci¨®n de las urbes oblig¨® a sacarlos de all¨ª. Primero a las afueras y despu¨¦s cada vez m¨¢s lejos y, en especial, cada vez m¨¢s alto. Los miradores celestiales activos en Europa o Estados Unidos est¨¢n en las cumbres, como los de Calar Alto, en Almer¨ªa, o el del Roque de los Muchachos, en La Palma. Pero ni siquiera eso los est¨¢ salvando de la contaminaci¨®n lum¨ªnica: un estudio del brillo nocturno sobre el cielo de los principales observatorios del planeta muestra que la mayor¨ªa tienen tanta luz que ciega a sus telescopios.
La investigaci¨®n, desarrollada por investigadores de Chile, Italia y Espa?a, ha usado datos recogidos por los sat¨¦lites durante su paso nocturno sobre el cielo de todos los observatorios con telescopios de al menos tres metros de di¨¢metro. Los resultados de su trabajo, reci¨¦n publicados en la revista especializada de la Royal Astronomical Society brit¨¢nica, muestran que solo siete de los 28 observatorios tienen un brillo en el cenit celeste por debajo del 1% del brillo natural del cielo. Ese resplandor cenital (sobre la vertical del observatorio) es el principal par¨¢metro de calidad del cielo nocturno. Pero los autores del estudio tuvieron en cuenta otros, como la media de brillo en toda la semiesfera celeste o la luz existente en los 30? por encima de la l¨ªnea del horizonte. Esta es la posici¨®n m¨ªnima en la que pueden operar la mayor¨ªa de los telescopios, que no pueden ver m¨¢s abajo de ah¨ª. El horizonte es tambi¨¦n la zona donde m¨¢s contaminaci¨®n lum¨ªnica hay. Contando ¨²nicamente con este par¨¢metro, solo uno de los observatorios estar¨ªa libre de contaminaci¨®n lum¨ªnica, en Namibia.
¡°Si tienes un cielo brillante, necesitan m¨¢s tiempo y m¨¢s trabajo para que los datos tengan la misma calidad. Es como si el telescopio encogieraFabio Falchi, investigador del Istituto di Scienza e Tecnologia dell¡¯Inquinamento Luminoso, Italia
Fabio Falchi, investigador de la Universidad de Santiago de Compostela y el Istituto di Scienza e Tecnologia dell¡¯Inquinamento Luminoso (Italia), es el principal autor de esta investigaci¨®n. La contaminaci¨®n lum¨ªnica es un concepto relativo en el que la referencia es el grado de oscuridad en un entorno natural. ¡°El cielo de Madrid es 40 veces m¨¢s brillante que el cielo natural¡±, pone de ejemplo. Los observatorios no pueden operar con esos niveles de brillo nocturno, ni con mucho menos. ¡°Si tienes un cielo brillante, necesitan m¨¢s tiempo y m¨¢s trabajo para que los datos que obtienen tengan la misma calidad. Es como si el telescopio encogiera. As¨ª que si tienes uno de 12 metros, se convertir¨ªa en uno de nueve u ocho metros¡±, asegura Falchi.
El mejor sitio para ver las estrellas est¨¢ en el desierto de Namibia. No se trata de un observatorio profesional, sino uno que han montado astr¨®nomos aficionados como atracci¨®n tur¨ªstica, la granja para hu¨¦spedes Tivoli Southern Sky. Entre los profesionales destacan otros observatorios ubicados en el sur de ?frica, perdidos en la selva amaz¨®nica y los del desierto de Atacama, en Chile. Los tres que peor punt¨²an son los de Chapultepec (M¨¦xico), P¨²lkovo (Rusia) y el del Monte Wilson (EE UU). Son observatorios que tienen m¨¢s de un siglo y, entonces, su ubicaci¨®n era ideal: fuera de las ciudades, pero no demasiado lejos. El problema es que los humanos no han dejado de expandirse y de aumentar sus luces. Hoy, estos centros est¨¢n demasiado cerca de Ciudad de M¨¦xico, San Petersburgo y Los ?ngeles, respectivamente. En general, los telescopios situados en la Europa continental y Estados Unidos tienen demasiada luz nocturna.
