El segundo descubrimiento de Am¨¦rica
Tercera entrega del Debate cultural latinoamericano con Juan Villoro, Laura Restrepo, Pablo Casacuberta, Guillermo Arriaga y Lucrecia Martel. Hoy sobre la manera uniforme como el resto del mundo tiende a ver al continente
Am¨¦rica Latina lucha contra los t¨®picos y Las trampas de la identidad han sido las dos primeras entregas de este Debate cultural latinoamericano que busca trazar un panorama de la realidad cultural del continente. Por eso hoy el tema se centra en la verdad de esos 19 pa¨ªses hispanohablantes que son a su vez 19 realidades y dentro de cada uno de esos pa¨ªses diferentes situaciones. Sin embargo el mundo tiende a ver al continente de manera homog¨¦nea como un todo. Ignoran su pluralidad y diversidad social y creativa.
En este debate, dentro de la cobertura especial de la 24? Feria Internacional del Libro de Guadalajara participan cinco de los creadores latinoamericanos m¨¢s internacionales y con m¨¢s proyecci¨®n. Su mirada autocr¨ªtica y visi¨®n internacional queda patente en la entrega de hoy.
19 pa¨ªses, 19 realidades
Winston Manrique Sabogal. ?Qu¨¦ opinan sobre esa mirada uniforme que tiene el mundo sobre Am¨¦rica Latina, una pieza clave sobre los t¨®picos que envuelven al continente, no?
GUILLERMO ARRIAGA. Personalmente, yo me he opuesto a que en Estados Unidos digan que yo soy un escritor latino.
JUAN VILLORO. Pero imagino que es latino referido a hispano...
G. ARRIAGA. Es que es como si fu¨¦ramos todos lo mismo. Cuando los espa?oles llegaron a Am¨¦rica destruyeron todas las culturas dici¨¦ndoles indios a todos, a los aztecas, a los mayas, a los toltecas, a todos.
PABLO CASACUBERTA. La palabra latinoamericano la inventaron los franceses para invadir M¨¦xico. Cuando alg¨²n genio del marketing franc¨¦s se pregunt¨®, ?qu¨¦ hacemos para invadir M¨¦xico y que suene m¨¢s o menos razonable?, dijeron, "?Ah, somos latinos!". Antes nadie pensaba en la latinidad de Latinoam¨¦rica, me parece que esas categor¨ªas tienen algo insultante, el hecho de ser escuchado como latinoamericano tiene algo insultante.
LAURA RESTREPO. Otra cosa interesante es el ojo de lo latino y lo latinoamericano seg¨²n los ojos de los estadounidenses, porque lo latino es como una realidad latinoamericana comprendida desde Estados Unidos.
J. VILLORO. Por eso me pregunto ?por qu¨¦ se puede entender as¨ª, no? autor puertorrique?o que escribe en ingl¨¦s en Estados Unidos es un autor latino.
P. CASACUBERTA. Esto en Estados Unidos es a¨²n m¨¢s insultante porque el ¨¦nfasis no est¨¢ en la cultura de origen, sino en la etnia, es una separaci¨®n ¨¦tnica.
LUCRECIA MARTEL. Yo coincido en que la identidad no se busca. Pero la identidad se reconoce o, mejor dicho, el talento se abre paso en la clase media; no se abre paso cuando est¨¢s en condiciones de pobreza, nuestro continente tiene m¨¢s del 60% de su gente en esa situaci¨®n. Una vez, navegando por el delta del Paran¨¢, que queda a 30 kil¨®metros de Buenos Aires, entrevist¨¦ a una ni?a de 16 a?os que viv¨ªa en una familia de 16 hermanos en la m¨¢s absoluta pobreza. Ella me dijo que escrib¨ªa cuentos. Yo le dije, "?qu¨¦ bien! ?y qu¨¦ est¨¢s escribiendo?". Me dijo: "No, ahora estoy rescribiendo algunas cosas que he le¨ªdo".
P. CASACUBERTA. Una carencia de esa concepci¨®n escueta de lo que es la cultura, de que la cultura no incluye los conceptos generales de una sociedad, lo que termina haciendo que pase, es que solo consigas manifestaciones muy particulares como cultura v¨¢lida y el resto lo consideres simplemente ese ruido de fondo cuando no lo es.
J. VILLORO. Hemos hablado de la noci¨®n de pertenencia y de que inevitablemente aunque el escritor latinoamericano no se conciba a s¨ª mismo a partir de un "autoexotismo", es de un lugar y convoca ciertas coordenadas espec¨ªficas. A pesar de que exista esta sensaci¨®n de pertenencia, yo creo que esto no necesariamente implica que nosotros entendamos el lugar al que pertenecemos. Pienso en lo que acaba de decir Lucrecia. El hecho de escribir del lugar de donde tu eres, no implica que lo comprendas del todo y muchas veces escribes precisamente por eso, porque hay un desaf¨ªo de comprensi¨®n que solo a trav¨¦s del trabajo con la historia se va esclareciendo hasta cierto punto.
