Vida y muerte en Las Tablas de Daimiel
El parque nacional presenta dos caras: una zona inundada de forma artificial con miles de aves y el resto de lagunas secas e invadidas por plantas donde el ecosistema acu¨¢tico ha desaparecido
El Tablazo, el coraz¨®n del Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel, permanece seco desde la primavera de 2018. Su lecho de casi 40 hect¨¢reas se ha convertido en una selva laber¨ªntica y cerrada de carrizo (una especie de ca?a) y taray (un ¨¢rbol que se mantendr¨ªa en la orilla si hubiera agua), que puede llegar a medir en dos a?os cuatro metros. El problema se repite por todo el paraje: solo hay agua en 254 hect¨¢reas, un 15% de las 1.750 que conforman el humedal, y gracias al bombeo que se est¨¢ realizando desde el acu¨ªfero sobre el que est¨¢ el parque como medida de emergencia.
Varios tractores luchan desde hace dos meses contra esta mara?a en varios puntos del parque, desbrozando el terreno y abriendo caminos para evitar que la invasi¨®n de las plantas por la falta de agua transforme la ¨²nica llanura de inundaci¨®n de clima mediterr¨¢neo que sobrevive en el mundo en un ecosistema terrestre. Tanto trabajan, ¡°que ya nos hemos fundido dos tractores¡±, comentan los operarios.
Son las consecuencias de una sequ¨ªa que dura ya seis a?os y de la sobreexplotaci¨®n por la agricultura intensiva desde los a?os ochenta de las masas de agua del Alto Guadiana, que ha hecho desaparecer el encharcamiento natural de Las Tablas de Daimiel. La situaci¨®n deber¨ªa ser otra. El plan rector de uso y gesti¨®n del parque nacional establece que a finales de verano, el 1 de octubre, deber¨ªan estar encharcadas como m¨ªnimo 600 hect¨¢reas y 1.400 a principios de primavera. Unas cifras completamente alejadas de la realidad.
En la parte inundada de forma artificial, que corresponde al cauce del r¨ªo Guadiana dentro del parque nacional, el ecosistema acu¨¢tico revive y ofrece una visi¨®n de la belleza que puede alcanzar el espacio en sus ¨¦pocas, cada vez m¨¢s escasas, de abundancia de agua. El silencio de las lagunas secas se llena con el trompeteo incesante de las grullas, el mayor atractivo ornitol¨®gico del parque en invierno.
¡°Esta temporada tenemos 8.200 grullas que comenzaron a aparecer a principios de septiembre para pasar el invierno desde el norte de Europa¡±, comenta Juan Felipe, agente medioambiental del parque desde hace 30 a?os, mientras se?ala a un grupo en el que calcula, de un vistazo, que vuelan ¡°98 grullas¡±. Este a?o les ha costado m¨¢s llegar a este cuartel de invierno. La falta de agua les ha retrasado. ¡°Empezaron a entrar cuando la zona comenz¨® a llenarse con los sondeos¡±, relata.
En el humedal descansan tambi¨¦n gansos, garzas, garcetas, patos como el porr¨®n pardo (especie en peligro de extinci¨®n de la que el parque atesora las dos terceras partes de su poblaci¨®n) o el colorao (emblema del parque), el aguilucho lagunero, flamencos, cig¨¹e?as, reptiles, anfibios¡ Si estas tablas castellano-manchegas desaparecen se llevar¨ªan con ellas un humedal de importancia internacional y punto clave en el movimiento de la fauna asociada a los humedales, se?alan los expertos. Dentro de su riqueza bot¨¢nica el paraje acoge tres h¨¢bitats prioritarios para Europa: los masegares, las praderas subacu¨¢ticas y las formaciones de plantas de los suelos salinos.
Las Tablas de Daimiel surg¨ªan hist¨®ricamente por el desbordamiento de los r¨ªos Guadiana y Cig¨¹ela. El Guadiana nace del afloramiento de las aguas subterr¨¢neas del inmenso acu¨ªfero 23 de 5.000 kil¨®metros cuadrados en el paraje conocido como los Ojos del Guadiana. En las pocas ocasiones en las que ya ocurre, el agua comienza a salir a borbotones del suelo formando peque?os charcos, que se convierten en regatos y, al unirse, en el r¨ªo Guadiana, describe Miguel Mej¨ªas, cient¨ªfico del Instituto Geol¨®gico Minero de Espa?a (IGME) y responsable del control de los niveles del acu¨ªfero. Dada la poca pendiente de la zona, se genera una extensa llanura inundaci¨®n.
