La puerta trasera de Cannes
El mercado del festival franc¨¦s mueve cerca del los mil millones de d¨®lares (713 millones de euros) en 10 d¨ªas
Hay una parte de atr¨¢s en Cannes. Como en todos los escenarios, existe una puerta trasera, un lugar alejado de los focos y las c¨¢maras, tumultuoso y laber¨ªntico. Algo parecido a un gigantesco hormiguero humano, al otro lado de la alfombra roja y de las glamourosas fiestas. Es "el mercado", ubicado en las tripas del Palais y sus alrededores (carpas y habitaciones de hoteles a lo largo y ancho de la Croisette). Es el sitio (miles de metros cuadrados) por donde corren las ofertas y las demandas de millones de d¨®lares (y de euros); el lugar por cuya puerta salen compradores, vendedores y programadores de otros festivales con una pel¨ªcula m¨¢s o una menos. Un espacio en donde se mueve una media de un bill¨®n, con "b", de d¨®lares en los 10 d¨ªas que dura este certamen, seg¨²n asegur¨® a este peri¨®dico Jer?me Paillard, director ejecutivo del mercado de cine del Festival de Cannes.
Los programadores espa?oles se quejan de la escasez de proyecciones de cine de autor
Es f¨¢cil asociar a Cannes con las estrellas del celuloide, con la playa de la costa azul, con el lujo, la ostentaci¨®n y el exhibicionismo exacerbado, con algo lejano, conocido sobre todo a trav¨¦s de la pantalla de televisi¨®n. Sin embargo, est¨¢ mucho m¨¢s cerca de lo que parece. Tan cerca como el cine de barrio o el de la esquina al que usted va de vez en cuando. Porque lo que usted puede y podr¨¢ ver en esas salas depende, en gran medida, de lo que una veintena de empresarios espa?oles deciden traerse del mercado que subyace a ese universo estrellado. Ellos son quienes realizan la selecci¨®n entre las 3.000 pel¨ªculas que se proyectan en algo m¨¢s de una semana (espa?olas unas 60).
"Nosotros somos los que llegamos con el Fred Perry sudado al hotel despu¨¦s de un d¨ªa entero corriendo de una sala a otra", dice Jose Luis Cienfuegos, director del Festival de cine de Gij¨®n. "Ning¨²n festival como el de Cannes nos sit¨²a mejor ante la situaci¨®n que vive el cine y creo que, distribuidores y programadores, tenemos una responsabilidad tanto hacia los espectadores espa?oles como hacia la supervivencia del cine de autor para darle salida, porque cada vez encuentra menos espacios para mostrarse, incluso en esta 62? edici¨®n del festival, donde se ha notado mucho la crisis en ese sentido: las proyecciones de cine de autor se han reducido a salas peque?as y a pases ¨²nicos, seguramente porque las distribuidoras no pod¨ªan pagar los costosos precios que impone el festival para el alquiler de las salas. Los programadores de los festivales espa?oles (Gij¨®n, Sitges y Valladolid, entre otros) hemos decidido escribir una carta de queja a la organizaci¨®n por esa raz¨®n", aseguraba, mientras buscaba en su libreta el siguiente pase al que ir.
El contexto en el que se produce esta breve entrevista es el coraz¨®n del mercado, una feria llena de stands (centenares), con suelo verdoso enmoquetado, cada uno de los mostradores decorado con p¨®sters gigantes de pel¨ªculas de todos los g¨¦neros y todos los pa¨ªses del planeta (la mayor¨ªa ni las ha visto, ni ha o¨ªdo hablar de ellas), gente que viene y va con papeles en la mano (publicidad de pel¨ªculas, libretas con anotaciones de horarios y salas de proyecci¨®n y cuentas con n¨²meros llenos de ceros) o con un enorme libraco bajo el brazo con todas las pel¨ªculas del festival, sus propietarios y sus correspondientes sinopsis..., pasillos que se entrecruzan, pantallas gigantes que emiten trailers de cintas sin estrenar, en proyecto o semiestrenadas (ya vendidas a alguna distribuidora de alg¨²n pa¨ªs), reuniones de sof¨¢ en cada rinc¨®n frente a pantallas conectadas a auriculares que acabar¨¢n enganchados en las orejas de cualquier potencial comprador:
- Esta es para vosotros, dice con convicci¨®n el vendedor (en este caso de una distribuidora internacional francesa) a los representantes de una distribuidora espa?ola
- ?Qu¨¦ cifras ha hecho en Francia?, pregunta directo al grano el potencial comprador, refiri¨¦ndose a los ingresos que la pel¨ªcula tuvo en taquilla cuando se estreno en el pa¨ªs galo.
- El primer fin de semana hizo tantos miles de euros, responde el vendedor, pero es una pel¨ªcula peque?ita que va creciendo, cuenta la historia... y hace una breve sinopsis, mientras busca el mando para darle al play.
