"La gente se acostumbr¨® a la tragedia"
Zeina Abirached presenta en Madrid 'El juego de las golondrinas', su cr¨®nica de la vida cotidiana en la guerra de L¨ªbano
Las ciudades se acostumbran a las guerras hasta interiorizar los sonidos de las bombas y hacer los cr¨¢teres parte de su paisaje. Eso es lo que muestra El juego de las golondrnas, la primera novela gr¨¢fica de Zeina Abirached, en la que varios vecinos pasan juntos una noche en el Beirut de los 80. El juego de las golondrinas (Sins Entido) cuenta, de forma autobiogr¨¢fica, la historia de dos ni?os que se quedan aislados en su casa cuando empieza un bombardeo. Sus padres est¨¢n a tan s¨®lo unas manzanas, pero no pueden volver al hogar por miedo a las explosiones y a los francotiradores.
Esta premisa, que puede parecer el germen de una historia tr¨¢gica, crea sobre las vi?etas una situaci¨®n entra?able, distendida, dulce y hasta divertida, cuando por la sala de estar de los ni?os comienzan a desfilar todos los vecinos del edificio. "Como nac¨ª en la guerra en 1981, mi infancia est¨¢ vinculada a ella y la sent¨ªa como una situaci¨®n normal", declara Zeina en una entrevista, en la que revela que su intenci¨®n al hacer el c¨®mic era "pintar la vida cotidiana y mostrar c¨®mo, durante quince a?os, la gente consigui¨® acostumbrarse a la tragedia de la guerra".
La inocencia de la narraci¨®n y el trazo suave en blanco y negro de El juego de las golondrinas recuerdan, con tan s¨®lo un vistazo, a la vida de la peque?a Marjane Satrapi en Pers¨¦polis, una novela gr¨¢fica sobre la revoluci¨®n iran¨ª. "?Oh, no; otra vez!...", exclama sonriente la autora libanesa cuando escucha el nombre de su colega; y es que para ella es casi imposible terminar una entrevista sin enfrentarse a la comparaci¨®n con Satrapi. "Me siento honrada de que me comparen con ella, porque me gusta mucho su trabajo -afirma-, pero yo no la conoc¨ªa cuando escrib¨ª El juego de las golondrinas". Su punto de encuentro es el tambi¨¦n ilustrador David B. -autor de La ascensi¨®n del gran mal-, al que Zeina s¨ª hab¨ªa tenido acceso cuando estudiaba en la escuela de Bellas Artes de L¨ªbano.
Sin embargo, el estilo de la libanesa est¨¢ m¨¢s impregnado del arte medieval musulm¨¢n e influido por su formaci¨®n como dibujante de animaci¨®n en la Escuela Nacional de Artes Decorativas de Par¨ªs. As¨ª se aprecia en los detalles del mobiliario, cojines, mesitas l¨¢mparas y tapices; los arabescos del pelo rizado de cada uno de los personajes; o en la repetici¨®n de las mismas composiciones, vi?eta tras vi?eta, para expresar la lentitud de la espera o la inquietud que ¨¦sta provoca. Zeina recuerda que empez¨® "a leer c¨®mics antes que libros", cuando era muy peque?a, porque sus padres ten¨ªan "una biblioteca franco-belga muy buena". En ella conoci¨® a algunos cl¨¢sicos, como Herg¨¦, Goscinny o Uderzo, que le sirvieron para comprender m¨¢s tarde a autores de la talla de Jacques Tardi o al propio David B.
"En la escuela nos pusieron a hacer un proyecto sobre el hecho de que, en el mismo sitio donde se estaban manteniendo combates, la gente viv¨ªa. El campo de batalla era el lugar de residencia", explica. Hasta entonces no se hab¨ªa planteado nada similar, pero cuando empez¨® a pensar en ello, se le vino encima "una avalancha de recuerdos" que sinti¨® "la urgencia" de expresar. "La forma que se impuso fue el c¨®mic", revela. A pesar de los quince a?os de guerra civil que vivi¨®, o quiz¨¢ por el hast¨ªo que la provocaron, a Zeina no le interesaba contar "la historia en may¨²sculas ni sus aspectos pol¨ªticos".
"Lo que yo quer¨ªa era contar la vida de aquellos que experimentaron la guerra en sus propias carnes, reflejar las cosas peque?as y contar las an¨¦cdotas cotidianas de la gente", asegura. "Yo quer¨ªa hacer un ejercicio de memoria para asumir lo que pas¨®, hacer duelo, y seguir hacia adelante", apunta. "El c¨®mic es para m¨ª una forma de encontrar respuestas y dar respuestas a las generaciones futuras y a la m¨ªa propia".
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