Dirijo un grupo ecologista y estoy en contra de un gran impuesto europeo a los conductores
El director de la federaci¨®n europea de ONG Transport & Environment advierte de los peligros de la tasa que prepara Bruselas
¡°A las ¨¦lites les preocupa el fin del mundo. A nosotros, llegar a fin de mes¡±. Ese era el grito de guerra del movimiento de los chalecos amarillos all¨¢ por 2018, en lo que comenz¨® siendo una protesta contra la subida de los impuestos al combustible para r¨¢pidamente convertirse en un movimiento de lucha por la justicia econ¨®mica. A pesar de que lo que estaba en juego era mucho m¨¢s que el coste de conducir, el impuesto propuesto se convirti¨® en un s¨ªmbolo de la brecha entre las ¡°¨¦lites¡± y la clase trabajadora de la periferia de las grandes ciudades. Al final, el presidente franc¨¦s Macron dio marcha atr¨¢s en su decisi¨®n.
Con todo, desde su llegada a la presidencia de la Comisi¨®n Europea, Ursula von der Leyen, no ha dejado de darle bombo al tema de la tarificaci¨®n del carbono. En este momento, su Comisi¨®n trabaja en una tasa europea sobre el carbono que se aplicar¨ªa a los conductores como parte del gran plan clim¨¢tico que se presentar¨¢ en junio. Y es muy probable que esta medida sea del agrado de los economistas ortodoxos y del poderoso lobby automovil¨ªstico alem¨¢n, que lleva a?os presionando a los pol¨ªticos en esta direcci¨®n.
La Comisi¨®n est¨¢ estudiando la creaci¨®n de un mercado de carbono para los carburantes para el transporte por carretera en el que el coste del di¨¦sel y la gasolina se incrementar¨ªa hasta conseguir una reducci¨®n de la demanda de petr¨®leo acorde a los objetivos clim¨¢ticos de Europa. Dado que la gente no cambia su comportamiento hasta que no se aplican subidas considerables en el precio del combustible, la l¨®gica de ¡°incrementar el precio del carbono todo lo que sea necesario¡± acabar¨ªa dando lugar a precios de 250 euros por tonelada o incluso superiores, que a su vez disparar¨ªan los precios del carburante en un 40% o en 50%. Seg¨²n la teor¨ªa, la estrategia funciona a la perfecci¨®n. Pero en la pr¨¢ctica, la gente se echar¨ªa a las calles.
Puede parecer extra?o que un grupo ecologista se oponga a un plan para encarecer el di¨¦sel. A fin de cuentas, gravar los combustibles f¨®siles con impuestos m¨¢s altos es beneficioso para el planeta. Pero lo que nosotros queremos es que se cumpla el Pacto Verde Europeo. La obsesi¨®n de la Comisi¨®n con la tarificaci¨®n del carbono para los conductores implica serios riesgos. Estas son las razones:
En primer lugar, la Comisi¨®n no dispone de un plan fiable que justifique el impuesto al carbono. La clave para asegurarse el apoyo a los impuestos verdes reside en c¨®mo se utilizan los ingresos que ¨¦stos generan. El ejecutivo de la UE quiere utilizar el dinero para devolver la deuda que ha acumulado como consecuencia de la crisis de la covid. Esto no convence a nadie, al contrario, alimentar¨¢ las cr¨ªticas de quienes se oponen a la solidaridad con las econom¨ªas m¨¢s afectadas por la crisis. Por ello, en lugar de esto, la Comisi¨®n debe usar el argumento m¨¢s convincente sobre c¨®mo conseguir el sue?o europeo, c¨®mo esos ingresos beneficiar¨¢n de manera directa a los profesores y profesoras, enfermeros y enfermeras y trabajadores de toda Europa, aquellos a los que precisamente m¨¢s afectar¨¢ el impuesto. La Comisi¨®n podr¨ªa ofrecer a los europeos un pago ¨²nico en concepto de dividendo clim¨¢tico o destinar el dinero a la inversi¨®n en viviendas o servicios p¨²blicos, como hospitales y escuelas, eficientes desde el punto de vista energ¨¦tico.
En segundo lugar, para contribuir a que los impuestos verdes se perciban como justos, es imprescindible ofrecerle a la ciudadan¨ªa una alternativa decente a los coches con motores contaminantes. Esto todav¨ªa no es el caso pero Europa cuenta con las herramientas necesarias para conseguir que los coches el¨¦ctricos sean accesibles para todos. Gracias a la normativa de emisiones de CO? vigente en la UE, las ventas de coches el¨¦ctricos se multiplicaron en 2020. La se?ora von der Leyen deber¨ªa dejar de bailarle el agua al lobby automovil¨ªstico y eliminar gradualmente los veh¨ªculos di¨¦sel y de gasolina en los pr¨®ximos 10 o 15 a?os, tal y como est¨¢ previsto en el Reino Unido y California. Este proceso s¨ª se podr¨ªa acompa?ar de una modalidad limitada de tarificaci¨®n del carbono, aunque deber¨ªa hacerse pensando en precios bajos, similares a los que se han aprobado recientemente en el marco del plan de comercio de emisiones alem¨¢n. Es cierto que en ese caso ya no estar¨ªamos hablando del flamante ¡°mercado de carbono perfecto¡± que defienden los economistas ortodoxos y con el que sue?an los ejecutivos del sector automovil¨ªstico, pero al menos tendr¨ªa posibilidades de ser adoptado.
Por ¨²ltimo, la gente se suele enfadar bastante cuando llega a la gasolinera y se encuentra con que han subido los precios. Sin embargo, estos precios dependen principalmente de los precios globales del petr¨®leo. Y lo ¨²ltimo que necesitamos es una subida de impuestos justamente cuando el precio del petr¨®leo ya est¨¢ por las nubes. Eso es lo que llev¨® a los chalecos amarillos a tomar las calles. Y estamos de suerte, porque es posible evitar que ocurra de nuevo. B¨¦lgica dispon¨ªa de un sistema en el que los impuestos a los carburantes solo pueden aumentar cuando los precios del petr¨®leo est¨¢n a la baja. Y funcionaba. Si no se toma la decisi¨®n correcta en este asunto, se estar¨¢ poniendo en grave peligro el proyecto europeo.
Al ignorar estos tres puntos, la UE est¨¢ cometiendo un error fatal. Digan lo que digan los l¨ªderes del sector y los economistas ortodoxos, lo que est¨¢ en juego es el Pacto Verde Europeo y quiz¨¢s tambi¨¦n el futuro de la Uni¨®n. Macron dio marcha atr¨¢s, pero sobrevivi¨®. Est¨¢ por ver si la Comisi¨®n corre la misma suerte.
William Todts es director ejecutivo de la federaci¨®n de ONG europeas Transport & Environment.
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