Marcelo Birmajer: "La impotencia puede ser un arma contra la seducci¨®n"
El escritor argentino funde en La despedida quijotismo, cultura jud¨ªa, juegos de ordenador y problemas sexuales
![El escritor argentino Marcelo Birmajer presenta en Madrid su nueva novela: <i>La despedida</i>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/DD4UGFR5FIRRTJNPLEXOOQO55M.jpg?auth=937fb7f1214655bc1ca8485ad2962745d7ac0c37a96845113ec873fad8fce97c&width=414)
Hay veces que la impotencia es una ventaja. No poder es poder. Dreidel, el protagonista de La despedida (La otra orilla) y Marcelo Birmajer, su autor, lo saben. Ese jud¨ªo atormentado y perdido por esos mundos de Dios avisa a cada mujer que se cruza a su paso. "Soy impotente. A veces puedo y a veces no". Nunca sabe cu¨¢ndo y por eso lo repite como un soniquete, como un run run. Por si acaso luego viene Pepe con las rebajas. "Para ¨¦l, la impotencia es una defensa frente al poder de seducci¨®n de las mujeres. Ese arma no les vale". Para colmo, Dreidel se niega a tomar Viagra...
Dicen que la literatura de Birmajer, ese argentino que habla alto, mira de frente y recita a Bioy Casares, es un cruce original de Woody Allen y Somerset Maugham. Pero tambi¨¦n hay otros elementos que hacen sus referencias mucho m¨¢s arriesgadas. Cuando uno atina a mezclar la Play Station - "en mi vida he jugado, pero mis hijos s¨ª", comenta con esa coraza de impotente virtual-, el comic, Philip Roth, Bashevis Singer, El Quijote, La celestina y toques de Seinfeld, est¨¢ ante algo, cuando menos, curioso.
La despedida lo es. Con su lenguaje medido y su parodia hiriente: "Todo es una tragedia, pero nos salva el humor", comenta Birmajer. "En lo del estilo, hago como Bioy. Precisi¨®n. Nunca nadie podr¨¢ acusarme de escribir alguna frase que no se entienda". As¨ª lo ha estilado en otras novelas y muchos relatos, como Tres mosqueteros, Derrotado por muerto, No tan distinto o, su serie de Historias de hombres casados.
Su cuento es un cuento contempor¨¢neo anclado en dolores eternos y no tanto, como los de Argentina y el pueblo jud¨ªo. Un c¨®ctel que electrifica la creaci¨®n, unas ra¨ªces a las que Birmajer no puede renunciar: "Los jud¨ªos llevan en las espaldas el holocausto, el exilio permanente, el hecho de ser minor¨ªa en todo el mundo. Los argentinos una historia de crisis econ¨®mica y violencia militar o de guerrilla. Yo soy ambos".
Ambas incertidumbres, ambos terrores, ambos sue?os. Una conciencia de problema irresoluble. "Son conflictos que la literatura no puede resolver. Por eso hay que abordarlos con humor, re¨ªrse un poco de ellos. No hay libros de autoayuda para afrontarlos, por eso habr¨¢ que hacerlos de 'antiayuda', que son en los que yo creo".
Pero su humor tiene m¨¢s que ver con el sur que con el norte. "El nuestro est¨¢ lleno de precariedades que arriba no entienden". S¨ª comprenden, como ¨¦l, cierto sentimiento de impudicia. En ese se identifica mucho con Roth: "?l me ha ense?ado a escribir de sexo, sobre todo en libros como El animal moribundo o El teatro de Sabath y no tanto El lamento de Portnoy, aunque tuviera tanto ¨¦xito".
De Bioy ha tomado prestadas otras cosas: "La sencillez, el placer por lo comprensible y lo entretenido, esquiar por la prosa y buscar ah¨ª la propia voz. Como Cervantes, ese eterno moderno. "Ya en su ¨¦poca cre¨® una historia de swingers con El curioso impertinente. Dreidel es quijotesco. Se le ha metido en la cabeza que puede salvar al mundo inventando un video juego. Tiene fe en eso, como don Quijote lo ten¨ªa en los libros de caballer¨ªas".
Un frikie rom¨¢ntico e inofensivo. Un pelafust¨¢n. "Lo bueno de los frikies es que mientras juegan al ordenador no matan a nadie. Nunca me asust¨¦ de los inventos. No creo que produzcan cosas terribles, como no lo hizo la literatura, ni la televisi¨®n. Hay mucha bazofia, est¨¢ claro, como en todo. Pero si uno elige bien el 20% que se puede ver, encuentra cosas antol¨®gicas".
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