Los antiguos habitantes del norte de la Pen¨ªnsula enterraban con mimo a sus hijos con s¨ªndrome de Down
El an¨¢lisis gen¨¦tico de miles de muestras de ADN antiguo encuentra cuatro casos de raras alteraciones cromos¨®micas en yacimientos de Navarra
Hace m¨¢s de 3.000 a?os llegaron desde el norte unas gentes al valle del Ebro. Con ellos trajeron nuevos ritos funerarios. No enterraban a sus muertos, los incineraban. Pero la excavaci¨®n de varios yacimientos en las ¨²ltimas d¨¦cadas fue encontrando ni?os de muy corta edad inhumados bajo el suelo de las casas. De su an¨¢lisis ¨®seo, se sospechaba que ten¨ªan alguna malformaci¨®n. Ahora, una revisi¨®n apoyada en un nuevo m¨¦todo de an¨¢lisis del ADN antiguo ha encontrado en cuatro de ellos anomal¨ªas cromos¨®micas. Estad¨ªsticamente y demogr¨¢ficamente tal n¨²mero es imposible, lo que lleva a sostener a los autores del descubrimiento que ¡°los ni?os especiales ten¨ªan enterramientos especiales¡±.
Cient¨ªficos del Instituto Max Planck de Antropolog¨ªa Evolutiva (MPG, Alemania) se embarcaron hace unos a?os en un proyecto ambicioso: buscar en su enorme base de datos de ADN de humanos del pasado la presencia de alguna de las trisom¨ªas cromos¨®micas. En estas anomal¨ªas, las c¨¦lulas llevan tres copias de un determinado cromosoma, en vez de las dos que se heredan en condiciones normales. De los 23 cromosomas, solo hay tres trisom¨ªas que no son fatales, la trisom¨ªa 21 (que se manifiesta en el s¨ªndrome de Down), la m¨¢s rara trisom¨ªa 18 (s¨ªndrome de Edwards) y la a¨²n m¨¢s rara trisom¨ªa 13 (el s¨ªndrome de Patau). Dada su relativamente baja prevalencia, necesitaban muchas muestras gen¨¦ticas del pasado. Lograron recopilar datos gen¨¦ticos de 9.855 personas que vivieron entre hace unos 5.000 a?os y el siglo XVII. 37 de ellos proced¨ªan de ni?os de corta edad de dos yacimientos del sur de Navarra. Los huesos de los peque?os ya fueron caracterizados a comienzos de siglo, pero entonces no hab¨ªa tecnolog¨ªa para secuenciar el ADN antiguo.
Adam Rohrlach, cient¨ªfico del MPG y de la Universidad de Adelaida (Australia), explica el nuevo m¨¦todo que han usado: ¡°Miramos el porcentaje de ADN en una muestra que proviene de cada uno de los cromosomas y lo comparamos con todas las dem¨¢s muestras que tenemos¡±. Despu¨¦s, ¡°buscamos identificar las que tuvieran aproximadamente un 50% m¨¢s de mapeo de ADN en el cromosoma 18 o 21, lo que indicar¨ªa una copia adicional del cromosoma para un individuo¡±, completa el primer autor de esta investigaci¨®n, publicada en Nature Communications. Con este sistema, encontraron siete casos de trisom¨ªa entre las 9.855 muestras que analizaron. Todos son ni?os de muy corta edad. Uno, el m¨¢s reciente, fue enterrado en un cementerio cristiano en Helsinki (Finlandia), en el siglo XVII. Los dos m¨¢s antiguos son de un yacimiento en Bulgaria, donde encontraron a una ni?a de seis meses, datada en hace unos 4.900 a?os, y la otra era de la Grecia mic¨¦nica, de la que ten¨ªan muestras de otra ni?a de unos 12 meses, fallecida har¨¢ unos 3.300 a?os. Los otros cuatro proceden, tres de la excavaci¨®n del Alto de la Cruz (Cortes, Navarra), y un ni?o de Las Eretas (Berbinzana, tambi¨¦n en Navarra). Los cuatro restos tiene una antig¨¹edad de entre 2.800 y 2.400 a?os.
