?Puede la electricidad curar nuestros males?
Nuestros impulsos nerviosos son de naturaleza el¨¦ctrica. Para que ocurran se hace necesario el transporte de ¨¢tomos cargados como son los iones met¨¢licos de sodio y potasio
Ambrose Bierce dej¨® escrito en su Diccionario del Diablo (Alianza) que la electricidad ¡°es la fuerza causante de todos los fen¨®menos naturales a los que no se puede atribuir otra causa¡±. No iba descaminado Bierce, a la hora de definir la carga que origina la interacci¨®n entre los cuerpos que la poseen. De ah¨ª, que a veces salten chispas ¡ªmetaf¨®ricamente hablando¡ª entre dos personas.
Porque el ser humano no est¨¢ libre de carga el¨¦ctrica; es atravesado continuamente por la electricidad que se origina entre la atm¨®sfera y la tierra. Y absorbe este intercambio para expulsarlo de inmediato, produci¨¦ndose as¨ª un continuo ir y venir de electrones b¨¢sicos para el funcionamiento de los distintos procesos biol¨®gicos.
Cont¨¢ndolo de esta manera, el ser humano queda convertido en un robot cuyos movimientos se deben a la potencia de un circuito cerrado. Pero nada m¨¢s lejos, pues nuestra bioelectricidad se origina gracias a la sensibilidad celular de nuestros cuerpos y dicha sensibilidad es la base de nuestro control muscular as¨ª como del ritmo card¨ªaco. M¨¢s que un complejo mecanismo semejante al de una m¨¢quina, hablamos de un proceso org¨¢nico que transmite sus impulsos a trav¨¦s de una red bioel¨¦ctrica que se conoce cient¨ªficamente como electroma.
Estas y otras cosas nos cuenta la divulgadora cient¨ªfica Sally Adee en su libro Somos el¨¦ctricos. Y con ello me atrevo a pensar que, tal vez, en este citado electroma se encuentre la llave para curar enfermedades hasta ahora incurables. Intervenir en el proceso bioel¨¦ctrico del cuerpo es lo que propone Sally Adee, pero para interactuar con nuestro propio proceso bioel¨¦ctrico, hay que conocerlo antes, saber de qu¨¦ va y comprender el recorrido al completo del circuito que mantiene nuestras c¨¦lulas en comunicaci¨®n.
Son cosas que me vienen a la cabeza mientras leo las memorias de Mart¨ªn Caparr¨®s, publicadas en Random House con el t¨ªtulo Antes que nada, y que se abren con su confesi¨®n desde la silla de ruedas, donde nos cuenta el principio de lo que va a ser su pr¨®ximo viaje que empez¨® ¡°con una tonta ca¨ªda en bicicleta¡± en Par¨ªs, en agosto de 2021. Desde aquel momento, el dedo gordo de su pie derecho se qued¨® dormido. Luego siguieron las piernas que no terminaban de responder, reacias a sostenerlo. All¨ª empez¨® la rueda de especialistas m¨¦dicos.
¡±Fue un camino insidioso y variopinto: sus momentos de pesimismo siempre aminorados por las distintas formas de esperanza, por las nuevas ideas de causas que podr¨ªan tratarse, por las expectativas de una soluci¨®n¡±. Al final, una punci¨®n en el l¨ªquido bulbo-raqu¨ªdeo revel¨® su enfermedad.
Se est¨¢n llevando a cabo investigaciones al respecto, aplicando se?ales electromagn¨¦ticas en las c¨¦lulas nerviosas cuando se desgastan o mueren, ya no pueden enviar mensajes a los m¨²sculos y los dolores se hacen cr¨®nicos. En un estudio del a?o 2021 se hallaron mejoras ¡°estad¨ªsticamente significativas en puntuaciones m¨¢ximas y medias de dolor¡±, cuando se aplicaron se?ales electromagn¨¦ticas a personas afectadas por una enfermedad que parece cosa del mism¨ªsimo diablo.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
Fe de errores: este art¨ªculo ha sido modificado por una confusi¨®n entre ¨¢tomos y part¨ªculas subat¨®micas.
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