El enigma del doctor Arteta, el genio de la patolog¨ªa que renunci¨® a ser catedr¨¢tico: ¡°Que les den por culo al arzobispo y al rector¡±
Fue disc¨ªpulo de Cajal, miliciano republicano, m¨¦dico personal de P¨ªo Baroja y pionero en Espa?a de las t¨¦cnicas de diagn¨®stico r¨¢pido, aunque casi nadie le recuerda hoy
Los pat¨®logos son tal vez los m¨¦dicos m¨¢s injustamente desconocidos. Sin ellos no ser¨ªan posibles el resto de disciplinas m¨¦dicas, ni habr¨ªa diagn¨®sticos fiables. En la actualidad, un pat¨®logo es ese m¨¦dico que, en cuesti¨®n de minutos, toma una muestra de tejido extra¨ªda de un paciente, la analiza, determina si hay un tumor y se?ala cu¨¢les son sus l¨ªmites. Esto permite al cirujano no cortar m¨¢s de la cuenta y extraer todo el tejido afectado sin dejar c¨¦lulas malignas. Los pat¨®logos salvan vidas todos los d¨ªas, pero casi nadie lo sabe, porque no suelen tener contacto directo con los pacientes.
Ahora sale a la luz la figura del que probablemente es uno de los pat¨®logos m¨¢s importantes y desconocidos de la historia de Espa?a. Se llamaba Jos¨¦ Luis Arteta Alg¨ªbez y los que lo conocieron le describen como un ser sarc¨¢stico, malhumorado y brillante. Tanto su vida como su muerte presentan enigmas que probablemente no se resuelvan nunca. Su rastro parec¨ªa haberse perdido para siempre hasta que Luis Alfaro y Julio Rodr¨ªguez, tambi¨¦n pat¨®logos, han rescatado su figura del olvido.
Cualquiera que tenga la extra?a idea de consultar el BOE del 12 de junio de 1948 se encontrar¨¢ en la misma p¨¢gina a dos personajes que ser¨¢n famosos en el futuro: el derechista Manuel Fraga Iribarne y el izquierdista Enrique Tierno Galv¨¢n, que son nombrados catedr¨¢ticos ese mismo d¨ªa. Justo entre los dos figura el nombre de Jos¨¦ Luis Arteta, elegido catedr¨¢tico de anatom¨ªa patol¨®gica en la Universidad de Santiago. Arteta nunca ocup¨® su plaza; y probablemente esa decisi¨®n hizo que se convirtiera en uno de los m¨¢ximos impulsores de la patolog¨ªa moderna en nuestro pa¨ªs.
¡°En los a?os 40¡å, explica Luis Alfaro, pat¨®logo del Hospital Vithas 9 de Octubre de Valencia, ¡°los hospitales espa?oles empiezan a crear puestos de pat¨®logos que se encargan de diagnosticar enfermedades con peque?as biopsias de tejido¡±. ¡°Arteta fue uno de los mejores y siempre estuvo en el sitio adecuado¡±, detalla.
El doctor Arteta fue uno de los ¨²ltimos disc¨ªpulos del Nobel Santiago Ram¨®n y Cajal, en cuyo laboratorio aprendi¨® a preparar muestras de tejido. Era liberal y fue miliciano en el bando republicano durante la Guerra Civil. No se sac¨® el t¨ªtulo de m¨¦dico hasta el 1941 y eso le permiti¨® librarse de las depuraciones. ¡°Era un cascarrabias, mal hablado, pero si notaba inter¨¦s por el problema que se le planteaba, no regateaba su tiempo dando explicaciones detalladas y precisas¡±, escribi¨® en sus memorias el neur¨®logo Carlos Castilla del Pino, quien conoci¨® a Arteta en aquellos a?os. Del Pino escribe que un d¨ªa le pregunt¨® por qu¨¦ no ocup¨® su c¨¢tedra en Santiago.
¡°Mire usted¡±, le contest¨®, ¡°cuando tom¨¦ posesi¨®n me dijo el rector: Tiene usted ahora que ir al Sr. arzobispo para ponerse a su disposici¨®n.
¡ª?Y por qu¨¦?, dije yo.
¡ªHombre, es lo que hay que hacer, ?no le parece?
¡ªPues me he venido sin m¨¢s [a Madrid] y que le den por culo al arzobispo y al rector¡±.
En aquellos tiempos, el poder de los pat¨®logos empieza a consolidarse. Si el paciente mor¨ªa, ellos hac¨ªan la autopsia y confirmaban o desment¨ªan el diagn¨®stico del m¨¦dico jefe, si es que se atrev¨ªan a contradecirle. Arteta fue el pat¨®logo de los dos m¨¦dicos m¨¢s famosos del momento: Carlos Jim¨¦nez D¨ªaz, con quien rompi¨® de forma fulminante por una disputa de diagn¨®stico, y Gregorio Mara?¨®n, el m¨¦dico humanista a quien se atribuye la m¨¢xima de que el mayor invento de la medicina es la silla, porque permite que el m¨¦dico se siente a escuchar a su paciente.
