El b¨²nker de Honecker abre sus puertas

Dirigi¨® con pu?o de hiero la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA) desde 1976 hasta que cay¨® el muro en 1989. Erich Honecker fue el rostro de la ortodoxia sovi¨¦tica, del s¨ª incondicional a Mosc¨², del hermetismo y los secretos de estado propios de la guerra fr¨ªa.

Pero uno de esos secretos ha dejado de serlo. Desde hoy, alemanes y turistas podr¨¢n visitar el b¨²nker que deb¨ªa proteger a los dirigentes de la RDA en caso de ataque nuclear. Se trata de un refugio antiat¨®mico situado en Prenden, 40 kil¨®metros al norte de Berl¨ªn, con 9.000 metros cuadrados divididos en tres niveles subterr¨¢neos.

Su construcci¨®n comenz¨® en 1978 y finaliz¨® en 1983, el mismo a?o en que los EE UU de Ronald Reagan recrudecieron el conflicto con el bloque sovi¨¦tico al iniciar la conocida como guerra de las galaxias. El edificio puede calificarse de aut¨¦ntico laberinto con sus 170 habitaciones, preparadas para acoger a 400 personas durante dos semanas, que s¨®lo podr¨¢n visitarse hasta octubre de este a?o.

Desvalijado tras la ca¨ªda del muro

Despu¨¦s, las 85.000 toneladas de hormig¨®n cerrar¨¢n de nuevo sus puertas por motivos de seguridad. Los curiosos dejar¨¢n de recorrer los pasillos, interes¨¢ndose por su estructura especialmente dise?ada para amortiguar las posibles explosiones nucleares pr¨®ximas.

Nadie atravesar¨¢ entonces la c¨¢mara de descontaminaci¨®n, la que da acceso a Perla, porque al bautizar el proyecto, los funcionarios militares s¨ª se permitieron alguna licencia po¨¦tica.

Y, en efecto, era una perla de la ¨¦poca. Considerado como el mejor refugio antiat¨®mico del ¨¢rea sovi¨¦tica, excluyendo los de la propia URSS, unas se?ales luminosas eran capaces de indicar si los habitantes del b¨²nker estaban contaminados de radiaci¨®n.

Si se encend¨ªa el piloto azul, v¨ªa libre. Si se encend¨ªa el rojo, quince minutos de ducha con productos qu¨ªmicos especiales para eliminar las part¨ªculas radiactivas.

Por suerte, esos pilotos nunca llegaron a activarse. Ni siquiera el propio Honecker pas¨® en el edificio m¨¢s de los estrictos 20 minutos que le llev¨® inaugurarlo. Y es que, hasta hoy, podr¨ªa decirse que quienes m¨¢s tiempo han pasado all¨ª son los ladrones que, tras la ca¨ªda del muro, desvalijaron sus instalaciones llev¨¢ndose un kilom¨¦trico bot¨ªn de cables el¨¦ctricos y tuber¨ªas.