M¨¢s all¨¢ de Mengele: la clase m¨¦dica en su conjunto consinti¨® o se implic¨® en el horror nazi
Un informe de la revista ¡®The Lancet¡¯ destaca c¨®mo la ciencia y medicina m¨¢s avanzadas de su tiempo degeneraron por una ideolog¨ªa nacionalista
Anita Andres no hab¨ªa cumplido los dos a?os cuando ingres¨® en un centro que atend¨ªa a ni?os con problemas de desarrollo en Mosbach (Alemania). La peque?a no hab¨ªa logrado a¨²n el promedio cognitivo y f¨ªsico para su edad. Era 1941 y el r¨¦gimen nazi hab¨ªa aprobado hac¨ªa a?os la esterilizaci¨®n de las personas con alguna discapacidad y, en caso de quedarse embarazada, el aborto forzoso. Pero para los ni?os con alg¨²n trastorno cognitivo o incapacidad f¨ªsica, bast¨® una orden ministerial en 1939. Anita fue derivada, junto a otros 52 ni?os, al Hospital Universitario Psiqui¨¢trico de Heidelberg. Estaba dirigido por Carl Schneider, uno de los m¨¢s reputados psiquiatras de su tiempo. Dirig¨ªa un estudio que buscaba establecer las diferencias entre discapacidades del desarrollo cong¨¦nitas y las adquiridas en los primeros meses y a?os de vida. Schneider era tambi¨¦n el responsable de Aktion T4, el programa estatal de eutanasia. Tras ser estudiada, Anita fue asesinada y, como ella, otros 10.000 ni?os con alguna discapacidad. La revista m¨¦dica The Lancet acaba de publicar un informe repleto de historias como la de Anita. Uno de los objetivos del trabajo, publicado 90 a?os despu¨¦s del ascenso de Hitler al poder, es que los actuales y futuros m¨¦dicos no olviden el horror en el que degener¨® la ciencia y pr¨¢ctica m¨¦dica.
La medicina del per¨ªodo nazi probablemente sea tristemente famosa hoy sobre todo por los experimentos que realizaron personajes como el m¨¦dico Josef Mengele con los prisioneros del campo de exterminio de Auschwitz. Mengele, primero destinado al campo de los gitanos, acabo siendo jefe de la enfermer¨ªa del complejo Auschwitz-Birkenau. Su poder sobre qui¨¦n mor¨ªa y qui¨¦n viv¨ªa un poco m¨¢s era absoluto. A los pies de las rampas de los trenes que tra¨ªan a los jud¨ªos como ganado desde toda Europa, Mengele decid¨ªa con un gesto los que iban directamente a las duchas, es decir, las c¨¢maras de gas, y qui¨¦n iba a trabajos forzados. Sus investigaciones, en especial con los gemelos, fueron infames, sin ning¨²n respeto por la condici¨®n humana.
¡°La falacia m¨¢s da?ina sobre la implicaci¨®n de la medicina en el nazismo quiz¨¢ sea la idea de que las atrocidades fueron obra de unos m¨¦dicos radicalizadosExtracto del informe
Sin embargo, personajes siniestros como Mengele o Schneider impiden ver el verdadero drama. El profesor Herwig Czech, de la Universidad M¨¦dica de Viena, codirector de la comisi¨®n autora del informe, lamenta en una nota que ¡°a menudo sorprende lo poco que se conoce de los cr¨ªmenes m¨¦dicos de los nazis, m¨¢s all¨¢ quiz¨¢ de una idea vaga de los experimentos de Josef Mengele en Auschwitz¡±. Lejos de esa imagen estereotipada, la situaci¨®n fue mucho peor y m¨¢s all¨¢ de unos cuantos m¨¦dicos. En la introducci¨®n del informe se puede leer: ¡°La falacia m¨¢s da?ina sobre la implicaci¨®n de la medicina en el nazismo y el Holocausto quiz¨¢ sea la idea de que las atrocidades m¨¦dicas fueron obra de unos m¨¦dicos individuales, radicalizados¡±.
Esa idea de las manzanas podridas se contradice con los datos que ha reunido el informe: De entre las profesiones liberales, y dejando a un lado los funcionarios, fueron los m¨¦dicos los que m¨¢s se afiliaron en masa al NSDAP, el Partido Nacionalsocialista Obrero Alem¨¢n. Hasta el 65% de los doctores alemanes eran afiliados al final de la guerra, seg¨²n cita el informe. Probablemente, muchos lo hicieran por simple oportunismo, pero tambi¨¦n pesaron, dicen los autores del trabajo, el pensamiento autoritario mayoritario entre los facultativos y su convicci¨®n personal de que los jud¨ªos contaminaban al pueblo alem¨¢n.