Arteta ser¨¢ autor del primer art¨ªculo de las instituciones ligadas al Instituto Cajal que se publica en la revista Nature, referente de la mejor ciencia mundial, en 1957. De todas sus contribuciones cient¨ªficas, destaca la de llevar un paso m¨¢s all¨¢ las t¨¦cnicas de an¨¢lisis de tejidos aprendidas en el laboratorio de Cajal para sentar las bases de la biopsia intraoperatoria, ese proceso de extraer una muestra de tejido del paciente vivo, congelarla, analizarla y volver con un diagn¨®stico r¨¢pido en cuesti¨®n de minutos. ¡°Arteta fue uno de los primeros en aplicarla y probablemente salv¨® muchas vidas¡±, destaca Alfaro, que acaba de publicar el primer estudio monogr¨¢fico sobre las contribuciones de Arteta en la Revista Espa?ola de Patolog¨ªa.
Alfaro dice que la ¨²nica persona que conoci¨® a Arteta y sigue viva es su colega Julio Rodr¨ªguez. Tiene 76 a?os, est¨¢ jubilado y ha sido uno de los m¨¢ximos exponentes en Espa?a de otra t¨¦cnica de an¨¢lisis patol¨®gico fundamental: la citolog¨ªa, basada en el an¨¢lisis de c¨¦lulas extra¨ªdas del paciente. ¡°Arteta era exactamente como sale en las fotos¡±, recuerda Rodr¨ªguez en conversaci¨®n telef¨®nica con EL PA?S. ¡°Un hombre de cara redondeta, cierto mal genio y bastante agn¨®stico¡±, a?ade. Rodr¨ªguez ten¨ªa entonces 10 a?os. Recuerda que Arteta pasaba a menudo a buscar a su padre, tambi¨¦n pat¨®logo, que ten¨ªa en su casa de la Puerta de Alcal¨¢ su propio laboratorio. ¡°Era brusco, arisco, pero muy did¨¢ctico. Con el tiempo me he dado cuenta de que era un magn¨ªfico investigador, pero como muchos otros es un gran desconocido. La gente desconoce lo que es la anatom¨ªa patol¨®gica; pero ning¨²n otro tipo de m¨¦dico podr¨ªa existir sin ella; ser¨ªa como juzgar a alguien sin juez¡±, destaca Rodr¨ªguez.
Arteta no solo era un m¨¦dico brillante, sino que tambi¨¦n se code¨® con grandes figuras de la cultura, sobre todo con P¨ªo Baroja, tambi¨¦n m¨¦dico, de cuya tertulia en la calle Ruiz Alarc¨®n, al lado del parque del Retiro, era miembro fijo y respetad¨ªsimo.
Alfaro ha buceado en las memorias de la familia de Baroja y ha encontrado testimonios que prueban que Arteta no fue solo su amigo, sino tambi¨¦n su m¨¦dico personal, que le recomendaba tratamientos e incluso dise?¨® la cirug¨ªa de f¨¦mur que ten¨ªa que hacerse tras una ca¨ªda, cuando ya era muy mayor.
Un d¨ªa, con Baroja ya en cama muy enfermo, apareci¨® Ernest Hemingway. Baroja, perplejo, dijo: ¡°?Caramba, ?y a qu¨¦ viene este t¨ªo?¡±.
La foto de la visita sali¨® en las revistas Blanco y Negro y Time. La jugada indign¨® a Julio Caro Baroja, sobrino del escritor. Lo importante de esa fotograf¨ªa, relata Alfaro, es que al otro lado de la cama, fuera de plano, estaban Arteta, como su amigo y m¨¦dico personal, y Julio Caro Baroja.
El sobrino cont¨® en sus memorias que el d¨ªa que muri¨® su t¨ªo fue Arteta quien se le acerc¨® muy conmovido y le dijo: ¡°Ya¡±. El liberal y malhablado doctor Arteta tambi¨¦n habr¨ªa sido quien sugiri¨® al sobrino quitar el crucifijo que alguien hab¨ªa colocado en el ata¨²d del escritor. Y as¨ª se hizo.
Arteta muri¨® menos de un a?o despu¨¦s, a los 45 a?os. Su desaparici¨®n est¨¢ rodeada de misterio. En verano de 1957, una noticia de El Correo asegura que el doctor Arteta muri¨® porque se hab¨ªa inoculado el virus de la poliomelitis para estudiar la enfermedad y encontrar una cura. Pero ese mismo a?o, en su mismo barrio de Madrid murieron otras siete personas por la misma infecci¨®n; es posible que fuese un simple contagio m¨¢s. ¡°Yo creo que no podemos descartar que se pinchara accidentalmente en el laboratorio, pero no lo podemos demostrar¡±, apunta Alfaro.
Alfaro ha pasado tres a?os recopilando informaci¨®n sobre Arteta y ha intentado encontrar a m¨¢s gente que le conociese, pero no ha encontrado a nadie. El m¨¦dico estaba casado con Rosa Ayll¨®n, t¨¦cnico de anatom¨ªa patol¨®gica. No tuvo hijos ni se le conocen hermanos. Alfaro explica que ha llegado a preguntar en bares y tiendas cercanos a la casa de Arteta, en la calle Princesa, intentando buscar personas mayores que le recordasen. El pat¨®logo tampoco tuvo un disc¨ªpulo directo que continuase su trabajo. Lo que s¨ª ha encontrado Alfaro es la tumba de Arteta en el Cementerio de la Almudena de Madrid, en la que apenas se puede leer ya la inscripci¨®n. El pat¨®logo cree que este es el final de su investigaci¨®n.
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