Berl¨ªn inaugura el monumento a los jud¨ªos v¨ªctimas del Holocausto tras 17 a?os de debates
La obra, dise?ada por Peter Eisenman, ha costado 27,6 millones de euros y dos a?os de trabajos
60 a?os despu¨¦s de la II Guerra Mundial, el presidente del Bundestag (C¨¢mara baja del Parlamento alem¨¢n), Wolfgang Thierse, ha inaugurado hoy en el centro de Berl¨ªn el monumento a las v¨ªctimas del Holocausto, que recuerda "al m¨¢s horrible de todos los cr¨ªmenes del nacionalsocialismo". El Bundestag aprob¨® en 1999 por amplia mayor¨ªa la construcci¨®n del monumento en una se?al de que "la Alemania reunificada reconoce su Historia" y con la intenci¨®n de que "despliegue una gran fuerza emocional". La obra, que se podr¨¢ visitar a partir del jueves, ha costado 27,6 millones de euros del presupuesto federal, dos a?os de construcci¨®n y 17 a?os de debate en torno a la idea del arquitecto estadounidense Peter Eisenman.
En el acto solemne de inauguraci¨®n del monumento han participado el presidente de Alemania, Horst Koehler; el canciller, Gerhard Schr?der, varios de sus ministros, supervivientes del Holocausto y un millar de invitados, entre ellos representantes de comunidades jud¨ªas de todo el mundo. El monumento consta de 2.711 bloques de hormig¨®n de distinta altura situados en lo que hasta hace muy poco era un descampado de 19.073 metros cuadrados entre la Puerta de Brandeburgo y la plaza Potsdamerplatz, muy cerca de donde estuvo la Canciller¨ªa del Tercer Reich y el b¨²nker en el que Adolf Hitler se suicid¨®. El lugar form¨® parte despu¨¦s de la frontera de la extinta Rep¨²blica Democr¨¢tica de Alemania (RDA) y, por tanto, de la "l¨ªnea de la muerte" para quienes intentaban cruzarla de este a oeste.
El recinto alberga ahora en su subsuelo, bajo unos bloques de hormig¨®n que pesan una media de ocho toneladas cada uno, un "centro de informaci¨®n" en el que se documenta la persecuci¨®n de los jud¨ªos por el r¨¦gimen nazi a trav¨¦s de destinos individuales de v¨ªctimas del Holocausto. Desde que la periodista Lea Rosh expusiera su idea en 1988, se han sucedido debates sobre la oportunidad del proyecto, su financiaci¨®n, su aspecto y la conveniencia de dedicarlo a las v¨ªctimas jud¨ªas del Holocausto y no a los eslavos, homosexuales, gitanos y dem¨¢s grupos de perseguidos por el nazismo.
Prohibido saltar de uno a otro
Los visitantes podr¨¢n tocar los bloques, sentarse sobre ellos e incluso comerse un bocadillo, pues Eisenman no quer¨ªa construir algo que recordara a un cementerio -por eso no hay inscripci¨®n alguna en el conjunto-, y lo ¨²nico que no estar¨¢ permitido es saltar de uno a otro, pero por motivos de seguridad. En declaraciones a la emisora "RBB-Inforadio", momentos antes de la inauguraci¨®n, Thierse se ha mostrado convencido de que el monumento, que para ¨¦l muestra la fragilidad de "la democracia y la humanidad", producir¨¢ un "profundo efecto" a los visitantes. Para el presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, cardenal Karl Lehmann, el monumento recuerda "la hora de mayor tiniebla moral" de la historia alemana.
La ceremonia de inauguraci¨®n ha estado rodeada de fuertes medidas de seguridad: las calles vecinas est¨¢n cortadas y los residentes en los edificios aleda?os s¨®lo han podido entrar y salir de sus casas tras identificarse. Pero las medidas de seguridad no se limitan a la ceremonia, pues el monumento estar¨¢ vigilado las 24 horas del d¨ªa, y adem¨¢s los bloques de hormig¨®n est¨¢n recubiertos de un producto protector para facilitar la labor de limpiar posibles pintadas. Precisamente esa sustancia fue el desencadenante del ¨²ltimo esc¨¢ndalo relacionado con el monumento, ya en el tramo final de su construcci¨®n, cuando se supo que la empresa que iba a encargarse de suministrarla era la heredera del fabricante del gas con el que fueron exterminados los jud¨ªos durante el nazismo.
Tanto Thierse como Eisenman han querido que sea un lugar abierto, accesible al ciudadano las 24 horas del d¨ªa, con o sin peligro de pintadas, con o sin peligro de otras agresiones. Es decir, con todos los riesgos que implica un monumento de estas caracter¨ªsticas en el coraz¨®n de la capital de Alemania. No debe ser ni un cementerio, en palabras del arquitecto, ni un sitio de evocaci¨®n de la muerte, sino un lugar de reflexi¨®n sobre el pasado y de esperanza para el futuro.
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