El destino cita a Amy Winehouse
La cantante de 27 a?os fue hallada muerta ayer en su apartamento de Londres - Sus excesos eclipsaron un inmenso talento para renovar la m¨²sica 'soul'
A primeras horas de la tarde, saltaba la noticia: Amy Winehouse hab¨ªa fallecido en un piso de Camdem, en Londres. No era la primera vez que se rumoreaba su defunci¨®n y hubo que esperar a que un portavoz de la Polic¨ªa Metropolitana confirmara que s¨ª, que el Servicio de Ambulancias recibi¨® una llamada a las 15.54 (hora brit¨¢nica) pero que ya no pudo hacer nada por la cantante. Dados los antecedentes, medios y fans especulaban que se trataba de una sobredosis. Conviene esperar al informe del forense, aunque -con toda seguridad- antes nos llegaran las revelaciones de supuestos amigos.
Una de las ¨²ltimas apariciones p¨²blicas de Amy ocurri¨® el 18 de junio, en Belgrado. No fue un buen concierto: se cay¨®, parec¨ªa incapaz de interpretar su repertorio y tampoco recordaba el nombre de sus m¨²sicos. El p¨²blico serbio decidi¨® que la cantante estaba borracha y se dedic¨® a abuchearla: el respetable huele la sangre y no perdona. Al poco, se suspend¨ªa el resto de la gira europea, que inclu¨ªa una parada en Bilbao. Su oficina anunciaba que no habr¨ªa nuevas actuaciones hasta que Winehouse pudiera recuperarse: otra vez el ciclo de rehabilitaciones, ca¨ªdas, intentos de volver a la normalidad.
No era la primera vez que se rumoreaba su defunci¨®n
Ofreci¨® su ¨²ltimo concierto el pasado junio en Belgrado y suspendi¨® la gira
Su muerte transforma una carrera extraordinaria en una simple moraleja. Inevitablemente, eso eclipsara su papel en el redescubrimiento del soul y en el boom de las vocalistas femeninas, dos fen¨®menos que han cambiado el perfil de la m¨²sica pop internacional. Con veinte a?os, ella editaba Frank (2003), un disco de querencia jazz¨ªstica que compiti¨® por el premio Mercury. Pero fue en 2006, con Back to black, cuando encontr¨® la f¨®rmula ganadora.
Su segundo trabajo mostraba una fascinaci¨®n por el soul de los sesenta, con la autenticidad que proporcionaban los Dap-Kings, la banda que tom¨® prestada a la veterana vocalista neoyorquina Sharon Jones. Tambi¨¦n hab¨ªa rastros de exuberantes m¨²sicas jamaicanas pero lo esencial fue la construcci¨®n del personaje, con canciones desafiantes como Rehab y You know I'm not good. Amy se transformaba en una versi¨®n contempor¨¢nea de las protagonistas del repertorio de las Shangri-Las y otros girl groups, chicas atrapadas por amores complicados y enfrentadas a la moral dominante.
Paulatinamente, nos enteramos de que su imagen coincid¨ªa con su vida privada. Hab¨ªa un novio, luego marido, con nombre de villano: Blake Fielder-Civil. El padre, un taxista con vocaci¨®n de cantante, tambi¨¦n se convirti¨® en figura medi¨¢tica: quer¨ªa salvar a su hija de la adicci¨®n al crack, la hero¨ªna, el alcohol. Hubo broncas, visitas a la comisar¨ªa, declaraciones explosivas. El marido, dado a resolver violentamente discusiones, termin¨® en la c¨¢rcel y ella en una isla del Caribe, para alejarla de las malas influencias, mientras se tramitaba el divorcio. Aquello se convirti¨® en un reality show: se rod¨® un documental, luego libro, titulado Saving Amy (Salvando a Amy).
En realidad, el t¨ªtulo m¨¢s adecuado era el del segundo disco de los New York Dolls: Too much, too soon (Demasiado y demasiado pronto). Amy era un producto de la sofisticada industria inglesa del pop: entre los muchos colegios que conoci¨®, hab¨ªa pasado por la BRIT School, una eficaz academia para futuras estrellas. A los 19 a?os, estaba bajo contrato con una discogr¨¢fica, una editorial y una empresa de management. Sin embargo, no pudo aprender lo esencial: como sobrevivir a una fama repentina, de dimensiones globales, en los tiempos de la comunicaci¨®n instant¨¢nea.
Durante la peor crisis de la industria musical, ella fue uno de los pilares de la multinacional Universal. La compa?¨ªa hizo lo posible por estirar su arrollador ¨¦xito, publicando ediciones ampliadas tanto de Frank como de Back to black. De alguna manera, el consenso general en su c¨ªrculo era que resultar¨ªa buena terapia empujarla a hacer un disco. Sus dos productores, Salaam Remi y Mark Ronson, lo intentaron pero se hab¨ªa evaporado la inspiraci¨®n -Amy s¨ª pudo participar en homenajes colectivos, interpretando temas ajenos- y se hab¨ªa perdido la motivaci¨®n.
Por la brecha que ella abri¨®, se colaron otras cantantes brit¨¢nicas con educaci¨®n en el soul y en el reggae: Lilly Allen, Duffy, Adele. Ellas evitaron los deslices de Amy, una chica flaquita que se vend¨ªa como despampanante sex symbol, con grandes ganas de divertirse e impermeable a las cr¨ªticas. Es su desdicha que haya muerto unas semanas antes de cumplir los 28 a?os, lo que la sit¨²a de pleno en la leyenda urbana del club de los 27, el grupo de rock stars que desaparecen al llegar a esa edad.
En realidad, Amy pertenec¨ªa a otro club: era m¨¢s bien la continuadora de vocalistas como Billie Holiday, Dusty Springfield, Nina Simone o Etta James. Algunas de ellas tuvieron h¨¢bitos tan peligrosos como los de Winehouse pero vivieron muchos a?os. En ning¨²n libro estaba escrito que ella tuviera que morir ahora, tras hacer ¨²nicamente dos discos: cada drama tiene sus razones.
Solo dos discos
- Frank, 2003. El t¨ªtulo de su primer ¨¢lbum era un homenaje a Sinatra. El disco obtuvo un ¨¦xito notable en Reino Unido: fue platino y recibi¨® varias nominaciones a los premios brit¨¢nicos Mercury . Destaca el single Stronger than me.
- Back to black, 2006. Supuso la consagraci¨®n internacional de la artista. El disco, producido por Mark Ronson, se convirti¨® en triple de platino a las pocas semanas de su aparici¨®n. Winehouse compuso los diez temas del ¨¢lbum. En la edici¨®n de los Grammy, gan¨® cinco premios de las seis candidaturas a las que optaba.
Babelia
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