Los bueyes de Newton y el reloj de Einstein
?Puedes resolver tan deprisa como Einstein el problema del reloj blando de agujas deformables?
El problema tolstoyano de la semana pasada es un buen ejemplo de lo importante que es, para simplificar los c¨¢lculos, un enfoque adecuado (es decir, ad hoc). Si llam¨¢ramos, por ejemplo, x a la superficie del campo mayor e y al n¨²mero de segadores, obtendr¨ªamos un sistema de ecuaciones bastante engorroso, que Reyes Luelmo simplifica notablemente con su ingenioso planteamiento: ¡°1 segador x 1 d¨ªa es la unidad; el n¨²mero de segadores, n. El campo peque?o necesita n/2 x 1/2 d¨ªa + 1. El grande, n x 1/2 d¨ªa + n/2 x 1/2 d¨ªa m¨¢s. Y como el grande es el doble del peque?o,
2(n/4 +1) = n/2 + n/4, de donde n = 8¡å.
Y puestos a desempolvar problemas vinculados a grandes pensadores, veamos un par que despertaron el inter¨¦s de dos de los m¨¢s grandes f¨ªsicos de todos los tiempos: Isaac Newton y Albert Einstein.
Los prados de Newton
De los campos de Tolst¨®i a los prados de Newton.
En realidad, este problema atribuido a Newton es de origen popular, pero en su d¨ªa llam¨® la atenci¨®n del gran cient¨ªfico, que escribi¨® sobre ¨¦l (e ide¨® una variante que luego veremos), y desde entonces lleva su nombre:
Tres prados cubiertos de hierba de una misma espesura y con el mismo ritmo de crecimiento tienen las siguientes superficies: 3 hect¨¢reas y 1/3, 10 hect¨¢reas y 24 hect¨¢reas. La hierba del primer prado es comida por 12 bueyes durante 4 semanas, y la del segundo, por 21 bueyes durante 9 semanas. ?Cu¨¢ntos bueyes comer¨¢n la hierba del tercer prado durante 18 semanas?
Los problemas de prados y reses son tan abundantes como los de pastores y ovejas, y seguramente se remontan a los or¨ªgenes de la ganader¨ªa; pero este tiene la particularidad de que la hierba sigue creciendo mientras la comen. Por eso llam¨® la atenci¨®n de Newton, que en su Arithmetica Universalis propone la siguiente variante:
Sabiendo que 75 bueyes se han comido en 12 d¨ªas la hierba de un prado de 60 ¨¢reas y que 81 bueyes se han comido la hierba de un prado de 72 ¨¢reas en 15 d¨ªas, ?cu¨¢ntos bueyes se necesitan para comer en 18 d¨ªas la hierba de un prado de 96 ¨¢reas? Se supone que en los tres prados la hierba ten¨ªa la misma altura y que la hierba contin¨²a creciendo uniformemente.
Y si no has tenido bastante con los bueyes de Newton, puedes entretenerte con los innumerables toros de Arqu¨ªmedes revisitando una entrega del a?o pasado: El reba?o del Sol (3 3 2023).
El reloj de agujas deformables
En relaci¨®n con alguien que demostr¨® que el tiempo se estira y se contrae, nada m¨¢s adecuado que un problema en el que eso les ocurre a las agujas del reloj.
En cierta ocasi¨®n en que Einstein yac¨ªa en la cama enfermo, su amigo y bi¨®grafo A. Moshkovskii le propuso, para distraerlo, el siguiente problema:
Consideremos un reloj que marca las 12 en punto. Si en esta posici¨®n la aguja horaria y el minutero intercambiaran sus funciones (es decir, si la primera se alargara y la segunda se contrajera), la hora marcada ser¨ªa la misma; pero a otras horas, por ejemplo a las 6, ese intercambio dar¨ªa lugar a una situaci¨®n absurda, que nunca podr¨ªa producirse en un reloj que funcionara normalmente: el minutero no podr¨ªa estar en el 6 cuando la aguja horaria est¨¢ en el 12, como en el famoso ¡°Reloj blando¡± de Dal¨ª. Pero hay otros momentos, adem¨¢s de las 12 en punto, en que al intercambiar sus longitudes las agujas del reloj se producir¨ªan situaciones que s¨ª que pueden darse en un reloj que funciona normalmente (aunque solo si las agujas estuvieran superpuestas seguir¨ªa siendo la misma hora). ?Cu¨¢ntos y cu¨¢les son esos momentos de intercambiabilidad de las longitudes de las agujas del reloj?
Seg¨²n cuenta Moshkovskii, Einstein no necesit¨®, para resolver el problema, m¨¢s tiempo del que a ¨¦l le llev¨® formularlo. As¨ª que ya est¨¢s tardando¡
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