Ayala, compa?ero letrado
Los Letrados de las Cortes recuerdan al autor de 'Recuerdos y olvidos'
Fue el narrador de El hechizado (uno de los relatos m¨¢s memorables de las letras hispanas, seg¨²n Jorge Luis Borges) y el memorialista de Recuerdos y olvidos, pero tambi¨¦n fue Letrado de las Cortes en el periodo republicano espa?ol. Y por eso la Asociaci¨®n de Letras de las Cortes le dedic¨® a Francisco Ayala, escritor granadino que vivi¨® la Rep¨²blica, el exilio y la Monarqu¨ªa parlamentaria, hasta su muerte a los 103 a?os, un homenaje como "compa?ero letrado".
Fue en una de las salas del Parlamento, bajo la presidencia del titular del Congreso, Jos¨¦ Bono, y con la asistencia de diputados y profesionales del Derecho, adem¨¢s de Carolyn Richmond, la viuda del escritor, y Rafael Ju¨¢rez, director de la Fundaci¨®n Francisco Ayala, cuya sede est¨¢ en Granada, donde naci¨® el autor de La cabeza del cordero. Los escritores Almudena Grandes y Luis Garc¨ªa Montero, amigos de Ayala, tambi¨¦n estaban en la sala con otros amigos del homenajeado, como el escritor y cineasta Jos¨¦ Luis Borau y la directora de la Biblioteca Nacional, Milagros del Corral.
Ayala ingres¨® en el cuerpo de Letras de las Cortes en 1932, despu¨¦s de unas oposiciones re?id¨ªsimas que presidi¨® el titular del Parlamento entonces, don Juli¨¢n Besteiro. Cont¨® Bono, en la intervenci¨®n con la que se cerr¨® el homenaje, que llegaron tantas recomendaciones (una para Ayala, tambi¨¦n) que el diputado socialista decidi¨® apilar las cartas en las que ven¨ªan esas sugerencias a favor de los candidatos, deso¨ªrlas por sistema y responderlas tan s¨®lo cuando hubiera pasado la oposici¨®n. Ayala se dirigi¨® a un t¨ªo suyo, diputado, para que no insistiera ante Besteiro:
-No lo hagas, ?que quiero ser Letrado!
La guerra civil trunc¨® la vida de Ayala (y de muchos m¨¢s), as¨ª como su relaci¨®n con el Cuerpo de Letrados. El poder surgido de la guerra lo declar¨® desafecto a los principios del Glorioso Movimiento Nacional. Ayala ya estaba en el exilio; volvi¨® en 1960, pero su actividad p¨²blica fue muy menor. Y fue en la democracia, en 1982, cuando sus compa?eros de carrera le rindieron agasajo, hasta que a?os m¨¢s tarde fue restituido simb¨®licamente en su puesto de Letrado de las Cortes. Cuando Ayala cumpli¨® cien a?os, sus compa?eros de este estamento le rindieron un homenaje que ahora, algunos meses despu¨¦s de su muerte, se ha repetido en sede parlamentaria.
Intervinieron algunos colegas suyos de esa carrera profesional que interrumpi¨® la guerra. Fernando Santaolalla, presidente de la Asociaci¨®n Profesional de Letrados de las Cortes Generales, y Claro J. Fern¨¢ndez-Carnicero, que tambi¨¦n lo fue, se refirieron a Ayala como "compa?ero nuestro"; Santaolalla ley¨® una carta del presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, para quien la figura de Ayala, despu¨¦s de momentos tan terribles como los que vivieron ¨¦l y otros republicanos exiliados, representa la continuidad de la instituci¨®n democr¨¢tica hasta estos momentos en que es posible el desagravio; Claro habl¨® de la obra de Ayala "como el resultado de una alianza fecunda entre sociolog¨ªa pol¨ªtica y literatura; el suyo era "el equipaje de un ciudadano del mundo, ajeno a pleites¨ªas y claudicaciones". Cuando cumpli¨® cien a?os y las dos c¨¢maras le dedicaron el homenaje del definitivo reencuentro con el que hab¨ªa sido servidor de las Cortes, Ayala le dijo a Claro:
-Con tanto homenaje parezco una tiple.
Con ese humor le record¨® V¨ªctor Garc¨ªa de la Concha, el director de la Real Academia Espa?ola, que tambi¨¦n intervino en el homenaje. Para ¨¦l, Ayala fue un referente en su actividad como impulsor de la Academia como elemento vertebrador de la lengua espa?ola en todo el mundo. Le dijo Ayala a De la Concha, cuando ¨¦ste fue elegido director de la instituci¨®n:
-Nadie se ha dado cuenta en este pa¨ªs del valor pol¨ªtico que tiene la lengua para armar la relaci¨®n de Espa?a con Am¨¦rica.
Y por esa v¨ªa se dirigi¨® el director de la Academia, para quien Ayala abri¨® "espacios siempre nuevos en la ciudad de las palabras".
El fil¨®sofo Pedro Cerezo habl¨® de la mirada "muy l¨²cida, desnuda y penetrante" de Francisco Ayala. Bono dijo, para terminar, que le apetec¨ªa decir "Am¨¦n" ante tanta palabra bien dicha. Pero dijo su discurso, admirativo con la obra y con la biograf¨ªa de Ayala, que fue capaz de enfrentarse, en tiempo de guerra, a un nazi que quer¨ªa hacerle cantar himnos fascistas cuando volv¨ªa a Espa?a y su barco se hallaba fondeado en el puerto de Vigo. Encerrado en su camarote, con su mujer, Ayala ten¨ªa una pistola, dispuesto a suicidarse si el faccioso le violentaba. El episodio es escalofriante, dijo Bono, y est¨¢ en Recuerdos y olvidos, una especie de resumen perspicaz y lib¨¦rrimo de la conciencia de Ayala, el compa?ero letrado.
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