En ese sentido, cuando alguien te pregunta, tu que eres mexicano me podr¨ªas decir ?qu¨¦ pasa en tu pa¨ªs?. Los mexicanos solemos estar tan perdidos como otra persona respecto a nuestra realidad, que a nosotros mismos nos parece muchas veces incomprensible. M¨¦xico tiene 20 millones de mexicanos en Estados Unidos, 62 grupos ind¨ªgenas, 40 millones de pobres -14 millones de ellos en pobreza extrema-. Evidentemente hay muchos M¨¦xicos y la mayor¨ªa de ellos no se expresa. Ahora bien, a m¨ª me parece complejo asumir que desde el mirador donde yo estoy puedo hablar de todos los dem¨¢s grupos. Durante mucho tiempo se ha intentado este ejercicio de darle voz a quienes no la tienen. Muchas veces ha sido un intento patrimonial o patriarcal de dotar de un discurso a quienes no lo tienen, pero si lo adquirieran ese no ser¨ªa su discurso, eso a mi me parece bastante peligroso. Cuando escribo, lo hago reconociendo esas limitaciones, pues hay muchas cosas que no conozco y que me resultan extra?as. Siendo mexicano, muchas veces me siento extraterrestre en cosas que deber¨ªa conocer y no comprendo.
L. MARTEL. Yo tengo asumido dentro de la narrativa cinematogr¨¢fica esa posici¨®n. Hablo de la clase social a la que pertenezco porque siento que es un universo que se separa tanto en la concepci¨®n del espacio y el tiempo, de las otras gentes que tengo en t¨¦rminos de espacio a 20 metros de mi casa. Es muy distinto cuando tienes 23 a?os y probablemente a esa edad te den un tiro en la calle, a cuando tienes un horizonte en el que a los 65 a?os puedes hacer una pel¨ªcula; son dos vidas paralelas completamente diferentes. Pero me parece que ya no es suficiente o por lo menos eso siento yo.
P. CASACUBERTA. Hay algo en lo que vos dec¨ªs que me llama la atenci¨®n, porque a mi lo que m¨¢s me sorprendi¨® de La Cienaga es la forma en que esa alienaci¨®n de las clases se hace muy patente, est¨¢ muy narrada, muy bien planteada, te hace pensar m¨¢s en ese problemas de las clases que ninguna otra pel¨ªcula argentina que haya visto.
L. MARTEL. Pero no es suficiente. En esa pel¨ªcula genero un mont¨®n de trabajo sobre racismo que no exist¨ªa como tema. Pero una vez que decimos ?qu¨¦ bien la pel¨ªcula! estamos en el terreno de los que no pertenecemos al problema. Es muy raro el fen¨®meno, digo esto porque aunque me siento conforme con mi trabajo, siento que no es suficiente. Siento que hay un trabajo de los intelectuales en Latinoam¨¦rica que no estamos cumpliendo.
L. RESTREPO. Estoy completamente de acuerdo contigo. El continente no es uno, son todas sus clases sociales, inclusive m¨¢s que todos sus pa¨ªses donde veo yo las fronteras mucho m¨¢s m¨®viles. Adem¨¢s, es todos sus tiempos. He estado en Nari?o, al sur de Colombia, para realizar una serie de reportajes sobre grupos ind¨ªgenas que est¨¢n reivindicando el derecho a la tierra utilizando el acta de propiedad que les dio la corona espa?ola. Lo est¨¢n haciendo para evitar el desplazamiento forzado al que est¨¢n sometidos. Entonces, f¨ªjense en la yuxtaposici¨®n de tiempos, son comunidades ind¨ªgenas que han sido desplazadas por los que cultivan amapola para el narcotr¨¢fico y quieren recuperar sus tierras echando mano de la concesi¨®n que les hizo la corona espa?ola en el siglo XVII. Entonces somos tambi¨¦n nuestros tiempos. Ahora, sobre desde qu¨¦ punto de vista hablamos, yo creo que ah¨ª lo ¨²nico que vale es la libertad.
As¨ª como se puede escribir de un cruzado, de una monja o de una prostituta y te ponen detr¨¢s de todos ellos, tambi¨¦n vale escribir de la clase social que se te d¨¦ la gana. La voz que te salga siempre va a ser la tuya, pero eso no nos impide movernos. Hay casos interesantes. En Colombia, por ejemplo, est¨¢ Alfredo Molano quien se ha dedicado a recorrer todas las "Colombias" secretas que, adem¨¢s son la mayor¨ªa, la de los "raspachines de hoja de coca" o la de los "paras", y de una forma muy particular escribe en primera persona cada uno de sus relatos. Nadie en Colombia habla como Molano, es un lenguaje absolutamente po¨¦tico y propio de ¨¦l. Sin embargo, la cultura tiene tambi¨¦n que repercutir para el otro lado. Hoy en d¨ªa t¨² hablas con los "raspachines" y ellos te hablan encantados porque ellos creen que hablan como Molano. El lenguaje de Molano ha sido tambi¨¦n apropiado, a pesar de que es un intelectual de clase media, pues esos sectores no ten¨ªan nombre, no eran nadie, est¨¢n en la clandestinidad y no ten¨ªan un lenguaje propio y hoy en d¨ªa lo reivindican. Entonces pienso que ah¨ª tambi¨¦n hay como esa libertad que no solamente es lo que tu tomas sino que lo dejas ah¨ª para quien quiera escarbar, es una experiencia.
Ma?ana. ?Compromiso social o compromiso con la obra?
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