Los grandes de la fotograf¨ªa se desnudan
De Cartier-Bresson a William Klein, Helmut Newton, Josef Koudelka o John Baldessari, las leyendas de la c¨¢mara revelan los secretos sobre su obra
Para Cartier-Bresson solo contaban los instantes, el resto se desvanece. El mes¨ªas del fotorreportaje, fallecido en 2004 a los 95 a?os, nunca busc¨® "la gran foto", solo la encontr¨®. "Robamos para luego dar", confiesa un hombre que se define a s¨ª mismo como un artesano de su oficio al servicio del ¨²nico Dios de la c¨¢mara: el tiempo. Para la mayor¨ªa de los 33 maestros de la fotograf¨ªa autorretratados en la serie documental ideada por William Klein Contactos -producida por el canal Arte y el Centro Nacional de la Fotograf¨ªa francesa y editada ahora en Espa?a por Intermedio- el tiempo es mucho m¨¢s que un reloj que marca las horas.
La obsesi¨®n es com¨²n a todos ellos. El tiempo y la memoria es la presa que la mayor¨ªa de los fot¨®grafos, ya sean documentalistas, poetas o artistas, necesitan cazar. Lo explican con su voz en off en las piezas de 13 minutos que discurren sobre el fondo de sus propias im¨¢genes. De Cartier-Bresson al propio Klein, a Raymond Depardon, Josef Koudelka, Robert Doisneau, Elliot Erwitt, Helmut Newton, Sophie Calle, Nan Goldin, Nobuyoshi Araki, Hiroshi Sugimoto, Jeff Wall, John Baldessari, Bernd y Hilla Becher, Andreas Gursky o Martin Parr. Dividida en tres bloques (La gran tradici¨®n del fotorreportaje, La renovaci¨®n de la fotograf¨ªa contempor¨¢nea y La fotograf¨ªa conceptual), la serie rastrea el latido creativo de hombres y mujeres que prefirieron mirar el mundo desde el objetivo de su c¨¢mara.
Cartier-Bresson era as¨ª de claro: "Si lo pienso, no sale". Tampoco le gustaba el retrato (pese a que fue c¨¦lebre retratista de Camus, Matisse o Beckett, entre otros muchos); le exig¨ªa m¨¢s rigor que cualquier otra disciplina. "El entorno", sol¨ªa decir, "me importa tanto como el propio rostro".
William Klein, ide¨®logo de estas confesiones, recorre las ciudades de sus fotolibros -Nueva York, Tokio...- para afirmar que lo suyo es "una descarga de energ¨ªa sensual y violenta" o que "el azar hace una foto". Lejos de ese golpe de calle, su compatriota Duane Michaels reivindica la verdad de los sue?os: "Fotografiar la realidad es fotografiar la nada, lo esencial no est¨¢ en la calle sino en las grandes emociones".
Testigos de la historia como el checo Koudelka (que se niega a explicarse a s¨ª mismo, "no s¨¦ hablar, no me interesan las palabras") o testigos de la intimidad como Helmut Newton, el mir¨®n entre los mirones, que se?ala como una de sus sesiones favoritas una que recoge la presencia c¨®mplice y burlona de su esposa y colega, Alice Springs, mientras ¨¦l fotograf¨ªa a una modelo desnuda. "Siempre digo que a los hijos hay que matarlos", dice este maestro del erotismo. "Si una foto es fea, la mato. No tiene sentido defenderla. La gente joven cuida demasiado a sus beb¨¦s".
Lejos de los mandamientos del fotoperiodismo o del humor de Newton, la francesa Sophie Calle se esp¨ªa a s¨ª misma a trav¨¦s de los dem¨¢s, el californiano Baldessari busca en la televisi¨®n, el cine y la basura im¨¢genes fugaces mientras el japon¨¦s Araki hace recuento de una vida dedicado a las epifan¨ªas sobre su pasado y su futuro. "Cuando empec¨¦ reinaba el fot¨®grafo de Magnum y su objetividad. Hab¨ªa que negar los sentimientos propios. Mi camino era muy distinto. Me fotografiaba a m¨ª mismo y lo que me rodeaba. Por eso fotografi¨¦ mi luna de miel. Luego, mi mujer muri¨® y aquellas fotograf¨ªas cobraron una nueva dimensi¨®n: eran un presentimiento de su propia muerte". Curiosamente, el tipo que se hizo famoso por fotografiar pubis y pechos de centenares de japonesas, cree que la fotograf¨ªa m¨¢s dram¨¢tica de su vida es la m¨¢s pudorosa: solo se ven su mano y la de su mujer agarradas en su ¨²ltima despedida. Un desgarro muy distinto al vivido en los m¨¢rgenes de la sociedad (donde la identidad sexual, las drogas y el sida trazaron un tr¨¢gico destino) por la fr¨¢gil Nan Goldin: "Cuando empec¨¦ quer¨ªa conservar las huellas de la verdadera vida y la c¨¢mara era mi memoria... Finalmente, creo que mi obra es sobre el dolor y la dificultad de sobrevivir".
Pero quiz¨¢ sea otro japon¨¦s, Hiroshi Sugimoto, quien vaya m¨¢s lejos en la infatigable b¨²squeda del tiempo y de la memoria. La finura de su serie sobre viejas salas de cine resulta ser una espiritual reflexi¨®n del vac¨ªo. "Demasiada informaci¨®n nos conduce a la nada", dice ¨¦l. En los tiempos de la sobreinformaci¨®n y del infinito carrete digital, la frase resulta premonitoria. Lo ¨²nico importante sigue siendo dar con el instante.
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