¡°Aunque tenemos una colecci¨®n de muestras de todo el mundo, los tipos de muestras de unas zonas no son comparables con los de otras¡±, cuenta Kay Pr¨¹fer, cient¨ªfico del Max Planck que ha coordinado el an¨¢lisis de las secuencias. ¡°En particular, los dos yacimientos espa?oles de nuestro estudio tienen solo enterramientos de ni?os. Esto no es lo normal de los otros sitios donde reunimos muestras¡±, a?ade el profesor. ¡°Dada la corta esperanza de vida de las personas con trisom¨ªas en el pasado, esto significa que es menos probable que encontremos casos all¨ª donde recolectamos principalmente adultos. Pero, al final, la trisom¨ªa es tan rara que el azar tambi¨¦n juega un papel importante¡±, concluye en un correo.
El azar no parece encajar en el caso de los ni?os de los yacimientos navarros. Pertenecen a la cultura de los llamados pueblos de Campos de Urnas. Y se les llam¨® as¨ª porque, porque lo que mejor se ha conservado de ellos son eso, urnas con restos de humanos incinerados en necr¨®polis. A diferencia de los pobladores anteriores, que enterraban a los suyos, estas gentes, de probable origen indoeuropeo y que colonizaron primero el valle del Ebro, hasta llegar despu¨¦s a la cabecera del Duero, en el oeste, y a la actual vega alicantina, al sur, ellos incineraban a sus fallecidos. ¡°Pero no a todos, a los m¨¢s peque?os los enterraban en sus casas, como si quisieran reunir a la familia¡±, destaca el arque¨®logo de la Universitat Aut¨°noma de Barcelona y coautor del estudio, Roberto Risch.
Pero sigue sin encajar. Por un lado, estos poblados estuvieron habitados unos cinco siglos. Dada la elevada mortalidad infantil en el pasado, si la costumbre eran enterrar a todos los reci¨¦n nacidos o beb¨¦s fallecidos, deber¨ªa de haber muchos m¨¢s de los que han encontrado. Risch mantiene que deb¨ªan tener algo especial, algo que los hac¨ªa diferentes. Desde que obtuvo su licenciatura, en los a?os 80 del siglo pasado, este cient¨ªfico siempre estuvo intrigado por este ritual funerario tan particular. Ahora, el estudio de su ADN parece darle la raz¨®n. ¡°Se trataba de comunidades peque?as de 100 a 200 individuos. Dada la prevalencia de las trisom¨ªas [en el caso del s¨ªndrome de Down, se da uno por cada 705 nacimientos], se tendr¨ªan que producir m¨¢s de 1.000 nacimientos. Es estad¨ªsticamente imposible¡±, dice. Para ¨¦l, la ¨²nica explicaci¨®n es que reservaron el honor de ser enterrados intramuros, bajo sus casas, a los peque?os que ten¨ªan algo diferente.
¡°Aunque nacieran muertos o murieran poco tiempo despu¨¦s, recibieron un trato especial. Al enterrarlos bajo el suelo, as¨ª volv¨ªan al ¨¢mbito familiar¡±Patxuka de Miguel, antrop¨®loga f¨ªsica en la Universidad de Alicante y comadrona en el hospital de Alcoy
Patxuka de Miguel es antrop¨®loga f¨ªsica en la Universidad de Alicante. Particip¨® en la primera caracterizaci¨®n de los huesos de estos ni?os hace casi 20 a?os junto al arque¨®logo de la Universidad P¨²blica de Navarra, Javier Armend¨¢riz, y ambos son coautores del nuevo trabajo. Ya entonces, vieron que, en algunos casos, los huesos ten¨ªan anomal¨ªas. Es el caso de uno de los peque?os, de 40 semanas, encontrado en el Alto de la Cruz. Pero entonces no hab¨ªa las herramientas gen¨¦ticas. Ahora se ha podido saber que ten¨ªa trisom¨ªa 18, es decir, s¨ªndrome de Edwards, alteraci¨®n gen¨¦tica que se manifiesta en microcefalia, ojos y boca demasiado peque?os o una posici¨®n inusual de los dedos. ¡°Se apreciaban malformaciones en los huesos compatibles con el s¨ªndrome. Ahora ya no queda ninguna duda¡±, dice. Se trata del caso de trisom¨ªa 18 m¨¢s antiguo descubierto hasta ahora. De Miguel coincide con Risch: ¡°Aunque nacieran muertos o murieran poco tiempo despu¨¦s, recibieron un trato especial. Al enterrarlos bajo el suelo, as¨ª volv¨ªan al ¨¢mbito familiar¡±.
