Cuando el alma m¨¢gica se expresa, aparece la mec¨¢nica cu¨¢ntica y las part¨ªculas hacen literatura
La primera novela ¡®qu¨¢ntica¡¯ que rompe con el planteamiento mecanicista la realiza Marcel Proust entre 1908 y 1922: ¡®En busca del tiempo perdido¡¯, y en ella nos habla del tiempo propio de la creaci¨®n art¨ªstica
En su ¨²ltimo trabajo titulado Las paredes hablan, el cineasta Carlos Saura articula un documental a partir de una serie de entrevistas donde re¨²ne a pintores como Miquel Barcel¨® con grafiteras como Zeta y muralistas como Cuco, sin olvidarse de un catedr¨¢tico de Paleontolog¨ªa como lo es Juan Luis Arsuaga, quien, en una de sus intervenciones, habla de la dualidad del alma del ser humano.
Arsuaga nos dice que, si bien, por un lado, tenemos el alma racional y anal¨ªtica, por el otro tenemos el alma irracional y m¨¢gica que es origen de toda expresi¨®n art¨ªstica.
Con todo, cuando el ser humano desarrolla la consciencia hasta un estado en el que el lenguaje se convierte en la base de su sistema de comunicaci¨®n, la dualidad a la que se refiere Arsuaga se unifica y los dos aspectos de la misma se hacen complementarios. Donde puede comprenderse bien es en el arte de la novela, cuyo origen es racional y newtoniano desde, pongamos, Cervantes hasta el siglo XX, que es cuando la novela pasa a ser ¡°relativista y qu¨¢ntica¡± ¡ªcon ¡°q¡±¡ª seg¨²n recoge el cr¨ªtico Manuel Garc¨ªa Vi?¨® en uno de sus estudios titulado La novela relativista y qu¨¢ntica.
De esta manera, con la llegada de las fluctuaciones de vac¨ªo que contienen los ¨¢tomos, y su consiguiente proyecci¨®n en la literatura, la manera de contar se abre a nuevas formas, llegando a alcanzar la vanguardia en el periodo de entreguerras. Con ello, encontramos un regreso a la dualidad primitiva donde el inconsciente, el alma m¨¢gica, protagoniza la autor¨ªa de la expresi¨®n novel¨ªstica.
Recordemos que la mec¨¢nica newtoniana se desarrolla en el siglo XVII, cuando Isaac Newton sintetiza los descubrimientos de Kepler y Galileo en su Philosophiae Naturalis Principia Mathematica, publicada en 1687, y donde se estudia la din¨¢mica de los cuerpos celestes. Al igual que en la novela cl¨¢sica hay secuencias temporales diferenciadas que vienen marcadas por planteamiento, nudo y desenlace, en la mec¨¢nica newtoniana todav¨ªa espacio y tiempo son conceptos diferenciados.
El tiempo en el que se desarrolla la trama de la novela cl¨¢sica es lineal, todo lo contrario de lo que ocurre en la novela qu¨¢ntica donde, seg¨²n Vi?¨®, los fragmentos se suceden como si fueran escenas, cada una situada en un tiempo diferente para contar antes lo que pasa despu¨¦s.
Si seguimos la teor¨ªa de Vi?¨®, podemos concretar que la primera novela qu¨¢ntica que rompe con el planteamiento mecanicista la realiza Proust entre 1908 y 1922. En busca del tiempo perdido nos habla de un tiempo ¡°sin pasado ni futuro, que es el tiempo propio de la creaci¨®n art¨ªstica¡± a decir del novelista y ensayista franc¨¦s Jean-Louis Curtis (1917-1995), seg¨²n recoge el antrop¨®logo L¨¦vi-Strauss en su acertado trabajo Mirar, escuchar, leer (Siruela):
¡°No hay ni tiempo perdido ni tiempo recobrado en En busca del tiempo perdido(... ). Uno se pregunta si los ni?os que juegan en los Campos El¨ªseos est¨¢n todav¨ªa en la edad de jugar al aro o en la del primer cigarrillo clandestino¡±.
Con Proust, la memoria involuntaria empieza a tomar distancia de la memoria consciente, lo que nos devuelve al documental de Saura, donde hay una intervenci¨®n de Barcel¨® en la que el pintor mallorqu¨ªn viene a decir que su propia expresi¨®n art¨ªstica, en vez de ir en progresi¨®n, va en regresi¨®n hasta alcanzar las paredes de las cuevas donde el ser humano expres¨® sus miedos y sus deseos hace 30.000 a?os.
Por ello, cuando se deja atr¨¢s la mec¨¢nica newtoniana es cuando se acent¨²a la dualidad del alma, siendo el alma m¨¢gica la que se expresa en arte. Se trata del alma a la que hace referencia Arsuaga en el documental de Saura, un trabajo espl¨¦ndido que invita a reflexiones como las que hoy ocupan esta pieza.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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