El elixir de la juventud
Pasar hambre retarda el envejecimiento, y ahora sabemos por qu¨¦
A alguien que va a cumplir 60 a?os, como quien suscribe, le empiezan a interesar las f¨®rmulas para volver a los 50 y paliar as¨ª las servidumbres de la edad tard¨ªa, como el infarto, el ictus, el c¨¢ncer y las enfermedades neurodegenerativas; que, al final, son las que se nos llevan a casi todos por delante en el mundo desarrollado (en los pa¨ªses pobres la gente suele morirse de otras cosas antes de llegar a esa edad).
La vejez no es una enfermedad, pero es la madre de todas ellas. Los humanos no estamos hechos para vivir 90 a?os, sino 45, que era la esperanza media de vida desde el paleol¨ªtico hasta principios del siglo XX. La duplicaci¨®n de esa cifra en los pa¨ªses desarrollados se ha debido al saneamiento de las aguas, las vacunas y los antibi¨®ticos, es decir, a la victoria sobre las enfermedades infecciosas. Los genes que promueven el alzheimer, el c¨¢ncer y el infarto no han sido eliminados por la selecci¨®n natural, por la sencilla raz¨®n de que casi nadie cumpl¨ªa la edad a la que esos genes se hacen notar. As¨ª que Darwin no nos puede ayudar a conseguir una vejez saludable.
Pero hay un truco bien simple para enga?ar a Darwin: pasar hambre (restricci¨®n cal¨®rica, en la jerga). Consiste en comer poco, y cuando digo poco quiero decir francamente poco, un 30% menos de lo que te aconsejar¨ªa cualquier dietista, aunque con un cuidado exquisito para no incurrir en nefastas deficiencias de nutrientes esenciales, unas deficiencias que te matar¨ªan mucho antes de que notes los beneficios de la frugalidad. Hecha esta salvedad, no es exagerado decir que la restricci¨®n cal¨®rica es el elixir de la juventud.
En humanos no hay evidencias de que el hambre alargue la vida, pero s¨ª de que los efectos de la vejez se pueden retrasar
Tiene gracia que conozcamos ese elixir desde 1935, y a¨²n m¨¢s gracia que su descubridor fuera un profesor de ganader¨ªa, Clive McCay, de la Universidad de Cornell en Ithaca, estado de Nueva York. Haciendo pasar hambre a sus ratas, pero a?adiendo vitaminas y minerales a su penuria cal¨®rica, McCay las hizo vivir cuatro a?os en vez de los tres habituales. En las ¨²ltimas d¨¦cadas, los cient¨ªficos han demostrado que la restricci¨®n cal¨®rica aumenta la vida de levaduras, gusanos, insectos, ratones y perros. En humanos no hay evidencias s¨®lidas de que el hambre alargue la vida, pero s¨ª de algo mucho mejor: de que los efectos de la vejez se pueden retrasar. O incluso revertir, como puedes leer en Materia, en la investigaci¨®n m¨¢s avanzada que se ha hecho sobre el asunto en ratas.
Luchar contra el paso del tiempo parece un sue?o est¨²pido. El reloj hace que el hierro se oxide, que las bater¨ªas se sulfaten, que las monta?as se erosionen y que los continentes se muevan. El envejecimiento de las cosas est¨¢ en su naturaleza. Pero los seres vivos somos un tipo especial de cosas. Las moscas y las tortugas est¨¢n hechas de los mismos materiales ¡ªprote¨ªnas, ¨¢cidos nucleicos, grasas, metabolitos¡ª y sin embargo una tortuga vive 200 a?os, mientras que una mosca se muere de vieja a las cuatro semanas de vida. En los sistemas biol¨®gicos, la vejez no es una mera consecuencia del paso del tiempo, sino un programa gen¨¦tico. Alg¨²n d¨ªa sabremos c¨®mo alterarlo. Entretanto, coma poco.
* LA CIENCIA DE LA SEMANA es un espacio en el que Javier Sampedro analiza la actualidad cient¨ªfica. Suscr¨ªbete a la newsletter de Materia y lo recibir¨¢s cada s¨¢bado en tu correo, junto con una selecci¨®n de nuestras mejores noticias de la semana.
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