Amy Winehouse, fiel al esp¨ªritu autodestructivo
"Vive r¨¢pido, muere joven y deja un bonito cad¨¢ver". Amy Winehouse ha terminado por cumplir al pie de la letra con la famosa frase, atribuida popularmente a James Dean, aunque fue el actor John Derek el primero en decirla en 1949 en la pel¨ªcula de Nicholas Ray y Humphrey Bogart Llamad a cualquier puerta. Y adem¨¢s lo ha hecho a la edad maldita de los 27 a?os, que le concede el extra?o honor de pertenecer a lo que algunos han dado en llamar el Club de los 27, el grupo de j¨®venes estrellas musicales que murieron a esa edad como Brian Jones, Jimi Hendrix, Jonis Joplin, Jim Morrison o Kurt Cobain.
Parec¨ªa como si su final estuviese escrito de antemano. En la ¨²nica biograf¨ªa publicada en Espa?a sobre la cantante, Amy Winehouse. La chica mala del pop rock, escrita por Jo¨¢n Sarda y editada en 2008, se hace incluso referencia en sus primeras p¨¢ginas a este ilustre club de desaparecidos, a modo de justificaci¨®n por la temprana semblanza biogr¨¢fica. "Nadie intent¨®, por ejemplo, escribir una biograf¨ªa de Janis Joplin cuando triunf¨® con Cheap Thrills, y la cantante nacida en Texas establecida en California contaba con 25 a?os", escribe Sarda. Tambi¨¦n se recuerda en el libro la existencia de una web de apuestas donde muchos dudaban si la cantante brit¨¢nica iba a superar los fat¨ªdicos 27 a?os. Alguno a lo mejor se ha hecho multimillonario con tan truculenta apuesta y, mientras tanto, a decir verdad, todo el mundo esperaba que sucediese lo que ya ha sucedido. Hasta su padre, Mitch Winehouse, el taxista parlanch¨ªn que siempre ha hablado a todo micr¨®fono que se mueva, se atrevi¨® a anticipar su funeral para regocijo de la prensa amarilla.
Este es el aliento que ha rodeado la vida de una cantante que hab¨ªa dejado de ser noticia por su m¨²sica soul (neo-soul que empezaron a llamar los fan¨¢ticos de las etiquetas comerciales) en detrimento de sus idas y venidas a los centros de desintoxicaci¨®n y la suspensi¨®n de cada vez m¨¢s conciertos por su lamentable estado de salud. La "mu?eca rota del soul", como la calificaron algunos medios anglosajones en cuanto saltaron a las noticias sus esc¨¢ndalos, coincide con Joplin o Morrison no solo en su edad sino tambi¨¦n en tener un final precedido por la autodestrucci¨®n, su compa?era de viaje desde que se dio a conocer en 2004 con su disco Frank. Con su espectacular mo?o y sus numerosos tatuajes por el cuerpo, Winehouse es la ¨²ltima representante del live fast, die young, fielmente caracterizada mejor que nadie por Sid Vicious, integrante de Sex Pistols. Es decir, existencia fren¨¦tica y excesiva, impulsada por el consumo de droga, en el mundo del pop-rock que acaba de forma tr¨¢gica y muy temprana. El binomio drogas-m¨²sica ha alumbrado grandes obras art¨ªsticas, siendo motor creativo de muchos grupos y compositores desde la irrupci¨®n paralela del jazz y de la marihuana hasta el rock psicod¨¦lico y el LSD, pero tambi¨¦n ha sido el detonante definitivo para el adi¨®s de muchos, como los del Club de los 27.
