Y la m¨¢quina empu?¨® el pincel
Reino Unido redescubre la obra de D.P. Henry, medievalista y pionero del arte por ordenador
Public¨® un estudio sobre "las dimensiones hist¨®rico-l¨®gicas" de la obra de San Anselmo de Canterbury De grammatico (siglo XI) y tambi¨¦n fue un pionero en el arte con computadoras y el dise?o gr¨¢fico. Es el brit¨¢nico Desmond Paul Henry (1921-2004), remoto profesor universitario experto en filosof¨ªa medieval, que invent¨® en su casa hace ahora 50 a?os su primera m¨¢quina de dibujar. Para ello modific¨® una m¨¢quina militar de la Segunda Guerra Mundial (contienda en la que adem¨¢s particip¨®); un artilugio que iba montado en los bombarderos modelo Lancaster y serv¨ªa para fijar sobre mapas los blancos. La m¨¢quina modificada de D. P. Henry comenz¨® a realizar cientos de dibujos extra?amente hipn¨®ticos sin los que hoy no ser¨ªa posible entender el arte generado por ordenador. Ahora el Museo de Ciencia e Industria de Manchester (MOSI, en sus siglas inglesas) le dedica una retrospectiva que, dada la juventud y el -hasta ahora- escaso predicamento de esta disciplina, sirve tambi¨¦n como ejercicio de arqueolog¨ªa del presente.
Henry utilizaba una computadora anal¨®gica (una especie de ampliadora fotogr¨¢fica con brazos, tres rotuladores, tuercas y rodamientos) en la que no pod¨ªa introducir datos (no pod¨ªa programarla) pero s¨ª configurarla para que dibujara sobre la base de una determinada rutina. Un dibujo pod¨ªa tardar unas tres horas en culminarse. "Vio claramente el potencial para crear un arte elegante, generado por una m¨¢quina", se?ala Douglas Dodds, comisario del departamento de la Palabra y la Imagen en el Victoria and Albert Museum de Londres . "Se anticip¨® a los artistas digitales que le sucedieron y que utilizan sofisticados algoritmos para crear obras en constante evoluci¨®n que aparecen en papel o en pantalla", prosigue Dodds.
Alejado de los c¨ªrculos art¨ªsticos londinenses, Henry era un personaje al margen con un enorme mundo interior que parec¨ªa necesitar pocas cosas para ser feliz. Compr¨® por 50 libras esterlinas (unos 58 euros al cambio) la m¨¢quina militar y la tuvo en casa nueve a?os. "La montaba, la desmontaba... hasta que un d¨ªa decidi¨® realizar unas modificaciones para que dibujara", relata al tel¨¦fono su hija y comisaria de la exposici¨®n del MOSI, Elaine O'Hanrahan. De ella es el m¨¦rito de que el trabajo de D.P. Henry no haya quedado relegado al olvido.
Hubo unos a?os (en la d¨¦cada de los sesenta) en que este creador s¨ª present¨® su obra en p¨²blico y obtuvo cierta receptividad por parte de una sociedad que comenzaba a abrirse a lo nuevo. Expuso en galer¨ªas y bibliotecas de Manchester y en 1968 algunas de sus obras (y una de sus m¨¢quinas) fueron mostradas en la Cybernetic Serendipity, una exposici¨®n de arte y tecnolog¨ªa hoy considerada como punto seminal del computer art. Un curioso recorte de prensa de la ¨¦poca relata que Henry lleg¨® 90 minutos tarde a su primera exposici¨®n individual en la galer¨ªa Reid de Londres porque no encontr¨® un lugar en el que afeitarse. Pasada esta etapa de ef¨ªmera popularidad, el medievalista volvi¨® a sus clases de filosof¨ªa y el artista exc¨¦ntrico regres¨® a su s¨®tano.
"Ajustaba la m¨¢quina, pon¨ªa m¨²sica cl¨¢sica y dejaba que el artilugio funcionara horas y horas. Yo entraba a hurtadillas en el estudio y me pon¨ªa bailar. Solo ten¨ªamos vetada la entrada cuando descabezaba una de sus siestas. Se dorm¨ªa y dejaba a la m¨¢quina dibujando", comenta con nostalgia O'Hanrahan. En un art¨ªculo de la ¨¦poca, Henry declaraba: "Pintar con una computadora me da mucho tiempo para filosofar".
Los errores
Su hija y heredera apunta que lo que m¨¢s interesaba a su padre eran los errores de la m¨¢quina. Los recib¨ªa con alborozo: el error era quiz¨¢ el nexo secreto entre la especializaci¨®n filos¨®fica de D.P. Henry (la l¨®gica escol¨¢stica) y esta forma de expresi¨®n art¨ªstica. "No le gustaba tener el control total de la m¨¢quina, y tampoco pod¨ªa tenerlo. Prefer¨ªa que la m¨¢quina decidiera c¨®mo concluir la obra", a?ade. Pero este creador no se qued¨® en sus m¨¢quinas. "En un punto las abandon¨® y empez¨® a interesarse por otros materiales para generar im¨¢genes: productos qu¨ªmicos, restos de hojas de t¨¦, holl¨ªn e incluso crema para beb¨¦s", indica su hija.
El arte por ordenador es hoy en d¨ªa algo cotidiano y el inter¨¦s por sus pioneros va en aumento. "En un principio la mayor parte del computer art no fue bien recibido por muchos de los cr¨ªticos, comisarios e historiadores de los sesenta y los setenta, pero una nueva generaci¨®n est¨¢ ahora redescubri¨¦ndolo y empezando a apreciar su relevancia en el arte digital y el dise?o contempor¨¢neos", se?ala desde el Victoria and Albert Museum Douglas Dodds. Esta instituci¨®n, por cierto, atesora entre sus fondos de arte por ordenador obras de los espa?oles Manuel Barbadillo y Jaume Estapa . Junto a nombres como los de Ben Laposky, Herbert Franke y John Whitney, D. P. Henry abri¨® camino donde no lo hab¨ªa y, como recuerda Dodds, utiliz¨® una m¨¢quina pensada con un fin militar para crear algo bello.
Visita aqu¨ª la p¨¢gina oficial del pionero del Computer Art, Desmond Paul Henry
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