Otro de los mitos que intenta desmontar este trabajo es la visi¨®n de que no fue la ciencia alemana, sino una especie de pseudociencia la que encontr¨® el favor de los nazis. Esta minimizaci¨®n o justificaci¨®n podr¨ªa venir, al menos en parte, del deseo de la comunidad m¨¦dica de distanciarse y distanciar su investigaci¨®n de los que cometieron los cr¨ªmenes. Sin embargo, como recuerda el informe, mucha de la investigaci¨®n realizada durante el r¨¦gimen nazi se public¨® en revistas cient¨ªficas (el mecanismo habitual para la validaci¨®n de sus resultados). Algunos de sus hallazgos fueron le¨ªdos y aplicados en todo el mundo durante muchas d¨¦cadas y han acabado integrados en el conocimiento m¨¦dico general, muchas veces sin ni siquiera hacer menci¨®n a su origen oscuro.
Durante los juicios de N¨²remberg, en los que se juzgaron a los jefes nazis y sus c¨®mplices, como destacados m¨¦dicos, salieron a la luz una serie de experimentos de altitud e hipotermia llevados a cabo por el m¨¦dico del campo de Dachau Sigmund Rascher. Aunque los ensayos casi siempre eran mortales, la aviaci¨®n estadounidense no tuvo reparos en aprovechar sus resultados. Adem¨¢s, como recoge el informe de The Lancet, varios de los cient¨ªficos involucrados en esta investigaci¨®n, como Siegfried Ruff y Hubertus Strughold, fueron reclutados inmediatamente despu¨¦s de la guerra por la Fuerza A¨¦rea del Ej¨¦rcito de Estados Unidos. Strughold tuvo una carrera destacada en el programa espacial estadounidense, siendo considerado el padre de la medicina espacial. El olvido ha llegado hasta el propio nombre de las enfermedades que, como sucede con el s¨ªndrome de Asperger o el s¨ªndrome de Reiter, llevan el apellido de m¨¦dicos nazis o que enviaron a sus propios pacientes a la muerte.
Corresponde a todos en la comunidad m¨¦dica y sanitaria evitar que se desvanezca el recuerdo de los acontecimientos de la era nazi¡±Shmuel Pinchas Reis, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusal¨¦n
A lo largo del informe se insiste en no demonizar especialmente a la ciencia y medicina alemanas de la ¨¦poca. Ha habido otros caso de complicidad con las autoridades para cometer genocidios, pero el caso del alem¨¢n es especial. Los autores destacan, por un lado, que es la historia de horror mejor documentada, a pesar de que intentaran eliminar muchas pruebas cuando el destino de la guerra estaba decidido. M¨¢s importante es, seg¨²n dicen los miembros de esta comisi¨®n, que, en aquel tiempo, Europa y su ciencia representaban la cumbre del progreso humano y en lo m¨¢s alto estaba la ciencia alemana. Adem¨¢s, la bio¨¦tica hab¨ªa nacido all¨ª: en 1900, cuando tras una serie de experimentos con s¨ªfilis en mujeres y ni?os provoc¨® un esc¨¢ndalo, se regul¨® la experimentaci¨®n con seres humanos d¨¦cadas antes de que lo hiciera cualquier otro pa¨ªs. En otros casos, el r¨¦gimen nazi y sus m¨¦dicos solo copiaron lo que se hac¨ªa en otros lugares: las primeras leyes de esterilizaci¨®n forzosa fueron aprobadas en Suiza y Dinamarca un lustro antes de que Hitler llegara al poder. Y la propia ley alemana aprobada en 1933 estaba inspirada en un borrador de un senador estadounidense. En Estados Unidos se esteriliz¨® a miles de latinas en la primera mitad del siglo XX y se sigui¨® esterilizando a discapacitados hasta los a?os 70.
De aquel espanto y su juicio en N¨²remberg nacieron las primeras normas internacionales sobre el tratamiento de los pacientes y, particular, el consentimiento informado para los ensayos con humanos. El profesor de la Universidad Hebrea de Jerusal¨¦n y coautor, Shmuel Pinchas Reis, recuerda en una nota: ¡°Nuestro informe expone algunas de las distorsiones m¨¢s horribles de la pr¨¢ctica y pol¨ªticas m¨¦dicas de la historia y corresponde a todos en la comunidad m¨¦dica y sanitaria evitar que se desvanezca el recuerdo de los acontecimientos de la era nazi. Debemos estudiar esta historia de lo peor de la humanidad, para reconocer y trabajar contra patrones similares en el presente, con el objetivo de promover lo mejor¡±.
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