D¨¦cadas de maltrato
Un funcionamiento que era habitual antes de que el sistema natural colapsara por el maltrato al que se le ha sometido desde hace d¨¦cadas. El acu¨ªfero aguant¨® hasta los a?os ochenta cuando su nivel empez¨® a caer en picado. En 1983, con 1.000 hect¨®metros c¨²bicos menos, los Ojos del Guadiana se secaron. En 1994, el nivel hab¨ªa bajado 3.750 hect¨®metros c¨²bicos y se declar¨® sobreexplotado. Hasta que en 2009, con solo cinco hect¨¢reas encharcadas, la turba del subsuelo del parque nacional comenz¨® a arder de forma espont¨¢nea al estar seca y entrar ox¨ªgeno. ¡°Se quema igual que un brasero, sin llama, y as¨ª se va consumiendo¡±, describe Mej¨ªas. Un desastre anunciado que removi¨® conciencias. La soluci¨®n lleg¨® con un trasvase del acueducto Tajo-Segura, medida contemplada legalmente y, adem¨¢s, se construyeron los pozos de emergencia que se est¨¢n utilizando en la actualidad.
En este escenario, Las Tablas de Daimiel dependen de las avenidas extraordinarias de lluvia, que son impredecibles. En 2010 el parque vivi¨® uno de esos momentos. Llovi¨® durante tres a?os (de 2009 a 2013) y el acu¨ªfero recuper¨® algo m¨¢s de 3.000 hect¨®metros c¨²bicos en relaci¨®n con su peor momento en 1994, seg¨²n datos del IGME. Los Ojos del Guadiana reaparecieron y el agua lleg¨® hasta Las Tablas de Daimiel. Los Ojos se volvieron a secar en 2018 y a mediados de noviembre de 2020 el agua estaba 12 metros por debajo con respecto al nivel de 1979, cuando el funcionamiento era natural. De todo el volumen de agua subterr¨¢nea que se recuper¨® en ese periodo h¨²medo, se han perdido hasta ahora 1.000 hect¨®metros c¨²bicos.
La declaraci¨®n de parque nacional en 1973 tampoco consigui¨® frenar el deterioro. En aquel momento, el humedal atesoraba 1.000 hect¨¢reas de masiega, la mayor extensi¨®n de esta planta en Europa, donde tambi¨¦n est¨¢ en regresi¨®n. Ahora quedan 15 hect¨¢reas y porque se cuidan. La planta soporta bien la desecaci¨®n temporal de los meses de verano, pero no los periodos largos de sequ¨ªa, adem¨¢s de necesitar una buena calidad del agua.
Condiciones que el parque ha perdido a lo largo de los a?os y que recuerda bien Julio Escudero, de 92 a?os, el ¨²ltimo pescador de la zona. Lo hace mientras observa junto a su primo c¨®mo se cocina un guiso de cordero con patatas en la lumbre de la casa que le vio nacer, a escasos metros del agua. ¡°Antes era un chozo, una casilla de carrizo¡±, explica. Desde que muri¨® su mujer ya no duerme all¨ª, pero se acerca a diario, porque aunque todo ha cambiado: ¡°Veo lo m¨ªo, el sol, lo que me ha gustado toda la vida y por la noche vuelvo al calabozo [a la casa del pueblo]¡±.
Antes de las grandes transformaciones ¡ªla desecaci¨®n que se emprendi¨® a finales de los a?os sesenta en zonas pantanosas¡ª, en el ¨¢rea viv¨ªan casi 200 familias de pescadores. Julio se fue quedando poco a poco solo. Se recuerda siempre vinculado al paraje, primero como pescador ¡°de cangrejos de los buenos¡± y cuando se acabaron de ¡°carpas, barbos...¡± y despu¨¦s ayudando en el mantenimiento del parque. Hasta llev¨® a F¨¦lix Rodr¨ªguez de la Fuente en barca. El paisaje tampoco es el mismo, antes ¡°ve¨ªa la masiega verde y el agua que no faltaba¡±.
Santos Cirujano, bi¨®logo, cient¨ªfico del CSIC y especialista en humedales, suma la contaminaci¨®n a los grandes escollos a los que se enfrenta el ecosistema. ¡°Las plantas que colonizan los vasos de las tablas y los tablazos cuando no hay agua encuentran un suelo lleno de nutrientes procedentes de la agricultura y de la industria, que entran en el parque disueltas en el agua cuando se produce una nueva inundaci¨®n. Es como abono¡±, explica. Las plantas crecen cuatro veces m¨¢s que si no hubiera nutrientes.
El presidente de la Confederaci¨®n Hidrogr¨¢fica del Guadiana (CHG), Samuel Moraleda, admite que existe ese tipo de contaminaci¨®n difusa. Sin embargo, considera que la contaminaci¨®n puntual, de vertidos de empresas agroalimentarias, industrias o depuradoras, est¨¢ mucho m¨¢s controlada. Moraleda recuerda que en el Alto Guadiana hay ocho masas de agua declaradas en riesgo. ¡°Hay que adoptar medidas estructurales y hay que actuar ya, pero es necesario mantener el equilibrio entre el territorio, la econom¨ªa y el medio ambiente¡±, plantea. De momento, han puesto en marcha un plan de vigilancia y control en el que se han denunciado 114 actuaciones solo en las inmediaciones del parque, cuatro veces m¨¢s que la campa?a pasada. Adem¨¢s, han propuesto a los agricultores una reducci¨®n del 10% en las dotaciones de derechos de agua. En el Alto Guadiana existen unas 60.000 captaciones de agua legales, seg¨²n datos de la CHG, a las que se a?aden 1.648 censadas que no se legalizaron con un plan especial en 2008.