Tras el breve visionado, al potencial comprador espa?ol sale del stand franc¨¦s, donde ya esperan su turno otros empresarios de otros pa¨ªses. Se detiene. Es un ser an¨®nimo m¨¢s entre la multitud de personas con su acreditaci¨®n colgada del cuello y con la mochila del festival (este a?o gris y bastante enclenque). Abre el folleto con los horarios de las proyecciones del d¨ªa y parece buscar el pase correspondiente al trailer que acaba de ver. Llama por tel¨¦fono: "La ponen a las 15.30, quiero que la veas", dice. Horas m¨¢s tarde ir¨¢ a ver el pase de la pel¨ªcula en el festival de cine m¨¢s grande del mundo en el que se proyectan hasta 200 pel¨ªculas al d¨ªa en horarios de 8.00 de la ma?ana a 22.30 de la noche. Una vez en la sala, se fijar¨¢, aunque no lo parezca, en qui¨¦n hay en la proyecci¨®n, es decir, estar¨¢ atento a sus competidores (posibles compradores de su pa¨ªs). El juego consiste en quien se lleva el gato al agua antes y al mejor precio. El riesgo, en todo caso, est¨¢ asegurado porque el ¨¦xito o el fracaso de la inversi¨®n millonaria (o de decenas o centenas de miles de euros) depender¨¢, en ¨²ltima instancia, de los espectadores que acudan a ver la pel¨ªcula all¨¢ donde se estrene.
No es dif¨ªcil ver, por eso, c¨®mo alg¨²n distribuidor se sale de un pase antes de que acabe la pel¨ªcula: bien sea porque no le interesa en absoluto y no hay tiempo que perder para buscar otra opci¨®n; o bien para enganchar el tel¨¦fono, y correr a buscar a la vendedora internacional que la lleva y hacerle una oferta. Sorprendentemente, y aunque las cantidades que se barajan suelen tener un m¨ªnimo de cuatro ceros, la mayor parte de las ofertas son verbales y tienen la duraci¨®n que marca el potencial comprador: "Ofrezco tantos miles de euros y la oferta tiene validez durante 24 horas", por ejemplo. A partir de ese momento es el vendedor el que tiene que renegociar el precio o encontrar un mejor comprador. Si finalmente hay acuerdo, se firmar¨¢ un contrato que establecer¨¢ los derechos de explotaci¨®n del filme: s¨®lo para cines, tambi¨¦n para DVD o tambi¨¦n para las televisiones.
Reuni¨®n, proyecci¨®n, reuni¨®n, proyecci¨®n... Esa es la din¨¢mica que mueve el mercado. Y, entre medias, corrillos y comentarios de las sorpresas del festival, de las pel¨ªculas que pueden interesar, intercambios de opiniones y sondeos: "He o¨ªdo que Precious, la impresionante historia de la negra gorda, se la ha llevado Filmax", "ped¨ªan un mill¨®n", "esa peli gan¨® tres premios en Sundance, se ve¨ªa venir", "?hab¨¦is visto la de Bright Star, la de Jane Campion [la ¨²nica mujer que ha ganado la Palma de Oro, con El Piano] , dicen que est¨¢ bien"; "pues yo he o¨ªdo que Alta films se ha quedado con A Prophet, la del preso novato, y con la de Ken Loach (Looking for Eric) ", "Karma films ha hecho una oferta para la de French kissers, una especie de versi¨®n francesa de Supersalidos, estos nunca se sabe por donde pueden salir", "Milenium, la de la novela de Stieg Larson, ha arrasado este fin de semana en Francia, se la qued¨® V¨¦rtigo ?no?", "Me han contado que Agora es un poquito floja, que a Lars Von Trier se le ha ido del todo la pelota en Antichrist y que la de Haneke (The white ribbon) es otra obra maestra que creo que lleva Golem"...
Una vez firmado el acuerdo, el vendedor ya ha hecho su trabajo, pero para el distribuidor comienza toda una larga andadura llena de nuevas inversiones para su nueva pel¨ªcula: doblajes o/y subtitulado, promoci¨®n y publicidad (carteler¨ªa, anuncios en medios de comunicaci¨®n, pases para la prensa...) acuerdos con los exhibidores en los cines para las fechas de estreno... Es decir, todo lo que supone poner en valor el producto para garantizar (en la medida de lo posible) su ¨¦xito y todo el trabajo y la inversi¨®n monetaria que los piratas echan al traste cuando cuelgan o se bajan las pel¨ªculas por Internet porque consideran que "la cultura debe ser gratuita", claro que previamente ya la ha pagado otro. En la industria del cine, por subvencionada que est¨¦, nada es gratis, m¨¢s bien al contrario, las inversiones son millonarias.
El tema de la pirater¨ªa, por eso, visto desde "el mercado", est¨¢ muy lejos de ser una cuesti¨®n relacionada con (o s¨®lo con) los derechos de autor, sino que tiene m¨¢s que ver con quienes se saltan a la torera todo el trabajo (pagado) de las miles de personas vinculadas a la industria cinematogr¨¢fica, todo el proceso que va desde una cinta montada en una mesa de edici¨®n hasta que se proyecta en un cine, se alquila en un videoclub, se vende en una tienda o se emite por televisi¨®n... "?O alguien se ha planteado alguna vez llevarse el pan de una tienda sin pagar porque, al fin y al cabo, el trigo est¨¢ en campo?", se preguntaba en un acalorado debate al respecto un distribuidor espa?ol.
Seg¨²n Paillard, el descenso "de quiz¨¢ un 10%" de volumen de negocio en el mercado del festival este a?o, "no tiene que ver tanto con la crisis global sino con la evoluci¨®n de la industria cinematogr¨¢fica tras la irrupci¨®n de Internet". Seg¨²n un art¨ªculo del Financial Times la asistencia al festival ha ca¨ªdo, en la misma proporci¨®n que los precios de las pel¨ªculas, entre un 20% y un 30% con respecto a la edici¨®n del a?o pasado, como consecuencia de los recortes de gastos para hacer frente a la crisis. A¨²n as¨ª en esta edici¨®n ha habido cerca de 10.000 acreditados, los mismos que entraban y sal¨ªan por la puerta trasera de Cannes dispuestos a ver lo que est¨¢ por venir (o no).
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