El ADN de 27 esclavos muertos hace siglos identifica a 42.000 parientes actuales en EE UU
Un estudio sin precedentes recupera los or¨ªgenes de miles de familias afroamericanas de cuyos ancestros no?hab¨ªa?registros
En 1977, los operarios que constru¨ªan una autopista en el estado de Maryland, en Estados Unidos, se encontraron con un cementerio abandonado en medio del bosque. En las fosas sin nombre hab¨ªa sobre todo mujeres y ni?os. Los m¨¢s antiguos se remontaban al siglo XVIII. Eran los esclavos negros del horno de Catoctin, una fundici¨®n de hierro cercana. Ahora, en un estudio sin precedentes, el ADN extra¨ªdo de 27 de aquellos cad¨¢veres ha permitido conocer su historia, concretar su lugar de origen en ?frica y encontrar a decenas de miles de parientes actuales, incluidos casi 3.000 descendientes directos; algo imposible hasta ahora, pues en ese pa¨ªs los negros no fueron incluidos en el censo nacional hasta 1870.
La inmensa mayor¨ªa de los 45 millones de negros afroamericanos de Estados Unidos descienden de medio mill¨®n de esclavos que fueron tra¨ªdos de ?frica entre los siglos XVI y XIX. La falta de registros hace que la mayor¨ªa no conozcan sus or¨ªgenes m¨¢s all¨¢ del ¨²ltimo tercio del siglo XIX. Frederick Douglass, un esclavo de Maryland que escap¨® de sus amos, se reuni¨® con su mujer y dedic¨® su nueva vida a promover la abolici¨®n, lo describi¨® a la perfecci¨®n en sus memorias, en 1855. Los esclavos, dec¨ªa, saben tan poco sobre su edad y sus or¨ªgenes como los caballos, y sus amos se preocupan mucho de que as¨ª sea. Por eso, dijo, ¡°los ¨¢rboles geneal¨®gicos no crecen entre los esclavos¡±.
El nuevo estudio ha sido posible gracias a la colaboraci¨®n de asociaciones, familiares, expertos en ADN antiguo, y la enorme base de datos de la empresa 23andMe, una especie de Google de la gen¨¦tica con 14 millones de usuarios repartidos por todo el mundo. Hace unos a?os, las organizaciones que hab¨ªan excavado el cementerio abandonado de la fundici¨®n de Catoctin recurrieron a la empresa para que buscase a gente que tuviese determinadas secuencias gen¨¦ticas que siguen siendo id¨¦nticas a las de los 27 esclavos que fueron enterrados entre 1774 y 1850. Cuantos m¨¢s fragmentos de ADN compartidos, mayor es el parentesco.
Los resultados, publicados hoy en la revista Science, referente de la mejor investigaci¨®n cient¨ªfica, recuperan una historia que transcurre a lo largo de tres siglos y tres continentes. Se analiz¨® el genoma completo de 9,2 millones de estadounidenses que eran clientes de 23andMe y hab¨ªan dado su permiso para que su genoma se usase, anonimizado, para proyectos de investigaci¨®n. As¨ª se ha localizado a 41.779 parientes de los esclavos de la herrer¨ªa. Entre ellos hay 2.975 que conservan al menos un 0,4% del ADN de sus ancestros, lo que probablemente les convierte en descendientes directos.
Tataranietos de esclavos
I?igo Olalde, genetista de la Universidad del Pa¨ªs Vasco y coautor del estudio, explica: ¡°El nivel de parentesco de algunas personas de este grupo equivale a que alguno de los esclavos era el padre o madre de su tatarabuelo o tatarabuela¡±. ¡°En otros casos la relaci¨®n es menos directa, y puede que compartiesen un ancestro com¨²n, por ejemplo un primo. Hasta ahora este tipo de estudios se limitaba a ADN de personas actuales y se usaban bases de datos peque?as; ahora tenemos millones de personas, lo que nos ha permitido sacar a la luz la historia familiar de los afroamericanos actuales. El ADN no se puede borrar como los escritos¡±, a?ade.
En el cementerio hab¨ªa miembros de al menos cinco familias. La mayor¨ªa son mujeres y ni?os, incluida una madre de unos treinta a?os cuyo hijo peque?o fue enterrado encima de ella poco despu¨¦s. No se sabe por qu¨¦ apenas hay hombres, quiz¨¢s porque fueron vendidos o porque se les enterraba en otro lugar. Los restos ¨®seos conservan las cicatrices de la terrible vida a la que eran sometidos: lesiones de espalda por acarrear cargas pesadas, problemas dentales y unos niveles extraordinarios de zinc por los humos de la fundici¨®n. El an¨¢lisis gen¨¦tico muestra que la mayor¨ªa de esclavos descend¨ªan por l¨ªnea paterna de hombres originarios de Inglaterra e Irlanda. Esto sustenta que los amos blancos violaban o somet¨ªan sexualmente a las esclavas para tener descendencia, seg¨²n el estudio.
