La Mostra acoge la primera pel¨ªcula espa?ola, 'Caracremada'
La jornada ha tra¨ªdo pocas alegr¨ªas, excepto el sorprendente debut del catal¨¢n Lluis Galter
Hoy la Mostra se ha puesto traje de domingo: cines llenos, largas colas para acceder a las salas y un bullicio considerable en los recintos del festival. La programaci¨®n no ha acompa?ado como deber¨ªa, pero a¨²n as¨ª se han podido ver algunos destellos de inter¨¦s.
Ha abierto el fuego una pel¨ªcula que ya pudo verse ayer a ¨²ltima hora de la tarde y que hoy han podido repetir los ingenuos que no dieron cr¨¦dito a sus colegas. La opini¨®n general era que Post-Mortem del chileno Pablo Larra¨ªn pintaba m¨¢s bien poco en la Secci¨®n oficial. La historia de un pagafantas que trabaja en una morgue y est¨¢ perdidamente enamorado de una cabaretera -que le va dando carrete seg¨²n le convenga- se va al traste en pocos minutos, y a pesar de algunas situaciones m¨¢s o menos conseguidas no logra salir del tedio ante la desesperaci¨®n del personal.
Seguramente para compensar se ha podido ver a continuaci¨®n la ¨²ltima pel¨ªcula de ese icono del cine asi¨¢tico llamado Tsui Hark, Di renjie zhi Tongtian diguo. M¨¢s all¨¢ de si sus filmes tienen audiencia fuera del circuito festivalero (y del fan irreductible) no se puede negar a Hark un estilo fascinante y una descomunal capacidad para la ¨¦pica, reflejada en esos c¨®digos f¨ªlmicos tan especiales que siempre exhiben los realizadores de la zona. Hark, en realidad vietnamita, cuenta una historia de guerreros, como casi siempre, reunidos esta vez en el cuerpo del magn¨ªfico Andy Lau, encarnando a un detective encargado de resolver unas misteriosas muertes que amenazan con enturbiar el mandato de la emperatriz Wu Zetian. Tsui Hark hizo que muchos se lo pasaran pipa, lo cual no es poca cosa.
El punto serio (con matices) lo pondr¨ªa poco despu¨¦s el actor, guionista y realizador Jerzy Skolimowski, un cl¨¢sico del cinema polaco, ¨ªntimo de Roman Polansky, con quien comparte buen numero de inquietudes (no en vano escribi¨® para el realizador los di¨¢logos de El cuchillo en el agua). Skolimowski le regala su pel¨ªcula, Essential killing, a Vincent Gallo (que buena falta le hac¨ªa al actor despu¨¦s de a?os de vagar por el desierto) donde ¨¦ste interpreta a un talib¨¢n que escapa de las manos de sus captores encontr¨¢ndose de repente en los bosques del este de Europa, ubicaci¨®n de la prisi¨®n secreta donde era retenido. Su problema b¨¢sico, m¨¢s all¨¢ de las esposas y su traje naranja, es que -obviamente- no conoce de nada el territorio, algo bastante molesto cuando uno huye de algo o de alguien como alma que lleva el diablo. Hasta aqu¨ª nada que objetar, el problema resulta ser la obviedad de la historia, mil veces contada y algunos recursos manidos (flash-backs, flash-forwards y m¨²sica forzadamente experimental, que recuerda en intenciones al magn¨ªfico trabajo de Jonny Greenwood en There will be blood).
As¨ª, la tocata y fuga de Gallo carece de la intensidad necesaria por mucho que el actor del m¨¦todo devor¨¦ -en nombre de la verosimilitud- insectos, pescado crudo y corteza de ¨¢rboles, y finalmente acaba pareciendo un viaje rutinario a ninguna parte del que -obviamente- no saldr¨¢ bien parado. Lo mejor de la pel¨ªcula resultan ser los ditir¨¢mbicos encuentros del protagonista con personajes de todo tipo y pelaje en el tramo final, una parte que parece mirar de reojo al cine de David Lynch. Si el director no se hubiera empe?ado en seguir el curso del r¨ªo quiz¨¢s estar¨ªamos hablando de una pel¨ªcula totalmente distinta. Por cierto, que Gallo no abre la boca en toda la pel¨ªcula excepto para gritar. Ser¨¢ que no le apetec¨ªa.
La ¨²ltima etapa de hoy la protagoniza un espa?ol, Lluis Galter, que desembarca en el Lido con Caracremada. Al catal¨¢n le sigue de una marea verde de fans (todos ellos con camiseta conmemorativa) y ¨¦ste les corresponde con una propuesta de hormig¨®n armado. Su opera prima se sit¨²a en 1951, momento en que la CNT dej¨® de combatir oficialmente al bando nacional, algo que unos pocos no aceptaron. Estos guerrilleros sin patr¨®n siguieron en la brecha y es justamente ah¨ª donde mete la c¨¢mara Galter, utilizando el sonido como microscopio para explorar una realidad devastadora. El director se desmarca as¨ª del reba?o, con una opera primera casi silente (entendiendo esto como la ausencia de di¨¢logos), absolutamente radical en su formato y despojada de cualquier matiz que pueda distraer al espectador.
No hay en Galter -o al menos no lo parece- ninguna intenci¨®n de empatizar con el espectador, m¨¢s bien parece como si quisiera agarrarlo por el cuello y meterle en un pantano de aguas turbias, oblig¨¢ndole a mirar como se desintegran sus personajes. Al director no le falta ni coraje ni talento para contar un episodio tan ¨ªntimo de la historia de Espa?a prescindiendo del folklore habitual del cine patrio, atrevi¨¦ndose con todo. Habr¨¢ que ver c¨®mo sigue la carrera del catal¨¢n, pero de momento el asunto promete.
Babelia
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