Bill Wyman, exbajista de los Rolling Stones, dec¨ªa de Brian Jones que era el "inventor e inspirador de los Stones". Fundador y guitarrista, Jones hab¨ªa significado como nadie la actitud de la contracultura del rock a mediados de los sesenta con su pertenencia a los Stones y una inmersi¨®n sin l¨ªmites en las drogas. Apareci¨® muerto en la piscina de su casa en julio de 1969. A Jones le sigui¨® Jimi Hendrix, el mejor guitarrista de la historia del rock, que muri¨® en septiembre de 1970 en Londres por una mezcla de somn¨ªferos y alcohol. Joplin apareci¨® sin vida en octubre de ese a?o en el hotel Landmark de Los Angeles tras sufrir una intoxicaci¨®n de hero¨ªna y morfina a causa de una sobredosis. Su cuerpo permaneci¨® desnudo en el suelo de la habitaci¨®n unas 16 horas hasta que lo encontraron. Jim Morrison muri¨® en la ba?era de un hotel de Par¨ªs despu¨¦s de que su compa?era Pamela le suministrara sus ¨²ltimas rayas de hero¨ªna. Kurt Cobain, que tambi¨¦n hab¨ªa sufrido sobredosis de hero¨ªna y vivi¨® atormentado, apareci¨® muerto en abril de 1994 en una habitaci¨®n encima de su garaje tras dispararse con una pistola. Dej¨® escrita una nota con el verso de una canci¨®n de Neil Young: "Es mejor quemarse que apagarse lentamente".
Ese fuego incontrolado ard¨ªa dentro de Winehouse, de la que hemos vivido casi en directo su decadencia mortal. Al igual que con las muertes de cualquiera de ese club de los 27, no tardar¨¢n en llegar las conspiraciones de su fallecimiento. Los monstruos de la prensa amarilla brit¨¢nica se encargar¨¢n de ello porque ten¨ªan en ella un fil¨®n. De hecho, el tabloide News of the World, cerrado recientemente por los esc¨¢ndalos de las escuchas ilegales y que a finales de los sesenta se hizo eco del consumo de drogas de los Stones, se aliment¨® hasta sus ¨²ltimos d¨ªas de su tr¨¢gica ca¨ªda. Cualquier cosa era v¨¢lida. Seg¨²n se cuenta en su biograf¨ªa, Winehouse, que formaba parte de ese circo sobredimensionado y caprichoso formado por Kate Moss, Pete Doherty o Kelly Osbourne, se re¨ªa de todo ello pero no pod¨ªa evitar ser v¨ªctima. Tal vez, por eso, se fij¨® en Billie Holiday como una referencia que transcend¨ªa lo art¨ªstico a lo vital. "Es como dicen. Ning¨²n maldito episodio es como el negocio del espect¨¢culo. Hab¨ªa que sonre¨ªr para no vomitar", dec¨ªa la grand¨ªsima vocalista de jazz que tambi¨¦n fue consumida por las drogas.
Mil veces escuchada en la radio (y lo que queda a partir de ahora), la canci¨®n Rehab, el ¨¦xito con el que salt¨® a la fama mundial, era autobiogr¨¢fica de Winehouse. Era el relato de la visita que la cantante realiz¨® a un centro de desintoxicaci¨®n. El "Ray" que aparece en la primera estrofa no es otro que Ray Charles, a cuyos discos acudi¨® Amy en esa etapa dominada por la depresi¨®n causada por el abandono de su pol¨¦mico marido Blake Fielder-Civil. Ray Charles pas¨® por la autodestrucci¨®n pero logr¨® sobrevivir. Winehouse no ha tenido tanta suerte. O no la quiso.
Como un icono excesivo de nuestros tiempos, auspiciados por la publicidad y el sensacionalismo, Amy Winehouse queda hoy como la ¨²ltima c¨¦lebre aniquiladora del tiempo, en referencia a la obra de El perseguidor de Julio Cort¨¢zar, escrito en homenaje a la fugaz y obsesiva existencia de Charlie Parker, adicto a la hero¨ªna e impulsor del bebop con su saxo que buscaba constantemente la belleza del jazz. "Poder vivir mil veces m¨¢s de lo que estamos viviendo por culpa de los relojes, de esa man¨ªa de los minutos y de pasado ma?ana...", escrib¨ªa Cort¨¢zar. La cantante de Back to Black viv¨ªa mil veces m¨¢s de lo que pod¨ªa vivir tras resucitar supuestamente el soul para unos, ser portada de todos los tabloides, el producto m¨¢s rentable de una gran discogr¨¢fica y dedicarse a reconstruir a base de g¨¹isquis y coca¨ªna un esp¨ªritu roto en pedazos.
Lejos de ser un consuelo, podr¨¢ poner en su tumba lo que pone en la inscripci¨®n griega de la placa de bronce de la l¨¢pida de Jim Morrison en el cementerio parisino de P¨¦re Lachaise: "Fiel a su propio esp¨ªritu".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.