El ADN aclara que los esclavos eran originarios de los pueblos wolof y mandinga, de Senegal y Gambia, y los kongo, de ?frica Central. ¡°Es un nivel de precisi¨®n que no se hab¨ªa alcanzado antes¡±, resalta Cristian Capelli, profesor de evoluci¨®n humana de la Universidad de Oxford (Reino Unido), que hace unos a?os firm¨® uno de los mayores estudios sobre los or¨ªgenes de los descendientes de esclavos de Am¨¦rica. Los or¨ªgenes en aquel caso eran m¨¢s mezclados, dependiendo sobre todo del pa¨ªs y la nacionalidad de los barcos esclavistas. ¡°En el caso de Catoctin probablemente estamos ante un grupo muy compacto que acababa de llegar de ?frica. A juzgar por los lugares de origen, lo m¨¢s probable es que llegasen a bordo de barcos negreros brit¨¢nicos¡±, a?ade.
La herrer¨ªa de Catoctin ya funcionaba a pleno rendimiento en 1776. En ella trabajaron unos 270 esclavos que, entre otras cosas, fabricaron bombas que se usaron en la Guerra de Independencia de Estados Unidos contra Inglaterra. Terminada la lucha, los esclavos, a los que Inglaterra hab¨ªa prometido la libertad si ganaba la guerra, siguieron siendo propiedad de sus amos, incluidos los de George Washington, primer presidente de Estados Unidos, como recuerda la genetista Fatimah L. C. Jackson. ¡°Si los ingleses hubiesen ganado la guerra y mantenido su palabra, los esclavos afroamericanos podr¨ªan haber sido libres 100 a?os antes, unas cinco generaciones¡±, escribe en un art¨ªculo complementario al estudio. Es ¡°decepcionante¡±, a?ade la investigadora, que no se haya analizado la gen¨¦tica de enfermedades cr¨®nicas en afroamericanos, cuando en Estados Unidos este colectivo tiene mayor incidencia de c¨¢ncer, enfermedades cardiovasculares y diabetes que los descendientes de europeos
A mediados del siglo XIX, los esclavos de Catoctin fueron sustituidos por asalariados de origen europeo. No se sabe qu¨¦ pas¨® con ellos, pero el estudio muestra que la mayor¨ªa de sus descendientes actuales siguen viviendo en el estado de Maryland. Tambi¨¦n hubo una gran odisea migratoria, pues los parientes m¨¢s directos de los cautivos de la fundici¨®n viven hoy a miles de kil¨®metros, en el sur de California.
Como si fueran animales
La historiadora Elizabeth Comer es presidenta de la Sociedad Hist¨®rica de Catoctin e hija de otra historiadora que particip¨® en las excavaciones del cementerio a finales de los 70. Comer lleva casi 10 a?os recopilando registros oficiales, eclesi¨¢sticos y diarios personales para intentar identificar a descendientes de los esclavos de Catoctin. Por ahora ha logrado poner nombre y apellidos a dos grupos de descendientes. Los primeros son Crystal Emory y Steve Pilgrim, descendientes blancos de Robert Patterson, un afroamericano que trabaj¨® en la fundici¨®n. De otro lado est¨¢n las hermanas Winston y su madre, afroamericanas que descienden por l¨ªnea directa de Henson Summers, quien comenz¨® su vida como esclavo y la termin¨® como hombre libre. ¡°Mi sue?o es reconectar a todos los descendientes de Catoctin con su pasado¡±, explica Comer en una entrevista telef¨®nica. Entre los documentos que ha recuperado hay 16 anuncios en prensa que ofrec¨ªan recompensa por esclavos fugados de Catoctin. Se los identificaba como ¡°negro Harry, negro Len¡¡± , y se los describ¨ªa como si fueran animales, por ejemplo, refiri¨¦ndose a su cabello como ¡°lanas¡±.
Este estudio es tan nuevo y at¨ªpico que no se sabe cu¨¢les ser¨¢n sus consecuencias. 23andMe est¨¢ estudiando si informar a sus clientes de sus parentescos con los esclavos ¡ªes posible que no quieran saberlo¡ª y c¨®mo hacerlo, pues deben cumplir las normativas de privacidad.
En paralelo, la empresa est¨¢ en proceso de analizar el genoma de los descendientes ya identificados para entregarles los resultados. ?adaoin Harney, genetista de la compa?¨ªa, explica: ¡°En torno a un 80% de nuestros clientes aceptan que su genoma se use para investigaci¨®n. Eso nos convierte en la mayor base de datos de este tipo de todo el mundo, mucho mayor que cualquier repositorio p¨²blico. En el futuro, queremos determinar la forma para poder conectar a m¨¢s gente con sus or¨ªgenes¡±.
¡°A menudo me preguntan¡±, escribi¨® Douglas en otro de sus libros autobiogr¨¢ficos, ¡°c¨®mo me sent¨ª el d¨ªa que llegu¨¦ a territorio libre¡±. ¡°No hay otro episodio de mi vida del que pueda dar una respuesta m¨¢s rotunda. Un nuevo mundo se abri¨® ante m¨ª. Si la vida es algo m¨¢s que respirar y fluir de la sangre, yo viv¨ª m¨¢s en un d¨ªa que en un a?o entero de esclavitud¡±.
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