Paul, Ringo y George, in¨¦ditos y "quemados por el sol" de Tenerife
El historiador Nicol¨¢s Gonz¨¢lez Lemus documenta las vacaciones de tres de los Beatles en la isla canaria cuando a¨²n no se hab¨ªan convertido en un fen¨®meno de masas
Los Beatles estuvieron 12 d¨ªas recorriendo Tenerife cuando los m¨²sicos brit¨¢nicos a¨²n eran unos chiquillos encandilados por la fama (que a¨²n no ten¨ªan) y por los buenos autom¨®viles (que empezaban a codiciar).
Era 1963. En la isla no llamaron la atenci¨®n; no les dejaron actuar en la sala m¨¢s conocida de la isla, porque all¨ª no sab¨ªan qui¨¦nes eran, y adem¨¢s porque iban con el pelo demasiado largo; se quemaron "como brit¨¢nicos" en la piscina del Puerto de la Cruz, y recorrieron la isla a bordo de un autom¨®vil deportivo ajeno que pilotaba George Harrison.
La historia completa de esa gira, de la que estuvo ausente John Lennon, que prefiri¨® irse a Gibraltar, ha sido contada ahora por un historiador tinerfe?o, Nicol¨¢s Gonz¨¢lez Lemus, que tambi¨¦n ha escrito libros sobre otros visitantes ilustres de la isla canaria, entre ellos Agatha Christie y otros notables viajeros anglosajones. Este libro se titula Los Beatles en Tenerife y ha sido publicado por Nivaria Ediciones.
Ringo Starr, Paul McCartney y George Harrison ven¨ªan de Londres, con escalas en Barcelona y en Lisboa; llegaron al aeropuerto de Los Rodeos de noche, el 28 de abril de 1963, en un vuelo que lleg¨® demasiado tarde. Finalmente, despu¨¦s de la medianoche llegaron al chal¨¦ de La Monta?eta, en Los Realejos, cerca del Puerto de la Cruz, en el norte de la isla, donde viv¨ªan la incertidumbre (?vinieron, no vinieron?) los anfitriones.
El chalet estaba a¨²n en construcci¨®n, as¨ª que esos d¨ªas de los Beatles, a quienes acompa?¨® el anonimato porque en la isla no hubo noticia alguna de su llegada, transcurrieron entre velas; com¨ªan y cenaban en los restaurantes del Puerto de la Cruz, y recorr¨ªan la isla en un autom¨®vil rojo Austin Healy Spritey que Harrison descubri¨® con mucho regocijo en el chal¨¦ en el que vivieron.
Gonz¨¢lez Lemus dice que esos d¨ªas de los Beatles en Tenerife "no fueron mon¨®tonos". Vivieron fiestas populares, fueron al sur de la isla, se ba?aron en la piscina de San Telmo del Puerto de la Cruz, y padecieron el susto de Paul, que se adentr¨® en las olas de Marti¨¢nez, la playa del Puerto, sin tener en cuenta ni las corrientes ni la potencia del mar por esa zona. As¨ª cont¨® Paul ese incidente que marcar¨ªa luego su relaci¨®n con el mar, al menos mientras estuvo en la isla: "Me atrap¨® una corriente. Estaba en el mar y pens¨¦ ?ahora volver¨¦ a la playa nadando`, pero enseguida me di cuenta de que no me acercaba a la playa. Lo cierto es que cada vez estaba m¨¢s lejos". A partir de entonces ¨¦l y sus amigos s¨®lo se ba?aron en la piscina de San Telmo.
Estuvieron tambi¨¦n en Las Ca?adas del Teide, visitaron el Observatorio de Iza?a... Harrison ha contado c¨®mo vivi¨® esos d¨ªas a bordo del Austin: "Conduje mucho. Los deportivos me volv¨ªan loco, y Klaus [su anfitri¨®n] tuvo la amabilidad de dejarme conducir el Austin Healy Spritey. Tengo unas cuantas fotos de Paul y yo en ¨¦l. Subimos al volc¨¢n en el Austin. All¨ª arriba era como la superficie de la Luna, hab¨ªa telescopios y un gran observatorio".
En el Puerto de la Cruz, que era el principal emporio tur¨ªstico de la isla entonces, Ringo y sus compa?eros hicieron lo que los turistas hac¨ªan entonces y siguen haciendo: se fotografiaron, compraron baratijas y sombreros, posaron en ba?ador para sus amigos, y vivieron una tranquilidad que en otro tiempo, muy poco m¨¢s tarde, hubiera sido imposible, pues los Beatles estaban a punto de convertirse en el conjunto m¨¢s c¨¦lebre del siglo XX.
Pero en Tenerife, para el p¨²blico y para la prensa, pasaron como unos perfectos desconocidos que ten¨ªan el pelo algo largo para las costumbres de la ¨¦poca. A pesar de que, en efecto, el pelo de los Beatles no era el que luego ser¨ªa, los tres componentes de la banda fueron rechazados por el propietario del Lido de San Telmo, la principal sala de fiestas m¨¢s importante del Puerto de la Cruz, cuando se ofrecieron a actuar gratuitamente en el local. As¨ª lo cuenta Nicol¨¢s Gonz¨¢lez Lemus: "Gilbert [el propietario del local] los mir¨® fijamente y [...] les insinu¨® que el local no era apropiado para tocar melenudos como ellos. Era una clientela de matrimonios y caballeros distinguidos. ??Pero que somos miembros del grupo musical los Beatles!`, insisti¨® Paul. '?He dicho que no! ?Aqu¨ª no act¨²an j¨®venes como ustedes!"
De esa manera, los Beatles se quedaron in¨¦ditos, musicalmente hablando, en Tenerife. A?os despu¨¦s George recordar¨ªa as¨ª aquellos d¨ªas: "Me acuerdo de las playas negras. Estuvimos demasiado rato al sol y acabamos quemad¨ªsimos, algo t¨ªpicamente brit¨¢nico. El primer o el segundo d¨ªa Ringo y yo pillamos una buena insolaci¨®n y recuerdo que pas¨¦ la noche temblando". Y a Paul, dice Gonz¨¢lez Lemus, le qued¨® el resquemor de que no los conociera ni Dios: "Fuimos all¨ª y nos quedamos una temporada, pero en las Canarias nadie nos conoc¨ªa y eso empez¨® a mosquearnos un poco: ?Nos conocen?... 'The Beatles, ya saben'. Y ellos dec¨ªan que no, que no nos conoc¨ªan".
Nicol¨¢s Gonz¨¢lez Lemus disculpa en parte a los paisanos en su libro. "No era extra?o que en Tenerife no significaran nada; todav¨ªa por esas fechas no hab¨ªan adquirido popularidad en Inglaterra, aunque ya hab¨ªan compuesto algunas canciones de ¨¦xito y difundidas en el disco Please, please me..." El 9 de mayo de 1963 aquellos Beatles que enseguida iban a ser m¨¢s universales que la Corona brit¨¢nica dejaron la isla, quemados por el sol, y con cierto regusto amargo porque en la isla eran mucho menos conocidos que Bertrand Russell, Andr¨¦ Breton o Agatha Christie cuando anduvieron por la misma geograf¨ªa.
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