Anarquistas contra el fuego en Grecia: de incendiarios a bomberos
Varios colectivos antiautoritarios forman brigadas de voluntarios para combatir los incendios forestales, uno de los efectos m¨¢s visibles del cambio clim¨¢tico en el pa¨ªs
Durante d¨¦cadas, los anarquistas griegos han sido conocidos por sus c¨®cteles molotov. El uso frecuente de este dispositivo incendiario en manifestaciones, huelgas generales y enfrentamientos con la polic¨ªa convirti¨® el fuego en el s¨ªmbolo m¨¢s reconocible de los movimientos libertarios helenos. Parad¨®jicamente, ahora los colectivos antiautoritarios se organizan para apagarlo; para extinguir incendios forestales. Ante la constataci¨®n de que, debido al cambio clim¨¢tico, los incendios forestales son cada vez m¨¢s frecuentes y cada vez m¨¢s devastadores, dos grupos anarquistas han formado brigadas de bomberos voluntarios que act¨²an desde hace un a?o en la regi¨®n de Atenas y colindantes. Se trata de Rouvikonas y el ODE, siglas en griego del Equipo de Operaciones Forestales.
Yannis R. y Akis X. son dos de los bomberos forestales voluntarios de Rouvikonas. Trabajan de conductor de furgonetas y en un desguace, respectivamente. Cada d¨ªa, cuando acaba su jornada laboral, se citan junto a sus compa?eros para ir al bosque en dos veh¨ªculos todoterreno equipados con dep¨®sitos de 700 litros de agua, mangueras y extintores. Son unos treinta y rotan seg¨²n la disponibilidad o las necesidades diarias, pero Yannis y Akis van cada vez. Tienen 47 y 49 a?os y se conocen desde la adolescencia. Ambos han sido bomberos voluntarios en brigadas reconocidas por Protecci¨®n Civil, pero ahora se organizan de manera aut¨®noma sin requerir el reconocimiento ni el permiso estatal para actuar.
El 13 de julio, gracias a que es fin de semana, pueden empezar a patrullar desde la ma?ana. Antes de salir, hacen las comprobaciones rutinarias. Dep¨®sitos cargados, ropa t¨¦cnica, guantes, mascarillas, m¨¢scaras antig¨¢s que solo han usado una vez porque hab¨ªa productos qu¨ªmicos ardiendo, botas, cascos y agua para beber. Se dirigen hacia una zona boscosa cerca de Corinto porque, dada la direcci¨®n del viento, intuyen que es el lugar con mayor riesgo. Aciertan hasta tal punto que descubren un fuego antes de que se haya declarado oficialmente. Lo apagan con sus mangueras antes de que se propague y se convierta en un incendio importante. Est¨¢n exultantes.
¡°Hoy es un d¨ªa muy importante para nosotros, es la primera vez que llegamos los primeros y somos capaces de apagar sin asistencia un fuego que, de no ser as¨ª, podr¨ªa haber carbonizado un bosque entero¡±, dice Yorgos Kalaitzidis. Si los anarquistas tuvieran l¨ªderes, se podr¨ªa decir que ¨¦l es uno de ellos, pero en la medida en la que rechazan toda jerarqu¨ªa, Kalaitzidis es solo el carism¨¢tico portavoz habitual de las acciones directas que protagoniza Rouvikonas. Atiende a EL PA?S junto a un mural de la CNT durante la guerra civil espa?ola en el K*Vox, un centro social okupado en el coraz¨®n de Exarjia, el barrio ateniense conocido por ser el epicentro de las luchas sociales en Grecia.
Rouvikonas es, sobre todo, un grupo de acci¨®n. Desde hace 10 a?os, realiza numerosas intervenciones como irrumpir en empresas acusadas de vulnerar derechos de los trabajadores, desplegar pancartas en embajadas para mostrar solidaridad internacionalista o, una de las m¨¢s celebradas, visitar por sorpresa a un onc¨®logo que exig¨ªa sobornos a sus pacientes de la sanidad p¨²blica y grabar en v¨ªdeo la severa advertencia de no volverlo a hacer. A menudo, estas acciones terminan en detenciones o denuncias de la fiscal¨ªa. ¡°Por ello, cuando conseguimos recaudar 25.000 euros, tuvimos que tomar la dif¨ªcil decisi¨®n de si los destin¨¢bamos a multas, abogados y evitar la c¨¢rcel o a comprar los veh¨ªculos para los bomberos voluntarios¡±, explica Kalaitzidis. Lo gastaron en la lucha forestal.
Nikos Korakakis y Yannis, que prefiere no dar el apellido, forman parte del ODE. Ellos pagan la equipaci¨®n de su bolsillo: uniformes ign¨ªfugos de segunda mano, cascos, herramientas¡ M¨¢s de 600 euros cada uno. En su grupo hay una quincena de miembros activos y otros tantos que se est¨¢n formando. Tienen un planteamiento diferente a Rouvikonas. No cuentan con veh¨ªculos equipados porque su desempe?o no se realiza desde el per¨ªmetro del incendio, sino mediante el internamiento en el bosque para abrir cortafuegos de emergencia. Es un trabajo m¨¢s especializado y peligroso.