El arque¨®logo Armend¨¢riz recuerda que, hasta el siglo pasado, en Navarra y el Pa¨ªs Vasco era habitual enterrar a los neonatos fallecidos antes de ser bautizados, lo que imped¨ªa enterrarlos en camposanto, en los aleros de las casas. ¡°Puede ser una pr¨¢ctica que venga de entonces¡±, dice. Recuerda que el ritual funerario de hace 3.000 para la poblaci¨®n en general a?os era la cremaci¨®n. ¡°No tenemos esqueletos de entonces, salvo el de estos ni?os¡±, recuerda. ¡°No a todos los enterraron en las casas, pero los que s¨ª, est¨¢n perfectamente sepultados y, en algunos, con un ajuar¡±, a?ade. Lo mismo sucede con los dos restos analizados de Bulgaria y Grecia. Sin relaci¨®n evidente con los peque?os de Navarra, tambi¨¦n fueron sepultados intramuros.
La idea de un enterramiento especial y selectivo no convence a Antonio Salas Ellacuriaga, investigador en Gen¨¦tica de Poblaciones en Biomedicina en el Instituto de Investigaci¨®n Sanitaria de Santiago de Compostela. En declaraciones al SMC Espa?a, sostiene: ¡°La limitaci¨®n m¨¢s evidente, desde mi perspectiva, radica en la necesidad de interpretar la percepci¨®n de la sociedad hacia las personas afectadas por s¨ªndromes bas¨¢ndonos en c¨®mo fueron enterradas¡±. Para ¨¦l, el ritual de entierro podr¨ªa ofrecer tan solo una perspectiva parcial de la historia. ¡°Adem¨¢s, dado que todos los casos identificados corresponden a estadios de edad temprana (perinatos/neonatos/infantes), existe la posibilidad de que estos individuos a¨²n no hubieran desarrollado rasgos distintivos¡±, a?ade el tambi¨¦n catedr¨¢tico en la facultad de Medicina de la Universidad de Santiago de Compostela, que no ha intervenido en el estudio.
Sin embargo, De Miguel, que adem¨¢s de antrop¨®loga ejerce como comadrona en el Hospital Verge dels Lliris de Alcoi (Alicante), sostiene que ¡°muchos de los signos de trisom¨ªa son visibles e identificables en los reci¨¦n nacidos, en especial tras el primer llanto¡±. ?Qu¨¦ pas¨® con ellos? Armend¨¢riz apunta una posibilidad: ¡°En la cultura de los Campos de Urnas ser¨ªan tratados como los dem¨¢s, como los adultos, ser¨ªan incinerados¡±.
Entre los dos yacimientos de este estudio y el de Castej¨®n de Bargota (tambi¨¦n en Navarra), que no ha entrado porque no encontraron ni?os con alguna trisom¨ªa, hallaron restos de 53 ni?os. Solo a cuatro le han detectado esta anomal¨ªa cromos¨®mica. Para determinar con seguridad que todos ten¨ªan algo que los hac¨ªa especiales para ser enterrados, los autores conf¨ªan que nuevos estudios gen¨¦ticos ayuden a encontrar ese algo especial. Pero tambi¨¦n recuerdan que no todas las malformaciones est¨¢n en los genes.
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