Alicia Pelegrina es miembro de la oficina de la calidad del cielo del Instituto de Astrof¨ªsica de Andaluc¨ªa (IAA). Para ella, ¡°la luz es el mensajero de los cuerpos celestes, pero si el cielo, el fondo, no est¨¢ oscuro, solo vemos los objetos m¨¢s brillantes¡±. Por eso, recuerda Pelegrina, ¡°los astr¨®nomos fueron los primeros en alertar de la contaminaci¨®n lum¨ªnica, una contaminaci¨®n tan problema ambiental como la provocada por los hidrocarburos¡±. La investigadora del IAA public¨® recientemente un libro sobre el da?o que las luces humanas le est¨¢n haciendo al cielo, pero tambi¨¦n a la vida sobre la Tierra, ya sea la natural o la propia salud humana.
El problema es que el exceso de luz ha ido aparejado con el avance, con el progreso. Pelegrina lo ejemplifica con el observatorio astron¨®mico de Granada. Lo levantaron los jesuitas a inicios del siglo pasado en La Cartuja, entonces a las afueras de la ciudad. Pero en 1968 se lo tuvieron que llevar al Moj¨®n del Trigo, ya en las alturas de Sierra Nevada. En 1981 lo tuvieron que trasladar a¨²n m¨¢s arriba, a la Loma de D¨ªlar, en el pico del Veleta, la tercera monta?a m¨¢s alta de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica. ¡°Hemos asociado la luz con aspectos positivos, con progreso, con avance, y ahora debemos cambiar de paradigma¡±, dice Pelegrina.
El investigador de la Universidad de Exeter Alejandro S¨¢nchez lleva a?os estudiando y denunciando la contaminaci¨®n lum¨ªnica. Sus m¨¢s recientes trabajos muestran que, en vez de reducirse, la luz que los humanos proyectamos al cielo va en aumento. ¡°En todo el planeta, el brillo nocturno m¨ªnimo se ha incrementado un 49% desde 1992¡±, recuerda S¨¢nchez. M¨ªnimo porque ¡°los sat¨¦lites que usamos para medir son ciegos a la luz azul¡±, a?ade. Y es en este rango del espectro en el que operan la inmensa mayor¨ªa de las luces LED que est¨¢n protagonizando la transici¨®n a esta tecnolog¨ªa. De hecho, en otro trabajo, con datos de la Estaci¨®n Espacial Internacional, que s¨ª cuenta con instrumentos que registran los distintos espectros de la luz, han visto un aumento del ¡°11% en la contaminaci¨®n lum¨ªnica en el verde y otro 24,4% en el azul¡± en 2020 respecto a 2012. En Europa y Estados Unidos, la culpa del aumento estar¨ªa en una err¨®nea ¡°elecci¨®n de luz azul Led, en vez del ¨¢mbar, m¨¢s natural¡±, opina S¨¢nchez. Tambi¨¦n, la mejora de las condiciones de vida en gigantes como la India y China se ha traducido en m¨¢s contaminaci¨®n lum¨ªnica.
Hay adem¨¢s una fuente de contaminaci¨®n a considerar: los sat¨¦lites artificiales. ¡°Llenan de luz el cielo al atardecer y al anochecer, y cuando en la Tierra es a¨²n de noche, pero all¨ª arriba les da el Sol¡±, dice S¨¢nchez. Funcionan como espejos, reflejando la luz solar y clareando todo a su alrededor. Y, como recuerda este investigador, ¡°Elon Musk quiere colocar otros 30.000 sat¨¦lites en ¨®rbita¡±. Ni siquiera los observatorios llevados hasta los desiertos de Chile o Namibia podr¨¢n escapar.
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