Igual que Rouvikonas, formaron su brigada de voluntarios en 2023. Este a?o han actuado en los incendios de Keramea y Stamata, dos de los peores, que calcinaron decenas de casas y carbonizaron miles de hect¨¢reas de bosque. Todos los miembros del ODE son anarquistas pero, mientras realizan operaciones forestales, se organizan con roles definidos y figuras de referencia que toman decisiones o marcan pautas de actuaci¨®n. Se trata de los miembros con mayor experiencia. El ODE da mucha importancia a la capacitaci¨®n de sus miembros, que realizan cursos durante el invierno para estar listos en verano. Nikos y Yannis han asistido a seminarios en Espa?a impartidos por bomberos forestales. ¡°Nuestro prop¨®sito es afrontar los incendios forestales con seguridad, coherencia y responsabilidad¡±, reza el manifiesto fundacional de la organizaci¨®n.
Coordinaci¨®n con bomberos
El 16 de julio, Rouvikonas se prepara para ir cerca de Micenas, donde el fuego ha acabado con vi?edos, olivos y pinos. Akis cuenta con 24 a?os de experiencia como bombero voluntario; Yannis ha participado en extinciones en Chipre y Grecia. Esta vez, cuando llegan, el fuego est¨¢ bajo control. Los bomberos profesionales, desplegados por todo el ¨¢rea con el apoyo de helic¨®pteros e hidroaviones, se encargan de que los rescoldos no se activen de nuevo. Un mando de los bomberos pregunta a Yannis cu¨¢ntos litros de agua les quedan en los dep¨®sitos y pide uno entero, 700 litros. Sugiere que el otro veh¨ªculo baje por un escarpado camino de tierra entre vi?edos para asistir a otros agentes que est¨¢n en lo m¨¢s profundo del valle. Tras prestar la asistencia requerida, el grupo decide regresar a casa. A¨²n no lo saben, pero el d¨ªa siguiente ser¨¢ mucho m¨¢s duro.
El 17 de julio se desata un tremendo incendio cerca de Epidauro, a 100 kil¨®metros de Atenas. Yannis conduce hacia ¨¦l a una velocidad que supera bastante lo que la prudencia aconsejar¨ªa. Por el camino actualizan la informaci¨®n y la comparten por radio con el otro todoterreno. Es un incendio extenso, hay tres bomberos heridos, 10 hidroaviones y 12 helic¨®pteros act¨²an en la zona, pero no est¨¢ controlado. Las autoridades han hecho un llamamiento para que los voluntarios se personen en la zona.
La polic¨ªa establece controles para evitar el acceso de las personas no autorizadas. Los veh¨ªculos de Rouvikonas, equipados con sirenas y luces de emergencia, pasan sin problemas. No llevan distintivos del colectivo visibles en el exterior. Solo en una ocasi¨®n, el 29 de junio, en P¨¢rniza, monta?a cercana a Atenas, la polic¨ªa reconoci¨® a los anarquistas y les impidi¨® el acceso.
Las llamas se extienden en forma de tri¨¢ngulo cuyos lados tienen tres kil¨®metros aproximados. Tras dar varias vueltas para estudiar la situaci¨®n, Yannis se interna por un camino de tierra que conduce a uno de los frentes activos. Hay pinos ardiendo desde la base que, tarde o temprano, acabar¨¢n cayendo, hay que tener cuidado. Los hidroaviones descargan cerca, tambi¨¦n hay que tenerlo en cuenta al decidir d¨®nde actuar. Tras consultar con varias patrullas de bomberos, Akis y los suyos despliegan las mangueras en un punto que impide que las llamas se propaguen por una ladera que, de momento, est¨¢ intacta. Cuando se les termina el agua se acercan hasta un cami¨®n cisterna que proporciona m¨¢s a bomberos y voluntarios, tantas veces como haga falta.
Cae la noche y, afortunadamente, el viento amaina. En la oscuridad, miles de puntitos incandescentes dibujan un paisaje que se asemeja a una ciudad lejana. Cada uno de esos puntos es un ¨¢rbol con brasas, la mayor¨ªa pinos. De repente una racha de viento convierte las de un gran roble en llamas. Akis vac¨ªa uno de los dep¨®sitos en ¨¦l, pero no se apaga del todo. Es la tercera vez que intentan extinguir ese roble, pero no lo consiguen. Ello da cuenta de lo dif¨ªcil que ser¨¢ acabar por completo con el incendio, aunque parece controlado.
Un equipo de bomberos reparte comida y agua a todos los presentes. El agente que lo conduce insiste en enviar a los de Rouvikonas a lo alto de la ladera para montar guardia all¨ª. Los incendios son un gran tablero en el que cada pieza juega un papel. Extenuados tras cumplir varias peque?as misiones dentro de ese tablero, los anarquistas regresan de madrugada a sus casas. Ir¨¢n al trabajo con unas pocas horas de sue?o; y al d¨ªa siguiente m¨¢s.
¡°Yo desde peque?o voy a la monta?a, mi coraz¨®n me exig¨ªa actuar¡±, dice Korakakis. ¡°Antes, cuando hab¨ªa incendios, era todo el pueblo el que los apagaba, nosotros queremos que vuelva a ser as¨ª mediante la autoorganizaci¨®n¡±, declara Kalaitzidis. Rouvikonas se ha propuesto comprar un tercer veh¨ªculo a trav¨¦s de donaciones y extender la red de voluntarios por todo el pa¨ªs. Kalaitzidis lo tiene claro: ¡°No podemos permanecer impasibles ante los incendios, ni ante el resto de injusticias. Si no lo hacemos entre todos, no lo har¨¢ nadie¡±.
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