Rodeados de cultivos
El parque nacional est¨¢ rodeado de grandes extensiones de campos agr¨ªcolas. En cuanto se traspasan sus l¨ªmites, el paisaje se convierte en un inmenso mosaico de fincas con miles de vides cultivadas en espaldera con riego, campos con olivares superintensivos en regad¨ªo con los ¨¢rboles pegados unos a otros, y terrenos roturados a la espera de plantaciones m¨¢s veraniegas de melones, sand¨ªas, cebollas... ?ngel Bell¨®n, presidente de la comunidad de regantes de la Mancha Occidental I, una de las zonas en las que se divide el conocido como acu¨ªfero 23 y sobre la que se encuentran Las Tablas de Daimiel, critica la actuaci¨®n de la Administraci¨®n p¨²blica ¡°que lleva treinta a?os sin buscar soluciones a medio y largo plazo¡±.
La situaci¨®n de sequ¨ªa actual no se arregla, a?ade, reduciendo un 10% o un 5% el riego, ¡°sobre todo porque la situaci¨®n del acu¨ªfero es an¨¢loga al a?o pasado, a pesar del bombeo al parque nacional¡±. Su organizaci¨®n, que representa a 24 pueblos y 13.171 usuarios, prefiere que cuando la situaci¨®n sea mala, se opte por un trasvase Tajo Segura, ¡°porque la ley as¨ª lo contempla¡±. ¡°No significar¨ªa que se detraer¨ªa m¨¢s agua al Tajo, sino que ir¨ªa menor volumen para el Segura¡±, comenta. Y pide que se realice un mantenimiento con limpieza de los cauces de los r¨ªos, que permita que el agua fluya y alcance el acu¨ªfero.
Las empresas de turismo tambi¨¦n claman por una mejora del humedal. Dar¨ªo Rodr¨ªguez-Madridejos fund¨® Ecodestino hace 20 a?os y ahora ha abierto una casa rural. ¡°Vienen sobre todo familias y ornit¨®logos¡±, explica. Aprendi¨® a andar en las pasarelas del parque y conoce todos los puntos de vista, porque en su familia ¡°hay agricultores¡±. ¡°Aunque ahora hay m¨¢s concienciaci¨®n, pero el problema del agua no se ve porque es subterr¨¢nea, o lo saben y no lo reconocen, conf¨ªan en la lluvia¡±, puntualiza.
P¨¦rdida de biodiversidad y olvido colectivo
¡°?Los Ojos del Guadiana? ?Ah, el instituto!¡±, contesta F¨¢tima de 19 a?os cuando se le pregunta por el nacimiento del r¨ªo. ¡°S¨ª, he ido a Las Tablas varias veces, pero no s¨¦ donde est¨¢n los ojos¡±, se excusa. Tampoco es extra?o porque cada vez es m¨¢s complicado contemplar el afloramiento de agua subterr¨¢nea, origen del Guadalquivir, al estar seco la mayor parte del tiempo. Esta respuesta es una muestra de que ¡°a la p¨¦rdida de biodiversidad que supone el deterioro del parque nacional, se suma el olvido colectivo de c¨®mo era el entorno¡±, explica Miguel Mej¨ªas, cient¨ªfico del Instituto Geol¨®gico Minero (IGME), que controla los niveles de las masas de agua del acu¨ªfero del que dependen Las Tablas desde hace m¨¢s de 25 a?os.
Ahora est¨¢n realizando el seguimiento de c¨®mo evoluciona al sacar agua para llenar una parte de las Tablas de Daimiel. Se est¨¢ bombeando desde 10 de los 21 pozos de emergencia que existen, ¡°aproximadamente 1 metro c¨²bico por segundo, 1.018 litros¡±, concreta Mej¨ªas. El IGME mide los niveles en puntos muy pr¨®ximos a las tablas, a hasta 5 kil¨®metros de distancia, y en un entorno m¨¢ximo de 20 kil¨®metros. ¡°Estamos observando que se produce un descenso del nivel de agua superior a 3,5 metros en la margen derecha del r¨ªo Guadiana, en zonas muy pr¨®ximas a los pozos de bombeo¡±, explica.
Califica la bajada de nivel de ¡°relativamente importante¡±, al producirse muy cerca de la zona de bombeo¡±. Cuando uno se aleja de esos puntos cuatro o cinco kil¨®metros no se nota nada. ¡°Encharcamos la superficie, pero empeoramos el terreno de abajo, por eso decimos que los bombeos son un parche no una medida estructural¡±, a?ade. Se van a extraer unos 10 hect¨®metros c¨²bicos hasta finales de diciembre para mantener el encharcamiento y para la agricultura y abastecimiento se destinar¨¢n algo m¨¢s de 90. ¡°Esto implica que estamos cogiendo un 10% m¨¢s de lo que se usa habitualmente¡±.
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