Toros del ayer

Si Arrojado, el toro indultado de N¨²?ez del Cuvillo, es el referente de la fiesta de hoy, los toros de Miura son los del ayer. Si aquel es el compa?ero ideal para el torero artista, estos son los enemigos declarados de los diestros heroicos; si uno produce admiraci¨®n por su calidad y entrega, ¨¦stos son los del ?ay! y el ?huy! por su peligro declarado. Si el p¨²blico actual prefiere faenas art¨ªsticas a una haza?a, ?qu¨¦ pintan los toros de Miura en la fiesta del siglo XXI?

Los que ayer cerraron la feria de Sevilla no pintan nada. No son toros para el espect¨¢culo, imposibles para el triunfo, para jugarte la vida sin nada a cambio. Toros que cumplieron en varas, aunque algunos se repucharon, que blandearon y llegaron al tercio final con violencia extrema, mansos, descastad¨ªsimos, sin recorrido alguno, y dispuestos siempre a coger todo lo que se moviera delante de ellos. Que le pregunten, si no, a Rafaelillo, que tendr¨¢ que enviar hoy el traje al sastre, hecho a?icos por la manga izquierda y la taleguilla como muestras del cari?o que le prodigaron los de su lote; o al mexicano T¨¦llez, que se presentaba en Sevilla, y mantuvo la dignidad hasta el sexto, otra prenda, dijo que a ¨¦l no lo estoqueaba nadie, cogi¨® las de Villadiego y se dio hasta tres vueltas al ruedo, con la cuadrilla en clara persecuci¨®n hasta que sonaron los tres avisos y el animalito volvi¨® a los corrales. Un trago amargo para el d¨ªa de la presentaci¨®n.

El m¨¢s magullado fue Rafaelillo, al que habr¨ªa que apodar Don Rafael, por su valor, compromiso y deseos de triunfo. Recibi¨® a su primero con una larga en el tercio y unas ver¨®nicas muy airosas, con una sorprendente disposici¨®n. Brind¨® a la concurrencia y se dobl¨® por bajo con t¨¦cnica y torer¨ªa. El ¨²nico problema es que el toro, como casi todos, no ten¨ªa un pase, y le pon¨ªa un pit¨®n en la frente, otro se lo mandaba al corbat¨ªn, mientras el torero se echaba mano al cuello porque le apretaba el primer bot¨®n de la camisa. ?Qu¨¦ sangre fr¨ªa! Derrote va, derrote viene, Y Rafaelillo que no vuelve la cara, hecho un jabato, en una pelea cabal, heroica y tambi¨¦n bald¨ªa, a sabiendas que el triunfo no se har¨ªa realidad. En su porf¨ªa lleg¨® a robarle tres o cuatro derechazos hasta que el toro le rob¨® a ¨¦l la muleta. Tras doblarse de nuevo, se desplanta ante su oponente, y el torero se dirige hacia las tablas para coger la espada de verdad. Pero aprovech¨® el instante para lavarse las manos y la cara, beber agua y recibir un consejo del apoderado. Y no se duch¨® de milagro porque la procesi¨®n ir¨ªa por dentro. Pincha y el toro lo engancha por la manga y lo zarandea peligrosamente. ?Qu¨¦ trago!

El quinto lo arroll¨® en el segundo capotazo y le dio un topetazo de ¨®rdago. El subalterno Abrahan Neiro se luci¨® con las banderillas y fue obligado a saludar. El matador sorte¨® como pudo las tarascadas de un toro con una guasa insoportable. Sali¨® por sus pies Don Rafael y no es poco.

Jos¨¦ Luis Moreno, afanoso y voluntarioso, se justific¨® ante la enorme dificultad del lote. Quiz¨¢, debi¨® emplearse m¨¢s en el cuarto, el menos miura, al que no mand¨® suficiente. El debutante T¨¦llez sali¨® airoso de su primero, ante el que no volvi¨® la cara; y pas¨® las de Ca¨ªn con el manso sexto, que se fue a los corrales tras los tres avisos. Pone banderillas el torero con m¨¢s voluntad que gracia.

Por la ma?ana, se celebr¨® un festejo de rejoneo con la plaza casi llena. Se lidiaron toros despuntados de Ferm¨ªn Boh¨®rquez, de escasas fuerzas y manejables. Antonio Domecq, que se despidi¨® de la profesi¨®n, dio la vuelta al ruedo. Rui Fernandes, oreja. Andy Cartagena, oreja. Joao Moura, hijo, ovaci¨®n. Leonardo Hern¨¢ndez: oreja; y Francisco Palha, oreja.

Mansos y peligrosos toros de Miura cierran la Feria de Sevilla